22.5.06

PLAGA

medusas


Es un sueño recurrente. Ho ve a la galaxia como una enorme maraña neuronal. Los planetas jovianos que habitan la mayor parte de los sistemas palpitan con algo parecido a la furia. Enormes masas de celentéreos emergen de sus inexploradas profundidades en un desesperado intento macrófago de última hora.


El escuadrón avanza sobrevolando el terreno con sus trajes antigravíticos. Han debido descubrirles, varias explosiones nucleares de baja intensidad tienen lugar cerca de su posición. Los sistemas de soporte vital están sobrecargados. Quizás el enemigo pretenda acabar con las reservas nanomédicas del batallón.


El comandante Ho viste su uniforme de gala. La recepción en los palacios del senado es, al menos oficialmente, para celebrar el bicentenario de la Confederación de los Cincuenta. Ho sabe que extraoficialmente algo se está cociendo.
- Comandante Ho, el general Rodebuck y yo queremos hablar con usted en privado – El Ministro de Defensa le aprieta el bíceps como si fuera un Lola evaluando la mercancía.
Ho apura el cocktail de champán y les sigue hacia el despacho del Ministro Santos. El general le mira de arriba abajo con cierto desdén. Casi prefiere ser escudriñado por un Lola.
En el despacho hay unos sofás clásicos y ausentes de tecnología. Les invita a sentarse entorno a una mesa estilo Luís XVI. Más bien, es lo que cree el ministro. Ho era muy pequeño, pero duda que sobrevivieran muchas cosas de la Vieja Tierra tras la Guerra de los Límites. Una jovencísima asistente con la piel atigrada entra con una bandeja que transporta tres copas y una botella de orujo. El comandante está seguro de que tiene rabo o bien es un Sin-Género de los odiados Supremos.
- Comandante – comienza a decir el Ministro Santos –
Antes de proseguir sirve las copas. Se bebe la suya de un trago y espera a que los militares hagan lo mismo. Vuelve a servir el licor y a repetir la ceremonia. En los casos importantes, Ho deja actuar a su equipo nanomédico interno para que neutralice el alcohol. Es una mierda, estaba disfrutando de la embriaguez en la fiesta. Por el rabillo del ojo ve como al general Rodebuck se le suben los colores, al muy cabrón le va el vicio y ha debido bloquear a sus defensas antitoxinas para disfrutar de la borrachera. Eso sólo significa que ya está todo el pescado vendido. Tendrá que tener cuidado con lo que se manejan , definitivamente no podrá disfrutar de una buena y bonita cogorza.
- Comandante – continúa el Ministro - , usted se hizo famoso en el rescate de Kirol, tres años atrás. El general y yo creemos que es la persona más indicada para la misión que vamos a encomendarle.
El general está borracho y deja translucir su desprecio a través de una mueca que pretende ser sonrisa. Sí, el rescate del gran danés de la Primera Dama fue toda una hazaña. Diez de sus hombres apenas pueden distinguir sus recuerdos reales de aquellos que se salvaron en el software de emergencia. El asteroide Kirol, aquella base de los Anarcos en las afueras de galaxia colonizada, estaba llena de trampas cazabobos. Ho no es partidario de negociar con piratas, pero una misión de rescate para sacar de allí un perro de mierda... Si tanto le interesaba el puto chucho a la Primera Dama , que hubiera pagado el rescate. Si no, lo lógico era volatilizar el sistema y acabar con el nido terrorista. Comprende el desprecio del general. Ascendió de capitán a comandante varios años antes de lo que le correspondía por escalafón, toda a una vergüenza cuando no se está en guerra.
Las luces de la habitación descienden y sobre la mesa flota la imagen de un planeta. Automáticamente, el software militar implantado en Ho hace que se superpongan una serie de cifras y números. El sistema está a unos cien años luz, más o menos treinta pársecs, lo que significa tres días de viaje con las malditas nuevas tecnologías. Antes se hubiera tardado un mes. Es una época que ha quedado atrás. Cualquier imbécil puede manejar ahora una nave. Entonces, el impulso hiperespacial era toda una ciencia en manos de gente experta para trazar correctamente los canales de salto y no ir a parar al centro de un sol o a los límites del espacio.
Los Anarcos no se mataron por obtener esta tecnología, ¿para qué?, les basta con robar las nuevas naves y la replicación hace el resto. En el último año ha habido más de cien ataques terroristas al centro de la Confederación. Los presupuestos de defensa se han tenido que aumentar en un ochocientos por cien. En el pasado, diez años atrás, bastaba con que los sistemas claves tuvieran una cobertura aceptable de detectores de masa para saber si penetraban elementos hostiles.
Hoy todos los planetas precisan de una protección extra que sigue sin ser perfecta, hay resquicios. Uno de cada mil intentos prospera y tiene lugar el atentado. Cien mil muertos en el último. Una nave de nueva generación robada a los nuestros se estrelló contra Turín, en el planeta Cisalpinia. La radioactividad fue capeada por las nanomedicinas que todo el mundo tiene implantadas.
Todavía no se ha inventado nada que te haga sobrevivir a los miles de grados de temperatura que te arrojan encima doscientos megatones. Toda Turín destruida y millones de personas de la atestada urbe con su memoria original dañada. El gobierno redujo las cifras de muertos a setenta mil. Considera que aquellos volatilizados a los que se les pudieron rescatar los cristales de memoria siguen vivos en sus nuevos cuerpos. ¡Tonterías!, son otras personas.
Ni siquiera él se libra de tener retazos sintéticos de su memoria. Esos recuerdos resuenan con un carácter metálico. Aunque los hechos sean ciertos, la sensación es de falsedad. ¡Qué desasosiego sentirán sus hombres lisiados en Kirol!. Eso que en ellos el destrozo solo fue parcial. El caso más grave le tocó al joven cabo Costosa que perdió el hemisferio derecho completo por un regalito de los Anarcos que había en una puerta del complejo asaltado.
Cuando le visitó en el hospital, Costosa estaba llorando. El trozo del cerebro estaba completamente reconstruido pero no podía evitar ver a su mujer y a sus hijos como a unos extraños. Sólo son un recuerdo informático. Ho piensa que si algún día la proporción de sus recuerdos sintéticos sobrepasa cierto límite, se volará la tapa de los sesos previa desconexión de su autodoc.
Ho ha ido tomando notas en su computador interno de combate. No le han aclarado mucho, pero al parecer hay que capturar un bloque tecnológico de los Antiguos en un planeta identificado como P-18. Está fuera de la zona de expansión humana. Sólo se han colonizado unos cien mundos desde que salieron del cascarón de la decrépita Tierra. Cuarenta y ocho pertenecen a la Confederación, veintiséis a los Supremos y cerca de treinta a los Anarcos, aunque estos últimos están poco poblados.


