7.5.06

AÑO CERO

Apocalipsis

Por el camino del miedo,
ejércitos de bobos,
se anudarán del cuello,
la soga en que ellos solos,
arrastrarán su cuerpo,
hacia un barrizal de lodo,
hacia un corral de cieno.

AÑO CERO

En la cabaña el fuego se ha apagado. Ángela Montero se despierta y le da un codazo a su compañera, Daniela Marguitha. Reacciona a la primera y juntas vuelven a preparar una buena fogata junto a la chimenea. Los objetos protectores están a mano pero el error cometido podría haber sido fatal. En cualquier caso, se tienen que cercionar de no haber sucumbido ya al desastre.

ANTES DE TODO

Los jardines de la universidad están semidesiertos. Es de madrugada y como hace buen tiempo, muchas parejas de tortolitos se refugian en ellos para meterse mano.
- Dani, no. – murmura Eva.
Él no replica, se limita a cogerle la mano e introducirla en sus pantalones cortos. Ella la saca con rapidez.
- ¡Dani, que no! – le susurra – que no me apetece. Habíamos quedado para hablar.
- ¡Jo tía!, que rallada llevas encima. Estás en plan borde.
- ¿Qué plan borde? – se cabrea - . ¿Qué plan borde?, si el pasado finde estuviste con Ángela haciendo lo mismo después de que me dejaras en casa.
Dani adopta una posición de chulillo cuando se sube en el banco.
- Mira tía, no te pongas así. Yo estaba puesto y ya sabes que los cubatas y las “lentejas” me dan un subidón rarito pero elegante.
- Eres un cerdo – le replica con repugnancia.
Una señora pálida, de unos cuarenta tacos, se les acerca. Lleva un vestido floreado y liviano.
- Hola chicos, perdonar que os moleste, Veréis, tengo un problema. – se muerde los labios y continúa - Se me ha perdido una medalla detrás de aquellos cipreses y no estoy bien de la vista. ¿Podríais ayudarme a encontrarla?.
Dani sigue subido en el banco. La mirada que le dirige a la mujer es de prepotencia absoluta. Coloca una pose de tipo duro que está de vuelta de todo y dice:
- Escucha Eva, yo me voy. Es posible que debamos cortar, estamos en ondas diferentes.
Dicho esto, salta sobre el césped y se va hacia la calle donde tiene aparcado el coche.
Eva se queda a solas con la mujer. Ésta tiene la misma expresión que cuando llegó. Sus facciones parecen indefinidas y sus ojos parpadean de una forma artificiosa.
- ¿Me puedes ayudar bonita?.
Eva tarda unos segundos en reaccionar, pero finalmente la sigue.



Wily Matamoros Ramos se tambalea por las calles. Al cruzar uno de los semáforos de Via Universitas está a punto de ser atropellado por un descerebrado que conduce un Opel Corsa tuneado. Wily incluso logra articular unas pocas palabras:
- ¡Tu... abramads ( ... pausa... ), te vayan... ( ... de puta ...)!.
En mitad de la calzada bascula hacia los lados como si fuera incapaz de dar un solo paso adelante. Sin saber como, camina en dirección a la Avenida Madrid. El escaso trafico le deslumbra de forma intermitente con los faros. Su calle es adyacente a la principal y tiene un curioso trazado semicircular. A diferencia de la mayoría, no conecta con la Avenida Navarra.
Esta vez no ha perdido las llaves. El portal se abre con su característico chirrido. Alguien ha cagado dentro. Wily piensa: “Mira, uno que iba mas pedo que yo”. El ascensor suena igual que una carracla y al llegar al rellano hace un ruido como el de un pistón neumático, lo normal.
- ¡María! – grita en el vestíbulo.
María no está – piensa con fastidio - , se refugia en un centro de acogida para mujeres maltratadas. A Wily siempre se le olvida cuando bebe.
Se tira en el jergón y a los pocos segundos se pone a roncar. Unos pasos se aproximan hasta él.



AÑO CERO

Ángela Montero mira a Daniela con desconfianza. Su amiga sabe lo que le preocupa, pues a ella le ocurre lo mismo.
- Ninguna de las dos estamos seguras. Pongámonos cada una en un extremo de la habitación, nos tenemos que hacer la prueba. – si es que funciona y no es una bobada – piensan ambas.


ANTES DE TODO

Ángela sube al tercer piso del edificio de Interfacultades. Hoy salen las notas de psicología. No ha ido a clase en todo el curso y le tocó “Diferencias entre la Gestalt y el conductismo” como tema principal. Por si sonaba la flauta, se estudio el psicoanálisis freudiano, pero si hubiera acudido al aula, tan sólo el primer día, habría sabido que el tema del examen se titula igual que el libro publicado por el profesor.
Efectivamente, tiene un rosco, pero eso ya lo sabía. Quiere hablar con el profesor para pelotear un poco y ver por donde van los tiros en Septiembre.
En el pasillo ve a Dani. Ángela espera que, tal y como le prometió, haya cortado con Eva.
- ¿Se lo has dicho o no?.
Dani se encoge de hombros.
- No se lo has dicho – le reprocha.
- Tía, es que no estoy seguro. La he llamado a casa y sus padres me han dicho que no saben donde está. Han avisado a la policía y todo eso. ¿No has oído las noticias?. No se habla de otra cosa.
- ¿Qué me estás contando?. Sólo querías aprovecharte de mi. El niño va calentorro me promete que tal y cual y luego adiós.
- ¡Qué no es eso!. Esto es muy fuerte, cada vez aparecen más. Primero fue ese Wily que saltó por la ventana chorreando sangre. Al llegar al suelo estaba como una pasa y le faltaban trozos de carne. Ya van doce
Ahora es consciente de los círculos de gente que cuchichean en voz baja. Recuerda que al salir de casa los ha visto también por la escalera. Anoche se premió con una velada tranquila de vino, música y bañera caliente. Sus padres están de viaje y es una gozada disfrutar de la casa a tus anchas.
- Si tía, en todo el mundo se han encontrado cadáveres con las mismas características. Aparecen despellejados y sin la mayor parte de su sangre. La bolsa se ha desplomado y el Consejo de Seguridad de la ONU se ha reunido. Ocurre en todos los continentes y grandes ciudades; pero también en las aldeas más remotas. La policía no tiene ni idea. Dicen que ha habido unos cien mil en todo el planeta.


AÑO CERO

Cogen el frasquito de las tiras reactivas que le quitaron a “El Químico” antes de que se lo llevaran. Si una de ellas fuera un Vector, la otra ya estaría “lista”. Pero no pueden soportar la incertidumbre. Sin contacto directo es muy improbable que les haya pasado nada, pero nunca se sabe.
- Vale, - Ángela suspira - ¡estamos limpias!.
Ambas se abrazan riéndose de forma histérica.


CAOS Y ENTROPIA


La sala de espera del Hospital Clínico está atestada de gente. El horror se puede masticar. Nadie se fía de nadie. Las cosas se están desmoronando. Al principio sólo había policías y militares armados, ahora, todo aquel que tiene un arma la muestra abiertamente. Ya no se sabe si los hombres con escopeta de caza de la sala están para proteger a los refugiados, o sólo velan por su pellejo.
- ¿Cómo te llamas? – le dice la muchacha que hay a su lado.
- Ángela – responde con laconismo.
- Yo me llamo Daniela. – Como si la conociera de toda la vida continúa:
- Me iba a volver a Bucarest esta semana. Me llamó mi primo y me dijo que habían aceptado mi solicitud en el Ayuntamiento. En pocos días todo se ha vuelto loco.
Ángela aun no se ha recuperado del trauma. Anteayer estaba hablando en la Universidad con Dani sobre la desaparición de Eva y anoche se encontró con los dos en la puerta de su casa. Todo ha ido tan rápido que apenas nadie es capaz de analizarlo. Empezaron a verse a gentes con túnicas negras en procesión por las calles. Eva y Dani llevaban esas túnicas. Salió corriendo y vio como agitaban los brazos, vio ese torbellino formarse, como un tornado de moscas. Cuando iba a ser alcanzada. salió de una esquina una pareja que corría con sus maletas. El remolino se cebó en ellas. Saltaban jirones de carne y les reventaban las arterias. Como perros de presa, Dani y Eva se aproximaron a las víctimas con las bocas abiertas y padalearon la lluvia de sangre que brotaba de sus cuerpos con éxtasis.
- ¿Qué crees que está pasando? – le interrumpe Daniela en sus pensamientos.
En ese momento se escucha un fuerte alarido en el pasillo. Se acaba de poner el sol y de una rejilla del aire acondicionado surgen personas embozadas en túnicas negras como si fueran salamandras. Hacen el conjuro del que ya muchos fueron testigos la noche anterior y el remolino demoníaco ataca a quienes pilla en su camino. Se oyen disparos, pero no son efectivos contra ellos. Los tornados de “moscas” les alcanzan y despedazan. La histeria es generalizada. Un celador ha improvisado una antorcha con telas y alcohol, las “moscas” parecen huir, pero los encapuchados son más osados que sus conjuros y sacando unos enormes cuchillos de carnicero de sus ropajes, le revientan a puñaladas.