La nueva fragata es mucho más pequeña que las antiguas. Ya no se necesitan esas grandes máquinas. Ho reflexiona con preocupación por el camino que discurre la “ciencia”. Es consciente de que prácticamente nadie sabe hacer nada. La mayor parte de las cosas son construidas por máquinas que a su vez lo son por otras. Si todas desaparecieran, está seguro de que serían incapaces de empezar de nuevo. Para terminar de arreglar las cosas, los últimos avances no corresponden a los humanos. Los llamados bloques tecnológicos de los Antiguos son una especie de cornucopias o cajones de sastre abandonados por quien sabe que civilización. A penas conocemos el funcionamiento de nuestros artilugios, y por lo que respecta a la tecnología Antigua, no tenemos ni idea de sus fundamentos ni génesis. Lo único que resulta extremadamente sencillo es su uso.
Las varillas anti-gravíticas se duplican por mecanismos muy simples... y desconocidos. Todos los trajes y naves de la Confederación las llevan. Los moldeadores dimensionales también pueden autoreplicarse y también han sido agregadas a la flota. Ho recuerda el “curso de actualización tecnológica” que recibió hace dos años por el Estado Mayor:
- “ Está clarísimo – dijo el coronel “científico” -.
Cogía el artilugio con las dos manos y asentía rítmicamente, como quien lo tiene todo claro. El resto de asistentes al cursillo también.
- “ Como todos sabéis – continuó diciendo - , cuando en el siglo XIX Michaelson y Morley se estrellaron con la nueva realidad inesperada a la que les llevó su experimento con el interferómetro...
Ho pensó: “Ya, yo también me he leído el análisis del siglo XXII del pseudo-científico Karl Amergod. Ese tipo no tenía ni idea de lo que era un interferómetro, la va a tener este imbécil de coronel.”
- “Bien, - seguía asintiendo el coronel - pues llegaron a la conclusión de que o habían cometido un fallo en su experimento o el universo no era tal y como lo conocíamos. Al parecer, la velocidad de la luz era insuperable y lo más que podíamos hacer era acercarnos todo lo posible a ella. Afortunadamente, esta nueva situación implicaba que para que cuadraran las cuentas, las dimensiones que creíamos estáticas no lo eran. – en este punto empezaban a abrirse bocas como simas insondables de aburrimiento “.
- “Coronel – interrumpió el capitán Sarto - , nosotros tenemos impulso hiperespacial desde hace siglos. Somos capaces de trazar una ruta y “saltar” el espacio de un pársec en un instante.
- “Claro, claro, sólo os estoy poniendo en antecedentes – carraspeó -. Necesitábamos diez días de cálculos y aceleración que contrarrestará la marea gravitatoria a la que nos sometía la puerta de salto. Hoy, con esta nueva tecnología, lo hemos reducido a un solo día, y el límite actual de diez pársecs por salto se debe al retraso de nuestros sistemas informáticos, cuando estos avancen podremos superar ese obstáculo”
- “Pero si hoy nadie sabe construir un computador, estamos presos de la tecnología del pasado y la de los Antiguos – pensó Ho”
- “Como decíamos, en el pasado se planteó un dilema. O bien se construían naves que avanzaran a velocidades próximas a la luz, o bien se creaba un campo gravitatorio de la intensidad de un agujero negro que acortara la distancia; ya sabéis, la maleabilidad de las dimensiones que se desprendían de las ecuaciones de Lorenz y que se apropió ese Einstein con más y mejor marketing. La primera solución era útil para el viajero, pues conforme te acercas a la velocidad luz, el tiempo va transcurriendo más despacio y en un año de la nave se pueden recorrer cien o muchos más en la medida en que nos acerquemos a ese límite inalcanzable. El problema era que para los de casa si pasaban cien años, la nave nunca iba a ir más rápida que la luz, lo que ocurría es que el viajero estaba atravesando menos distancia en su situación energética... En fin no quiero apabullaros”.
- “Ni puedes cabrón – se cabreaba Ho “.
- “La segunda solución y finalmente conseguida en el Siglo XXIII, era la de crear el mini agujero negro que unía un punto del universo con otro, con lo que no era necesario superar la velocidad luz, que además no se puede, si no que accedías a un punto distante a través de un trayecto más corto; realmente de distancia cero. Todo esto era complicado y muy caro energéticamente. Esta nueva tecnología se basa en el mismo principio, pero sin gasto energético aparente y se adapta a la perfección a nuestras computadoras. Los cálculos los podemos realizar diez veces más rápido y sin riesgos. Podemos trazar las coordenadas, y el aparato reduce la distancia a cero sin el más mínimo esfuerzo.
No es necesario acelerar a velocidades próximas a la luz para contrarrestar la marea del agujero negro, por que no hay tal agujero. Es una puerta directa de un punto a otro. Incluso una persona podría cruzar andando de “aquí” a “allí” con un simple traje espacial. Por desgracia no podemos instalar puertos teleyectores de un planeta a otro. La distorsión gravitatoria de nuestros sistemas solares dificulta o imposibilita a nuestros ordenadores calcular los parámetros adecuados. Al día de hoy tenemos que salir igualmente del sistema antes de realizar el “traslado”, y si no somos incapaces de ir más allá de diez pársec por salto se debe a nuestras limitaciones de cálculo, pero no a las energéticas. Caballeros, con el tiempo podremos ir a los confines del universo en un solo instante”
- “Ya, ya, tu explícame que coño es un interferómetro y me creeré lo de nuestro avance informático – se dijo a si mismo Ho”.


Han pasado tres días y ya están en las inmediaciones de P-18. Ho mira a los miembros de su tripulación. A los de su antigua compañía ya los conoce. Como comandante se le han agregado tres más. Son casi ochocientos hombres, toda una fuerza de choque. Se supone que los Supremos o los Anarcos van tras la presa. Ho reflexiona sobre la estupidez del acto. El gobierno Supremo es utra-corrupto. Un “conservador” como Ho no ve con buenos ojos a esa sociedad hedonista que se ha saltado todos los límites genéticos y sociales. A Ho le gusta saber que una silla es una silla y un retrete un retrete. Es esa sensación incómoda que se tiene cuando te sientas en un artilugio de diseño y al cuarto de hora te preguntas: “¿no estaré sobre un instrumento de hacer caca, verdad?”.
Así son los Supremos para Ho. La gente se transforma en animales, pseudocosas. No hay varones ni hembras y sus costumbres sexuales se le antojan incomprensibles. Un soldado estaba viendo un Holovídeo pornográfico Supremo. Dos seres con el aspecto de arañas entrelazaban una especie de tentáculos con obsceno frenesí. ¿Cómo pueden ponerse en situación?. Lo que en determinadas épocas se consideraban perversiones Ho las ve con añoranza. Aunque en la Confederación hay determinados límites, sabe que, sobre todo la clase política, se los saltan cada vez más. ¡Ay!, aquellos tiempos en que sólo había maricones, bolleras, heteros , pedófilos, necrófilos, bestialistas y vegetarianos.
En la Babilonia de los Supremos sus transmutadores le pueden hacer adoptar formas, por ejemplo, poliédricas. ¿Hay alguien normal que se pueda poner con un poliedro?. Los Supremos, no obstante, adoptan la forma humanoide la mayor parte del tiempo, pero por obligación. Viven el mismo atasco tecnológico que el resto de la humanidad y las máquinas son difícilmente programables para la fabricación de aparatos con otra ergonomía, no digamos para infinitas ergonomías, ¡que se jodan esos pervertidos!. Ho está convencido de que el Ministro de Defensa se folla poliedros.
Como se decía Ho, el mundo de los Supremos está corrompido, pero el suyo propio no le va a la zaga. De los Anarcos no sabe que pensar, casi le caen mejor...
El caso es que aunque ellos adquieran esta nueva fuente de tecnología Antigua antes que el resto, la Corrupción se la venderá al “enemigo” en menos de veinticuatro horas. Así ha ocurrido en el cien por cien de las casos, independientemente de quien fuera el primero en adueñarse del botín. Como en el fondo no tienen ni idea de su funcionamiento, y basta una copia para poder replicarla hasta la saciedad, a los Anarcos les vale con robar una y ya la poseerán en igualdad de condiciones.
Duda mucho de que realmente tengan que robar. Seguro que un funcionario la vende por pornografía Suprema. Tampoco le extrañaría que el propio Ministro de Defensa la facilitara gratis. Desde que el gobierno “relajo” la Ley de Incompatibilidades, el hijo puta de Santos tiene acciones en las mayores industrias de defensa. ¡Un ochocientos por cien!, se tuvo que ampliar el presupuesto, ¿cuánto es eso traducido a beneficios?.


El bloque tecnológico fue detectado por una sonda de exploración de rutina, según el Ministro. Siempre es igual, un patrón pulsátil de números primos que indica el lugar. Saltan de la nave con sus trajes anti-gravíticos último modelo. P-18 tiene una atmósfera de metano y la temperatura media es de unos apacibles 90º C bajo cero. Realmente es cálido para el tipo de planeta. Sólo dista una unidad astronómica (150 millones de kilómetros) del planeta joviano de rigor. Frente a sus ojos se despliega una imagen del “Júpiter” de este sistema, como se imaginaba, las líneas de su superficie sonríen de manera siniestra. Sabe que es una gallina clueca que “vigila” al pequeño, por comparación, P-18 que están sobrevolando.
En una preventiva formación dispersa, quinientos hombres vuelan hacia el objetivo. El resto, unos trescientos, están en la nave por si necesitan apoyo pesado. Sus sistemas de defensa están activados. Los señuelos de posición harán que un hipotético enemigo no sepa con exactitud donde se encuentran. Están llegando a la meta cuando las explosiones tienen lugar.
- ¡Atención!, nos han arrojado quinientos megatones. Si uno sólo de esos “pepinos” estalla lo suficientemente cerca, nos freirán como a gambas. Orden Beta.
Ho ordena a sus hombres que se dispersen más y tomen tierra. Se han dividido en cincuenta pelotones de diez. Sus señuelos han evitado el impacto directo, pero la radicación lleva a sus autodocs al límite. Las nanomedicinas apenas pueden reparar los daños celulares a mayor velocidad de lo que son dañadas por los rayos gamma, partículas alfa, rayos x y toda esa mierda.
No sabe como lo sabe, pero ¡coño!, lo sabe. Cuando intenta contactar con la fragata, esta no contesta. Ha debido ser volatilizada desde tierra. En el mejor de los casos pueden volver con sus trajes a casa. La tecnología de los Antiguos es muy poderosa y han incorporado capacidad de “salto” a sus equipos. Pero ya que están aquí sabe que su obligación es detectar que fuerzas están acantonadas. A la fragata la han debido coger por sorpresa, pero pudiera ser que volvieran con acorazados y cruceros y les hicieran un estropicio desde tierra. No, tienen que explorar la zona y ver con que coño se están enfrentando.
- A todas las unidades, utilicen algoritmos cifrados de posición y comunicación, si nos localizan nos irán destruyendo uno a uno.
Ho no sabe a ciencia cierta quienes son los atacantes. Los Supremos habrían traído suficientes megatones como para generar un círculo de máxima destrucción. Son así de sutiles. Los Anarcos puede que intentaran capturar a algunos con vida para pedir rescate sólo por diversión, por su filosofía de piratas. Realmente el botín es mucho más preciado que lo que pueden obtener por unos mierdas de soldados, pero como dice la fábula del escorpión y la rana: “está en mi naturaleza”.
Las probabilidades son diez contra uno a que son Anarcos. Empiezan a aparecer hongos atómicos por el perímetro del objetivo. ¡Mierda!, todas las unidades están en ese perímetro. Ho tiene dudas. Si vuelan para escapar serán detectados, pero con la suficiente dispersión no podrán alcanzar a todos y tal vez algunos puedan llegar a casa. En el recuento sólo quedan tres pelotones operativos. Demasiado tarde, son muy pocos para escapar, la han jodido, si vuelan, antes de llegar a la distancia necesaria para poder “saltar”, habrán sido fulminados uno a uno. No cree que tengan quinientos misiles del impulso anti-gravítico, pero solo le quedan treinta hombres. Se suceden varias explosiones más. Ahora su pelotón es el único.
Intenta justificarse a sí mismo co lo de “mientras hay vida hay esperanza”. Se dice que aunque se entregue siempre tendrá una oportunidad de desbaratar los planes del enemigo. ¡Qué coño!, no quiere morir.
Ho utiliza el canal abierto.
- Comandante Ho de la Confederación radiando un mensaje a los ocupantes de P-18, siendo nuestra situación insostenible, nos vemos obligados a deponer las armas. Ofrecemos posición y número de la fuerza. Aceptamos capitular.
Ya está hecho, el enemigo sabe dónde están y cuantos son. Sólo resta esperar la captura.
A quinientos metros de distancia, un fabuloso hongo hipnotiza al pelotón. ¿Por qué estos sádicos no lo han arrojado sobre nuestras cabezas si pensaban aniquilarnos?. Nota como se encienden las señales de alarma de su autodoc. Por un instante pierde la visión, pero los nanotécnicos restauran sus córneas y retinas, no sin dificultad. Se da cuenta que la explosión es de una fuerza controlada para llevar al límite sus sistemas regeneradores sin llegar a matarles. Cuando la onda expansiva les alcanza siente durante unos segundos como es desplazado varios metros sobre la superficie del pérfido planeta. Su soporte vital apenas da más de sí y la negrura le invade.


Despiertan en el campamento enemigo. Los niveles de radiación de la zona son tolerables y sus autodocs han podido reequilibrarse. La mayoría de sus funciones vitales han sido reparadas y los informes no son tan malos como esperaba. Apenas han sido necesarios implantes de memoria sintética, después de todo, sus neuronas no se han destruido de forma masiva.
¡Ncht!, su cuarto cumpleaños, no obstante, pasa a ser un fabulosos recuerdo robótico, ¡mierda de perro!. Bueno, nunca le gustó su cuarto cumpleaños. Como ha hecho otras veces, almacena el dato plano y borra el recuerdo artificial. Sabrá que tuvo cuarto cumpleaños, pero pasa de tener imágenes reconstruidas, sin el menor remordimiento da la orden de borrado.
“Antes Zombi que Robocop – se dice – “
Al intentar ponerse de pie, se percata de que está maniatado. Los hombres que pululan por ahí son el ejercito más desaliñado que jamás se haya visto. El estaba convencido de que iban a ser Anarcos, pero ellos vestirían de forma impecable y rasurada. Les fastidia tanto que les comparen con los bárbaros de la Caída del Imperio Romano, que su estética es como la del más petimetre de los Dandis. Sin embargo, esta gente parece sacada de un estercolero. Los hombres son barbudos, las mujeres muestran sus velludas piernas sin el más mínimo recato.
Los Supremos habrían enviado a su casta inferior de “ilotas”, pero siempre tienen el mismo aspecto: El típico estereotipo germánico de pelo de cepillo con uniforme plateado de un hipotético IV Reich. Ho sabe que en cuanto un ilota prospera socialmente desde su casta inferior, lo primero que hace es convertirse en poliedro para follar o algo con un ciempiés con luces navideñas o una hormigonera del siglo XX... ¡Vete tu a saber!. Lo más seguro es lo de los poliedros – se asegura Ho -.
La visión ya se ha acostumbrado al interior del gigantesco hangar. Les ha debido llevar años de construcción. Su ordenador hace el cálculo por él. Veinte mil naves de las del antiguo impulso, las de diez días por pársec de viaje. Como si fueran avispas a las que se les arranca el abdomen, a las naves les están desprendiendo los voluminosos almacenes de energía. Ho empieza a comprender pero no del todo.
Un anciano barrigón se le acerca. Sus ojos legañosos están llenos de odio. Su barba deja entrever multitud de úlceras en la piel, algunas de ellas supurantes.
- ¿No te gusta mi aspecto verdad? – sus ojos le taladran – No, no te gusta. A mi tampoco.
- Soy el Comandante Ho, según la Convección de Ginebra...
Ho recibe un patadón en la ingle tan potente que sabe que su autodoc va a tener que ponerse las pilas. Efectivamente, le ha reventado los testículos. La regeneración es rápida, pero no estaba activado el modo de defensa, por lo que los bloqueadores del dolor no actuaron a tiempo. ¡Hacía años que no experimentaba algo tan desagradable!.
- Ginebra era una ciudad de la Tierra. ¿Sabes que queda de Ginebra?.
Ho lo comprende ahora. Son terráqueos. En la Confederación todo el mundo recuerda la Guerra de los Límites como un dato estadístico quizás un poco sombrío. Como fueron los vencedores, hace unos cuarenta años, no se regodean en los detalles. Simplemente fue una victoria más de la gloriosa Confederación. Lo cierto es que a una Tierra capitulante se la trató, por un capricho del alto mando, como a Cartago en la última guerra Púnica.
El ejercito terráqueo estaba destruido, pero aun así, se decidió el exterminio: “Delenda est Terra”. Se arrojaron decenas de miles de megatones. No era bastante, cargueros de la Confederación rociaron durante semanas el planeta con todo tipo de metales pesados y toxinas. La mayor parte de los autodocs terráqueos no dieron a basto, se calcula un 99% de bajas. Menos de cien millones de supervivientes. Sus autodocs tuvieron que limitar sus funciones al mínimo indispensable para la supervivencia y no saturarse. Se les dio por aniquilados. Ho ahora lo comprende, la venganza es un plato que se sirve frió.
No hace falta que se lo expliquen, pues todas la piezas encajan. Al estar fuera de circulación no tuvieron parte de las nuevas tecnologías de los Antiguos. Sus naves son diez veces más lentas. En el depósito tecnológico de P-18 no hay cornucopias de alta velocidad, hay otra cosa. Los terráqueos no tienen consolas informáticas que se adapten tan bien a los saberes de los Antiguos. Han estado esperando agazapados aquí durante años a que descubriéramos ese patrón de números primos que indica la presencia de la tecnología de los Antiguos. Nosotros les hemos traído en nuestros trajes los soportes informáticos que las interpretan. Esto soportes fueron adquiridos no ha mucho tiempo en otro reservorio como este.
Es terrible, pero nosotros les hemos proporcionado también las maquinarias autoreplicantes que dan alta velocidad a las naves. Por eso se desprenden de las voluminosas fuentes de energía, ya no la necesitan. En pocas horas desde nuestra captura, toda la flota posee el transformador de espacio que les permite moverse por el sin gasto energético.
Ho ve como un técnico terráqueo utiliza una de las consolas para interpretar que nuevo regalo hay en el reservorio tecnológico de los Antiguos. Lo que ha descubierto parece llenarles de satisfacción. Hay un griterío unánime de alegría y rabia contenida. “Ha llegado el día de la venganza”, se oye.
El viejo y decrépito se le acerca de nuevo.
- ¡Vaya vaya!, el material que nos habéis prestado funciona a la perfección. Lamento decirte, Comandante Hoooo – pronuncia Ho como si fuera un relincho de burro - que ya no nos hacéis falta. ¿Sabes lo que se oculta en este reservorio?. Son campos entrópicos. Transforman pequeñas masas en una especie de mini agujeros negros. Son manejables y dimensionables en tamaño y forma. Podemos hacer que una pelota de béisbol penetre inocentemente en vuestros planetas y los conviertan en un pulsar o en una mini estrella de neutrones, o en cualquier jodida mierda que acaba significando lo mismo: vuestra aniquilación. – La expresión del barbudo parece rozar el éxtasis.
- Sí amiguito, - continúa – vuestras defensas planetarias pueden destruir nuestras naves cuando entren en sus sistemas, pero a nuestros miniagujeros negros direccionados no los parará ni Dios. Nada los puede ni destruir ni desviar del rumbo que les prefijemos. Vamos a atacar con la mayor simultaneidad posible vuestros mundos. Con el nuevo tipo de impulso, que tu, gran comandante Hoooo – se regodea en el Hoooo -, nos has traído, en menos de una semana todos los planetas de la Confederación estarán emitiendo rayos x.
¿No estás orgulloso de ser el responsable de que esto sea posible?.
Creo que no te mataremos, te dejaremos en este maldito hangar rumiando tu culpa. Sí, la gravedad no está muy bien lograda y nuestros sistemas generadores de aire no son los adecuados.
Míralo por el lado positivo, si tu autodoc no falla, aquí puedes vivir el resto de tu vida criando champiñones. ¿Cuanto es vuestra esperanza de vida?. ¿250 años?. En nuestro contaminado mundo sólo aspiramos a 60, pues nuestros autodocs no dan más de si. Espero que tengas una larga vida en este antro.

El ejercito terráqueo ha estado trabajando de firme, lo tiene casi todo listo. Ho tiene el cerebro a punto de estallar de tanto pensar. El resto de su pelotón ha sido ejecutado para aumentar sus remordimientos. Lo curioso es que algo le dice que sus ideas son correctas.
- ¡General! –grita Ho – He oído que le llaman General – le dice al viejo barrigón.
- Sí insecto, soy el General Gustavo Azpéitia de la Brigada de Móstoles. Al menos antes de que Móstoles dejara de existir.
- No sabéis lo que estáis haciendo. No sobreviviréis, esto estaba planeado por nuestro verdadero enemigo. De verdad, se que es increíble pero puedo demostrarlo, después de nuestra aniquilación iréis vosotros.
- ¿No te das cuenta de que tu intento desesperado es ridículo?.
- Puedo demostrarlo en este sistema, si no es verdad arrojadme al espacio.
- Que conste que es sólo por diversión, pero te escucho... – Gustavo deja ver sus dientes renegridos, su regeneración le restaría muchos recursos a su autodoc.
- La destrucción de la Tierra fue autoinducida – esta es la única parte de su idea que no se cree ni de coña -. Aunque parezca mentira todo forma parte de un plan de Galaxia.
- Si parece mentira- le dice Gustavo enarcando sus cejas y disponiéndose a dar una reglamentaria media vuelta.
- ¡Puedo demostrarlo! – el sudor frió recorre las mejillas de Ho, un pelín tarde da la orden de cortar esa sudoración -. Tienes que oír lo que voy a decirte. Podéis ir adelante con vuestra insensata venganza, os aseguro que no fue culpa nuestra - ¡joder que no!, resuena en su cabeza – Es un plan de la Galaxia, no quiere competidores. Piénsalo, ¿Cómo es posible que encontremos cuidadosamente desperdigada esta tecnología con carteles luminosos?. ¿ Cómo es posible que se adapte tan bien a la nuestra?. Está allí para que cualquier anomalía, animalito o ser pensante que sea más que un mero parásito sobre un planeta y se atreva a saltar y expandirse, acabe siendo eliminado.
El General Azpéitia se rasca la barba, pone cara de cabreo por que cree que le están tomando el pelo. Su cerebro, además, no funciona al cien por cien por necesidades biológicas.
- General, los reservorios tecnológicos son los linfocitos de la Galaxia, sueltan anticuerpos que encajan en nuestra organización para destruirnos. – Ho está jadeante.
- Mira comandante Ho – sin retintín – tienes un pico de oro, pero lo que dices es cuestión de Fe y la mía, lamentablemente, murió hace cuarenta años en Móstoles. ¿Qué hay de la demostración?.
- Están los macrófagos – suelta Ho.
-¿Qué coño es eso?, ¿de dónde sacas tu esa basura de macrófagos?.
Ho no puede decirle que es un sueño recurrente, sabe que es una locura, pero también, por una extraña razón, sabe que es verdad.
- Tenemos informes que nos lo hacen sospechar, pero el caso es que lo puedo demostrar. Dejar que vaya con vosotros en el viaje, no creo que me tengáis miedo ¿no? – la táctica de mentar la testosterona nunca falla, bueno en el caso de los Supremos quien sabe, ¿como se ataca el orgullo de un poliedrófilico? – Antes de abandonar el sistema encaminémonos hacia el planeta joviano, allí se esconden los macrófagos. Para que la Galaxia se huela la tostada bastara con que tiremos un proyectil entrópico a una de sus lunas. Sí, conviene que finjamos ser algo torpes, si le damos de lleno no podréis comprobar lo que os digo.
- ¿Y qué se supone que pasará? – le pregunta el General con curiosidad.
- Saldrán los Celentéreos. – contesta lisa y llanamente con mirada de convicción.
El General Azpéitia no puede evitar estallar en carcajadas.
- General, son los macrófagos, estoy convencido de que esas medusas gigantes son similares a los campos entrópicos pero necesariamente más débiles. No creo que pretendan destruir el organismo que tienen que defender. Son medusas que inexorablemente diluyen y fagocitan lo que tocan , pero una vez que eliminan lo que creen su amenaza, retornan a su base.
El General le señala agitando su dedo de forma mecánica.
- Hoooo, Hoooo, escucha: Vendrás con nosotros, como todo esto sea una charada yo mismo te torturaré. Se que tu autodoc funciona muy bien. Me aseguraré de que todo el sistema esté dedicado a reparar mis destrozos de forma que neutralizar el dolor sea secundario. Se hacerlo Hoooo, ¡gmf!– su voz se apaga en un gemido siniestro.
El escepticismo de la flota es absoluto. Afortunadamente la Fe en su General es cuasi religiosa y nadie discute las nuevas órdenes. En pocos minutos recorren los 150 millones de kilómetros que distan del planeta joviano. La nave insignia dispara cinco proyectiles sobre cinco de las veintitrés lunas del Júpiter particular del sistema de P-18. Los planetoides se han convertido en pequeñas estrellas de neutrones. La nave lanza más entropía cuidadosamente descuidada para fallar.
Pasan pocos minutos y Ho ya se está compadeciendo y riendo de si mismo por sus estúpido sueños. Justo en el momento en el que el General suelta un profundo suspiro que no significa otra cosa que “vamos a caparlo”, ocurre.
Las líneas del gigante gaseoso ondulan de forma extraña, parece como si aumentara de tamaño. Con la visión telescópica de la nave se dan cuenta de que una infinidad de Celentéreos gigantes emerge del planeta. Los asteroides del sutil anillo del planeta son volatilizados.
- ¡Coño, joder al planeta!, ¡No dejéis que salgan más de esas cosas! – en otras circunstancias diría lo de “odio tener razón”, pero en esta se alegra que la probabilidad entre un trillón de su puñetero sueño sea cierta.
El planeta es convertido en un reducido y manejable agujero negro. Los Celentéreos que ya habían despegado son fagocitados por proyectiles entrópicos que con alguna dificultad van enrollando a las giga-medusas con trayectorias complejas de interceptación.


El plan de batalla está diseñado. Ho supone que Galaxia ha activado a todos los planetas jovianos que hay en torno a un mundo habitado. La Tierra, tan afortunada como siempre, tiene varios. Como mínimo Júpiter y Saturno, pero no hay que descartar a Urano y Neptuno. La velocidad de los Celentéreos no es muy alarmante, pero su peregrinaje es inexorable y las armas entrópicas son las únicas que pueden frenarlas. No disponen de muchos días pero hay tiempo de neutralizarlos. El mapa de la Galaxia habitada está flotando en el Alto Mando improvisado.
Ho señala el sector de los Supremos y dice:
- Joder, habéis desplegado naves para ayudar a los poliedros, ¡vaya mierda!.
- ¿Cómo? – pregunta un sorprendido General Azpéitia.
- Nada, nada. – murmura Ho – Supongo que es lo correcto.
- ¿En qué confías para pensar que Galaxia no tiene un As en la manga? – le pregunta Gustavo con preocupación.
- En el orgullo. Galaxia es un gigantesca máquina antigua y cuasi eterna. Nosotros somos un sarpullido, lo normal para librarse de nosotros es un ligero estornudo y ya está. Galaxia creía que con los anticuerpos bastaría, ni siquiera se preocupo de exterminarnos de forma segura con los macrófagos en los albores del salto espacial. Ahora es tarde, estamos usando su sistema inmune contra ella. Somos SIDA.

7.5.06

AÑO CERO

Apocalipsis

Por el camino del miedo,
ejércitos de bobos,
se anudarán del cuello,
la soga en que ellos solos,
arrastrarán su cuerpo,
hacia un barrizal de lodo,
hacia un corral de cieno.

AÑO CERO

En la cabaña el fuego se ha apagado. Ángela Montero se despierta y le da un codazo a su compañera, Daniela Marguitha. Reacciona a la primera y juntas vuelven a preparar una buena fogata junto a la chimenea. Los objetos protectores están a mano pero el error cometido podría haber sido fatal. En cualquier caso, se tienen que cercionar de no haber sucumbido ya al desastre.

ANTES DE TODO

Los jardines de la universidad están semidesiertos. Es de madrugada y como hace buen tiempo, muchas parejas de tortolitos se refugian en ellos para meterse mano.
- Dani, no. – murmura Eva.
Él no replica, se limita a cogerle la mano e introducirla en sus pantalones cortos. Ella la saca con rapidez.
- ¡Dani, que no! – le susurra – que no me apetece. Habíamos quedado para hablar.
- ¡Jo tía!, que rallada llevas encima. Estás en plan borde.
- ¿Qué plan borde? – se cabrea - . ¿Qué plan borde?, si el pasado finde estuviste con Ángela haciendo lo mismo después de que me dejaras en casa.
Dani adopta una posición de chulillo cuando se sube en el banco.
- Mira tía, no te pongas así. Yo estaba puesto y ya sabes que los cubatas y las “lentejas” me dan un subidón rarito pero elegante.
- Eres un cerdo – le replica con repugnancia.
Una señora pálida, de unos cuarenta tacos, se les acerca. Lleva un vestido floreado y liviano.
- Hola chicos, perdonar que os moleste, Veréis, tengo un problema. – se muerde los labios y continúa - Se me ha perdido una medalla detrás de aquellos cipreses y no estoy bien de la vista. ¿Podríais ayudarme a encontrarla?.
Dani sigue subido en el banco. La mirada que le dirige a la mujer es de prepotencia absoluta. Coloca una pose de tipo duro que está de vuelta de todo y dice:
- Escucha Eva, yo me voy. Es posible que debamos cortar, estamos en ondas diferentes.
Dicho esto, salta sobre el césped y se va hacia la calle donde tiene aparcado el coche.
Eva se queda a solas con la mujer. Ésta tiene la misma expresión que cuando llegó. Sus facciones parecen indefinidas y sus ojos parpadean de una forma artificiosa.
- ¿Me puedes ayudar bonita?.
Eva tarda unos segundos en reaccionar, pero finalmente la sigue.



Wily Matamoros Ramos se tambalea por las calles. Al cruzar uno de los semáforos de Via Universitas está a punto de ser atropellado por un descerebrado que conduce un Opel Corsa tuneado. Wily incluso logra articular unas pocas palabras:
- ¡Tu... abramads ( ... pausa... ), te vayan... ( ... de puta ...)!.
En mitad de la calzada bascula hacia los lados como si fuera incapaz de dar un solo paso adelante. Sin saber como, camina en dirección a la Avenida Madrid. El escaso trafico le deslumbra de forma intermitente con los faros. Su calle es adyacente a la principal y tiene un curioso trazado semicircular. A diferencia de la mayoría, no conecta con la Avenida Navarra.
Esta vez no ha perdido las llaves. El portal se abre con su característico chirrido. Alguien ha cagado dentro. Wily piensa: “Mira, uno que iba mas pedo que yo”. El ascensor suena igual que una carracla y al llegar al rellano hace un ruido como el de un pistón neumático, lo normal.
- ¡María! – grita en el vestíbulo.
María no está – piensa con fastidio - , se refugia en un centro de acogida para mujeres maltratadas. A Wily siempre se le olvida cuando bebe.
Se tira en el jergón y a los pocos segundos se pone a roncar. Unos pasos se aproximan hasta él.



AÑO CERO

Ángela Montero mira a Daniela con desconfianza. Su amiga sabe lo que le preocupa, pues a ella le ocurre lo mismo.
- Ninguna de las dos estamos seguras. Pongámonos cada una en un extremo de la habitación, nos tenemos que hacer la prueba. – si es que funciona y no es una bobada – piensan ambas.


ANTES DE TODO

Ángela sube al tercer piso del edificio de Interfacultades. Hoy salen las notas de psicología. No ha ido a clase en todo el curso y le tocó “Diferencias entre la Gestalt y el conductismo” como tema principal. Por si sonaba la flauta, se estudio el psicoanálisis freudiano, pero si hubiera acudido al aula, tan sólo el primer día, habría sabido que el tema del examen se titula igual que el libro publicado por el profesor.
Efectivamente, tiene un rosco, pero eso ya lo sabía. Quiere hablar con el profesor para pelotear un poco y ver por donde van los tiros en Septiembre.
En el pasillo ve a Dani. Ángela espera que, tal y como le prometió, haya cortado con Eva.
- ¿Se lo has dicho o no?.
Dani se encoge de hombros.
- No se lo has dicho – le reprocha.
- Tía, es que no estoy seguro. La he llamado a casa y sus padres me han dicho que no saben donde está. Han avisado a la policía y todo eso. ¿No has oído las noticias?. No se habla de otra cosa.
- ¿Qué me estás contando?. Sólo querías aprovecharte de mi. El niño va calentorro me promete que tal y cual y luego adiós.
- ¡Qué no es eso!. Esto es muy fuerte, cada vez aparecen más. Primero fue ese Wily que saltó por la ventana chorreando sangre. Al llegar al suelo estaba como una pasa y le faltaban trozos de carne. Ya van doce
Ahora es consciente de los círculos de gente que cuchichean en voz baja. Recuerda que al salir de casa los ha visto también por la escalera. Anoche se premió con una velada tranquila de vino, música y bañera caliente. Sus padres están de viaje y es una gozada disfrutar de la casa a tus anchas.
- Si tía, en todo el mundo se han encontrado cadáveres con las mismas características. Aparecen despellejados y sin la mayor parte de su sangre. La bolsa se ha desplomado y el Consejo de Seguridad de la ONU se ha reunido. Ocurre en todos los continentes y grandes ciudades; pero también en las aldeas más remotas. La policía no tiene ni idea. Dicen que ha habido unos cien mil en todo el planeta.


AÑO CERO

Cogen el frasquito de las tiras reactivas que le quitaron a “El Químico” antes de que se lo llevaran. Si una de ellas fuera un Vector, la otra ya estaría “lista”. Pero no pueden soportar la incertidumbre. Sin contacto directo es muy improbable que les haya pasado nada, pero nunca se sabe.
- Vale, - Ángela suspira - ¡estamos limpias!.
Ambas se abrazan riéndose de forma histérica.


CAOS Y ENTROPIA


La sala de espera del Hospital Clínico está atestada de gente. El horror se puede masticar. Nadie se fía de nadie. Las cosas se están desmoronando. Al principio sólo había policías y militares armados, ahora, todo aquel que tiene un arma la muestra abiertamente. Ya no se sabe si los hombres con escopeta de caza de la sala están para proteger a los refugiados, o sólo velan por su pellejo.
- ¿Cómo te llamas? – le dice la muchacha que hay a su lado.
- Ángela – responde con laconismo.
- Yo me llamo Daniela. – Como si la conociera de toda la vida continúa:
- Me iba a volver a Bucarest esta semana. Me llamó mi primo y me dijo que habían aceptado mi solicitud en el Ayuntamiento. En pocos días todo se ha vuelto loco.
Ángela aun no se ha recuperado del trauma. Anteayer estaba hablando en la Universidad con Dani sobre la desaparición de Eva y anoche se encontró con los dos en la puerta de su casa. Todo ha ido tan rápido que apenas nadie es capaz de analizarlo. Empezaron a verse a gentes con túnicas negras en procesión por las calles. Eva y Dani llevaban esas túnicas. Salió corriendo y vio como agitaban los brazos, vio ese torbellino formarse, como un tornado de moscas. Cuando iba a ser alcanzada. salió de una esquina una pareja que corría con sus maletas. El remolino se cebó en ellas. Saltaban jirones de carne y les reventaban las arterias. Como perros de presa, Dani y Eva se aproximaron a las víctimas con las bocas abiertas y padalearon la lluvia de sangre que brotaba de sus cuerpos con éxtasis.
- ¿Qué crees que está pasando? – le interrumpe Daniela en sus pensamientos.
En ese momento se escucha un fuerte alarido en el pasillo. Se acaba de poner el sol y de una rejilla del aire acondicionado surgen personas embozadas en túnicas negras como si fueran salamandras. Hacen el conjuro del que ya muchos fueron testigos la noche anterior y el remolino demoníaco ataca a quienes pilla en su camino. Se oyen disparos, pero no son efectivos contra ellos. Los tornados de “moscas” les alcanzan y despedazan. La histeria es generalizada. Un celador ha improvisado una antorcha con telas y alcohol, las “moscas” parecen huir, pero los encapuchados son más osados que sus conjuros y sacando unos enormes cuchillos de carnicero de sus ropajes, le revientan a puñaladas.

AÑO CERO

Ha salido el sol, Daniela y Ángela hacen el petate y se ponen en camino. La cabaña ya no es segura. Por el día no corren riesgo de ser atacados ni por los Vectores ni por sus conjuros, pero los “conversos” y “siervos” pueden ser tanto o más peligrosos.
“El Químico” les explicó su teoría, pero ¿y si sólo era un idiota?. No están seguras, no están seguras de nada. Cada vez se ven menos columnas de refugiados y los grupos tienden a ser más pequeños y desconfiados. Por lo que han visto, es verdad que es más seguro ser pocos pero bien avenidos. En todos los convoyes de mas de seis o siete personas acaba infiltrándose un Vector y destruyendo a todos menos a aquellos que puede convertir. En ocasiones han visto a personas adoptar voluntariamente “el culto” y vestidos de forma similar a los Vectores seguir la corriente de las cosas. Parece ser que brinda alguna protección, pero no es absoluta. Cuando un Vector está sediento se pasa por el forro los formalismos y devora al primero que pilla.
Las dos cortas jornadas que pasan a la intemperie son de puro terror pensando en los Vectores. Tienen suerte.
Desde la loma se observan las hileras de humo de la Almunia de Doña Godina. En la autovía hay decenas de vehículos destartalados imposibilitando la circulación. Es lo común en todas las carreteras del mundo. Ya no hay radio, salvo aquellos particulares que desde sus búnkeres se comunican con la onda corta. Los nodos de Internet han reventado y sólo algunos privilegiados como “El Químico” lo hacían vía satélite. Ya no hay noticias fiables de nada.


CAOS Y ENTROPIA

Salen corriendo del hospital. Unos optan por encerrarse en casa y otros por echarse a la calle. El caos circulatorio es absoluto y resulta imposible que nadie avance. Una escavadora conducida por un militar va despejando el camino al blindado. El pelotón se baja y comienza a tirar granadas incendiarias por las alcantarillas. Es una medida que se ha debido de tomar a nivel mundial sin acuerdo previo. Las tuberías de gas estallan y saltan las tapas en las calles adyacentes. Algunos encapuchados surgen de entre las llamas y lanzan remolinos contra todo lo que se menea. El pánico es total.
Todas las vías de comunicación están colapsadas y se cuenta que los que están allí atrapados son presa fácil de las “moscas”. De forma espontánea, y a tan solo unas horas de la primera noche de caos generalizado, se forman grupos de conversos. Parece funcionar, incluso los verdaderos encapuchados hablan con ellos y hacen gestos de aceptarlos, por lo que el ejemplo cunde.
Daniela y Ángela han llegado a Valdefierro, un barrio de las afueras de la ciudad. El espectáculo es idéntico al del centro. Un joven de unos veinte años conduce una moto de gran cilindrada. Les hace señas para que se suban. La máquina puede perfectamente con los tres. Sorteando obstáculos se adentran rápidamente en caminos de tierra. Ya se ven enormes cantidades de personas por ellos. Un grupo intenta abalanzarse sobre la moto, evidentemente codician la Yamaha. Evitan a la gente y en más de una ocasión escuchan disparos a sus espaldas. Disparos que indudablemente van dirigidos con muy mala uva a juzgar por como saltó en pedazos uno de los retrovisores.
Campo a través no hay nadie. Desde los secarrales que circundan a Utebo puede observase, a un lado, a la capital en llamas y a al otro el aeropuerto en idéntico estado. En la base aérea adyacente se escuchan explosiones y como cuatro o cinco F-18 logran remontar el vuelo y desaparecer. Del aeropuerto civil únicamente un charter despega para estrellarse a los pocos minutos en mitad de la autovía.
Van por pistas forestales del Moncayo. A la altura de un cruce de caminos, el joven toma un sendero y en mitad de un pequeño claro se detiene. Con los faros de la moto alumbra una vaguada llena de hojarasca. Tras retirar bastantes hojas y maleza queda al descubierto una enorme trampilla corredera. De debajo de la raíz de un árbol saca una especie de mini consola y teclea unos números. Vuelve a esconderla y tira del asidero que deja al descubierto una rampa que se pierde en la oscuridad. Arrastra la moto y les hace señas para que le sigan.
Unas luces tenues de emergencia enmarcan una pesada puerta de metal. En la pared hay un pequeño corredor circular y angosto. El joven les dice que esperen y se introduce por el.
- Parece un bunker antinuclear – le dice Ángela a Daniela cuando están a solas.
- A mi este tío me da miedo, pero es preferible a “lo otro”.
Ángela se encoge de hombros y se sienta en el suelo. Los minutos pasan interminables.

AÑO CERO

Tras abandonar La Almunia llegan a El Frasno. Tienen que hacer noche, pero no parece haber nadie por los alrededores. La mayor parte de las casas están destruidas y la pequeña carretera que enlaza con el discreto enclave militar de vigilancia aérea aparece repleta de esqueletos humanos y de vehículos. Deciden acampar en el sótano de una de las ruinas. No se molestan en hacer hogueras, que sea lo que dios quiera.
Por la mañana, Ángela se despierta sola. Su aprensión es disipada cuando aparece Daniela con provisiones no perecederas extraídas de los restos de una tienda de ultramarinos. En su hombro lleva un CETME. Había un montón de cargadores y armas en un autobús del ejercito.
- Deberías coger una – dice Daniela.
- Me dan miedo, acabaría disparándome en un ojo.
- ¡Es muy fácil!, yo te enseño.
Daniela coloca el cargador. Ángela se fija en como estira hacia atrás de un saliente que hay a la derecha del fusil y luego lo golpea hacia adelante.
- Ya está – le dice
Se lo apoya en el hombro y le advierte a Ángela de que se coloque a su izquierda o se retire hacia atrás.
Ángela se retira un paso.
Un sonido parecido al de una traca de petardos hace que Ángela de un bote. No se ha retirado lo suficiente y un casquillo le roza la nariz provocándole una buena ampolla.
Daniela se ríe y mira el fusil sorprendida.
- ¡Que susto!, pensé que estaba en disparo único. Esta va al revés que en mi país. No esperaba una ráfaga, que divertido, ¿no?.
- No quepo de alegría y satisfacción – contesta con voz de hormiga su compañera.
Improvisan unas fundas para los fusiles de asalto, que Ángela dice no querer aprender a manejar, y se hacen también con dos pistolas y abundante munición del nueve “parabellum”. El arma corta es mucho más manejable y hay menos riesgo de sufrir un accidente. No obstante, en los pocos días que han pasado a la intemperie, apenas han tenido sustos con perros salvajes y demás fauna. La razón está clara, la naturaleza juega la carta del mínimo esfuerzo y todavía las ciudades son un almacén de carne humana y de todo tipo para las bestias. Cuando los cadáveres terminen de pudrirse, las alimañas volverán sus ojos al bosque y descampados.
Han llegado al valle y deben estar cerca de alguna ciudad. Las humaredas no mienten. Cruzan la autovía y toman dirección a un monte donde les ha parecido ver a un pastor. Como van armadas y el tío parece estar sólo, no se sienten muy en peligro.


CAOS Y ENTROPIA

El joven reaparece. Daniela y Ángela se sobresaltan.
- Bueno, ya está. Tenía que dejar la entrada cubierta. La exclusa por la que he salido es muy fácil de disimular, pero “la entrada para vehículos” es otra historia.
La puerta metálica tiene unas ruedas como de caja fuerte.
- Os vais a reír, pero es que se me olvidó decíroslo. Si hubierais intentado abrir... ¡Bum!. Sólo hay una combinación correcta y no hay dos oportunidades. En fin, ya os enseñare.
Las muchachas se quedan pálidas. A las dos se les había pasado por la cabeza la idea, segundos antes de que volviera.
El generador enciende automáticamente los fluorescentes de la sala. Está bastante bien montado. Hay ordenadores, mesas, camastros, nevera, cocina, baño. Un lujo, dadas las circunstancias.
- El agua es subterránea – se jacta. La electricidad viene por varias vías. Tenemos los generadores de gasoil, que calculo con reservas para un mes, pero también de placas solares y varios molinos eólicos de La Muela.
- ¿Por donde van los cables? – se intriga Ángela.
- ¡Ah!... Es todo subterráneo. En fin, contactos que tiene uno. Acabe “Teleco” el año pasado, pero tengo amigos en varios puntos clave. La verdad es que ahora da igual, en otro tiempo habría tenido que matarte – se ríe.
Ángela sonríe de forma forzada y Daniela está mirando la decoración. Hay una enorme bandera con la cara del “Che”.
- ¿Cómo te llamas? – le dice Daniela al joven.
- Sí, perdón. No os lo he dicho. Miguel.
Una vez hechas las presentaciones se disculpa por que va a darse una ducha. Hay dos baños, pero les insinúa que no le importa compartir...
- Estamos limpias – le corta Daniela – Preferimos comer algo.
- Serviros, en la nevera y el arcón hay comida para un regimiento.
Cuando Miguel entra en la ducha Daniela dice.
- ¡Como sois los niños pijos!, nos ha tocado un admirador del “socialismo real”. Tendría que haber vivido en mi país.
- Esto... Mejor que dejes el tema – le advierte Ángela señalando un póster del PCE(R) – este es más que un admirador, parece de los de “acción directa”. Creí que el GRAPO ya no existía. Pero bueno, ahora ¿qué más da?.

Han dormido durante horas y al despertar encuentran a Miguel al frente del ordenador y con la emisora de onda corta encendida.
- ¡Las cosas están chungas!. – dice con alegría.
- ¿Qué noticias hay? – preguntan ellas.
- En un solo ciclo de oscuridad, en veinticuatro horas, todos los gobiernos del planeta se han desbordado. No hay ni una sola organización oficial que funcione. Los Vectores no han actuado ni al azar ni de forma caótica como temíamos algunos. Han golpeado en todas partes y en especial allí donde había representación del poder. ¡Sí! – levanta el puño.
- ¡¿Y te parece fantástico?!. – se indigna Daniela.
- Estáis enfermas por el alienamiento capitalista. Ahora sí que es nuestra oportunidad. Sólo los grupos marxistas clandestinos hemos quedado fuera del desastre... – frunce el entrecejo - ¡Oye!, que nosotros no tenemos nada que ver, no hacemos magia ni expulsamos moscas o lo que sea eso. La primera noche, Ander y yo tomamos muestras de un Vector reventado y lo analizamos. El caos no era todavía generalizado, pero nosotros sabíamos que se avecinaba algo grande.
Su piel emite un elevadísimo nivel de estrógenos y es muy fácil comprobarlo con estas tiras reactivas. Sabemos detectarlos, podemos organizarnos y podremos destruirlos. Cuando todo esto acabe y liberemos al mundo, llevaremos a cabo de una vez el Socialismo Mundial.
- “Et cum espiritu tuo” – rezonga Daniela.
A Ángela le da igual. No debe ser ni el único iluminado con la suerte necesaria para protegerse del desastre, ni tan siquiera el peor. ¿Habrán sobrevivido sólo los miembros de organizaciones terroristas y clandestinas?. ¿El futuro lo marcaran, caso de que se libren de los Vectores, los más tarados del planeta?. Si es así , a los supervivientes les espera un sinfín de guerras de poder entre maoístas, islamistas, seguidores del santo prepucio, vegetarianos, ecologistas, apóstoles macrobióticos, sectas africanas, iluminati, disidentes del libro mormón y la congregación gonocócica de Pascual de Cuenca.
Mientras chatea con Ander, Miguel confiesa que además de Telecomunicaciones es algo más que un aficionado a la química, en especial la orgánica. De hecho su alias es “El Químico” . Debajo de la mesa del ordenador hay una pila de revistas pornográficas, por lo que Daniela piensa que tal vez sea simplemente un “friki” que presume de lo que no es.
No hay acceso a la mayor parte de las webs, apenas quedan nodos activos. Miguel piensa que muy pronto solo va a ser posible comunicarse por onda corta. Vuelve a llegar la noche, aunque dentro del bunker no se nota. Tomando café Miguel rompe el hielo.
- En el futuro mundo las mujeres seréis dueñas de vuestro cuerpo. – lo dice con solemnidad pero no puede ocultar la mirada lasciva que les dirige a ambas.
- Yo soy dueña de mi cuerpo – le corta Daniela.
Miguel sonríe y piensa para sí que, tarde o temprano, aceptaran a mister granos como a mister universo, entre otras cosas, por que no hay mucho donde elegir.
La radio emite un ruido pulsátil. Miguel se levanta y la ajusta.
- “Miguel, ¿Estás ahí?, soy Ander”.
- Hola Ander, ¿te dió tiempo a recibir el mail con las instrucciones?.
- “Las tengo tío, las tengo”. ¿Cuantos estamos?, yo estoy solo en la Topera Garrapinillos.
- Ya sabes que tenemos que ser grupos pequeños. Estoy aquí con dos compañeras. Nos las podremos arreglar hasta que se despeje todo.
- “Esto va a toda hostia, ya no funciona Internet. Tengo los componentes que nos hacen falta. Esta noche la pasaré en la Topera. Mañana iré tal y como quedamos”
Ni Miguel tiene fuerzas para llevarse a la cama a las muchachas, ni nadie tiene ganas de otra cosa que dormir. Los acontecimientos recientes sobrepasan las fuerzas de iluminados, bípedos y cualquier cosa con piernas y brazos.
Ángela reconoce que siempre ha tenido debilidad con los gilipollas, de hecho Dani era un subnormal absoluto y sin embargo le ponía. Miguel es una categoría extraña de genio-fanático-imbécil que le pone los pezones en punta, pero al igual que ellos, se derrumba por el cansancio.
El nuevo día descubre a un eufórico Miguel. Este va en calzoncillos por la habitación cantando:
- “Todas la mañanas, cuando me levanto, tengo la pichina más dura que un canto”.
Ángela está de morros por que aunque Miguel le pone, las insinuaciones se las hace a Daniela, que por cierto, pasa de él como de la mierda. Incluso podría decirse que le repugna.
Miguel les enseña a abrir las puertas con seguridad, es decir, sin que nada explote. El marco de la puerta, según él, tiene C4 para volar un edificio.
Salen fuera con cautela, pues Ander estará al llegar. Aunque por el día no hay Vectores, sus seguidores pueden ir de caza para complacerlos.
- Esperar cerca de la entrada, me parece que viene por allí.
Miguel se aleja ladera abajo hasta perderse de vista. Daniela se vuelve a Ángela y le indica por señas que vuelvan dentro.
- ¿Qué haces? – protesta cuando ve a Daniela llenar la mochila con provisiones y las tiras reactivas. Ella no responde pero le hace signos imperiosos de que la imite.
- ¡Estás loca!, ¿Dónde vamos a encontrar un sitio tan seguro como este?. – A pesar de todo, y sin saber por que , le hace caso.
Vuelven a salir fuera y escuchan ruidos que se acercan. Se esconden detrás de unos matorrales y ven a varios encapuchados que llevan a Miguel maniatado.
- ¡Ander, eres un hijo de puta que te has vendido a la nueva oligarquía ¡.
Ander hace un gesto y sus esbirros le dan un fuerte golpe en la cabeza con una barra de hierro. Debe de ser algo más que un converso. Quizás un “siervo”, pues parece tener dominio sobre los otros. De momento, por lo poco que saben, sólo los Vectores hacen el conjuro de las moscas, pero tampoco apostarían por ello.
- ¡Vamos dentro! – ordena Ander – Ellas tienen que estar allí.
Cuando han desaparecido tras la trampilla, Ángela y Daniela emprenden la marcha. Tienen que aprovechar las horas diurnas todo lo que sea posible. Contra humanos tienen probabilidades de huir, las moscas de los Vectores corren demasiado. Son horas de caminata bajo un sol de justicia y con el olor a carne quemada que emanan las ciudades haciendo presa en sus pulmones. Al anochecer llegan a una cabaña abandonada. Cierran puertas y contraventanas y preparan un buen fuego. La noche del hospital vieron como las moscas convertían en Vector a un desdichado jubilado, no siempre destrozan y transforman a la víctima en alimento y al parecer el fuego las ahuyenta... un poco.


AÑO CERO DIA UNO.

El pastor les ha visto. Ellas se le acercan con cautela. Va vestido con piel de oveja mal curtida. Parece sacado del siglo XIX.
- ¡Hola! – dicen ellas desde cierta distancia.
- ¡Hola! – contesta con naturalidad.
La presión de la pistola que esconden bajo la ropa disminuye al comprobar que no es peligroso.
La ovejas pastan mansamente y un perro pelanas da brincos de alegría.
- ¿Tenéis hambre? – pregunta.
Ángela y Daniela se miran y al escuchar sus tripas sobre el silencio se echan a reír.

El pastor dice que se llama Serrano, a secas. Siempre ha sido pastor. Bueno, una vez fue alumno en un colegio pero el profesor le dijo: - “Serrano, tu de mayor serás pastor”.
Les cuenta que el desastre de la ciudad fue igual que en todas partes, pero que ahora ya ha pasado lo peor y que hay una pequeña comunidad viviendo en unas antiguas ruinas romanas.
Serrano se aleja para ayudar al perro a reunir al rebaño pues se acerca la hora de regresar.
- Daniela, nunca te lo he preguntado, pero... ¿Cómo sabías que Ander era peligroso?. – le dice Ángela.
- No lo sabía, pero es muy difícil que lo que sea que maneje esta pesadilla haya podido desarticular cualquier orden establecido y no se fijase en unos exhibicionistas con tecnología de la NASA e ideario de Pol Pot. Desde mi punto de vista estamos más seguros con los pastores que con cualquier variante de James Bond, Che o grupos de liberación animal. Aquello era un faro emitiendo señales.
- Vale, pero si vemos túnicas en el poblado de este tío nos vamos corriendo al grito de maricona la última.
- No creo – dice Daniela sonriendo - , este chaval parece majo.
Ángela cree observar un punto lascivo en la mirada de Daniela. En el bunker, cuando preparaban la huida, estuvo a punto de gritarle que era una frígida estrecha que no quería compartir cama con ningún tío.
- De todos modos – añade Ángela - , Miguel tenía razón en una cosa, en la facilidad con que la gente se vende al poder establecido. La primera noche de caos absoluto ya se formaban grupos de lameculos de los nuevos dueños. Y eso que nadie tiene ni puta idea, ni de que van, ni de donde ha salido todo esto.
-Estás muy filosófica, Ángela. La gente hace lo que sea por sobrevivir.
- Bueno, bueno. A mi me va el sexo y antes muerta que puta. No entiendo esa falta absoluta de dignidad que tienen algunos.
Daniela se encoge de hombros.
Siguen a Serrano hasta el campamento de las ruinas romanas. El crepúsculo hace brillar una estructura de metal que cobija unas antiguas termas. Allí está reunido un pequeño grupo de unas veinte personas. Van vestidas como el pastor y les saludan amablemente.
Hay un tipo con pinta de impresentable que enseguida le hace tilín a Ángela. Lleva tatuajes semicarcelarios y parece más basto que un arado. Se llama Santiago y era de un pueblo cercano al lugar.
Apenas nadie hace referencia al pasado, como si fuera algo de la prehistoria en vez de pocos días. Cuando llega la noche se dirigen al anfiteatro. Ángela piensa que allí deben tener mantas o algo para ellas. Efectivamente, sacan un arcón en el que parece que hay ropa. En ese momento es cuando a ambas se les hiela la sangre. Del templo que hay sobre el anfiteatro surge una forma humana envuelto en una túnica negra. Nadie de los allí presentes se asusta.
Serrano va repartiendo las túnicas y la gente se las pone con naturalidad. No es consciente de nada durante unos segundos, pero se ve a sí misma con la túnica y uniéndose al circulo de la congregación. El Vector lanza un remolino que les hace pequeños cortes en las muñecas y va recorriendo el grupo dando comedidos lametazos. Cuando todo ha acabado resuena en su cabeza: “antes muerta que puta”, “no entiendo esa falta absoluta de dignidad que tienen algunos”.