AÑO CERO

Ha salido el sol, Daniela y Ángela hacen el petate y se ponen en camino. La cabaña ya no es segura. Por el día no corren riesgo de ser atacados ni por los Vectores ni por sus conjuros, pero los “conversos” y “siervos” pueden ser tanto o más peligrosos.
“El Químico” les explicó su teoría, pero ¿y si sólo era un idiota?. No están seguras, no están seguras de nada. Cada vez se ven menos columnas de refugiados y los grupos tienden a ser más pequeños y desconfiados. Por lo que han visto, es verdad que es más seguro ser pocos pero bien avenidos. En todos los convoyes de mas de seis o siete personas acaba infiltrándose un Vector y destruyendo a todos menos a aquellos que puede convertir. En ocasiones han visto a personas adoptar voluntariamente “el culto” y vestidos de forma similar a los Vectores seguir la corriente de las cosas. Parece ser que brinda alguna protección, pero no es absoluta. Cuando un Vector está sediento se pasa por el forro los formalismos y devora al primero que pilla.
Las dos cortas jornadas que pasan a la intemperie son de puro terror pensando en los Vectores. Tienen suerte.
Desde la loma se observan las hileras de humo de la Almunia de Doña Godina. En la autovía hay decenas de vehículos destartalados imposibilitando la circulación. Es lo común en todas las carreteras del mundo. Ya no hay radio, salvo aquellos particulares que desde sus búnkeres se comunican con la onda corta. Los nodos de Internet han reventado y sólo algunos privilegiados como “El Químico” lo hacían vía satélite. Ya no hay noticias fiables de nada.


CAOS Y ENTROPIA

Salen corriendo del hospital. Unos optan por encerrarse en casa y otros por echarse a la calle. El caos circulatorio es absoluto y resulta imposible que nadie avance. Una escavadora conducida por un militar va despejando el camino al blindado. El pelotón se baja y comienza a tirar granadas incendiarias por las alcantarillas. Es una medida que se ha debido de tomar a nivel mundial sin acuerdo previo. Las tuberías de gas estallan y saltan las tapas en las calles adyacentes. Algunos encapuchados surgen de entre las llamas y lanzan remolinos contra todo lo que se menea. El pánico es total.
Todas las vías de comunicación están colapsadas y se cuenta que los que están allí atrapados son presa fácil de las “moscas”. De forma espontánea, y a tan solo unas horas de la primera noche de caos generalizado, se forman grupos de conversos. Parece funcionar, incluso los verdaderos encapuchados hablan con ellos y hacen gestos de aceptarlos, por lo que el ejemplo cunde.
Daniela y Ángela han llegado a Valdefierro, un barrio de las afueras de la ciudad. El espectáculo es idéntico al del centro. Un joven de unos veinte años conduce una moto de gran cilindrada. Les hace señas para que se suban. La máquina puede perfectamente con los tres. Sorteando obstáculos se adentran rápidamente en caminos de tierra. Ya se ven enormes cantidades de personas por ellos. Un grupo intenta abalanzarse sobre la moto, evidentemente codician la Yamaha. Evitan a la gente y en más de una ocasión escuchan disparos a sus espaldas. Disparos que indudablemente van dirigidos con muy mala uva a juzgar por como saltó en pedazos uno de los retrovisores.
Campo a través no hay nadie. Desde los secarrales que circundan a Utebo puede observase, a un lado, a la capital en llamas y a al otro el aeropuerto en idéntico estado. En la base aérea adyacente se escuchan explosiones y como cuatro o cinco F-18 logran remontar el vuelo y desaparecer. Del aeropuerto civil únicamente un charter despega para estrellarse a los pocos minutos en mitad de la autovía.
Van por pistas forestales del Moncayo. A la altura de un cruce de caminos, el joven toma un sendero y en mitad de un pequeño claro se detiene. Con los faros de la moto alumbra una vaguada llena de hojarasca. Tras retirar bastantes hojas y maleza queda al descubierto una enorme trampilla corredera. De debajo de la raíz de un árbol saca una especie de mini consola y teclea unos números. Vuelve a esconderla y tira del asidero que deja al descubierto una rampa que se pierde en la oscuridad. Arrastra la moto y les hace señas para que le sigan.
Unas luces tenues de emergencia enmarcan una pesada puerta de metal. En la pared hay un pequeño corredor circular y angosto. El joven les dice que esperen y se introduce por el.
- Parece un bunker antinuclear – le dice Ángela a Daniela cuando están a solas.
- A mi este tío me da miedo, pero es preferible a “lo otro”.
Ángela se encoge de hombros y se sienta en el suelo. Los minutos pasan interminables.

AÑO CERO

Tras abandonar La Almunia llegan a El Frasno. Tienen que hacer noche, pero no parece haber nadie por los alrededores. La mayor parte de las casas están destruidas y la pequeña carretera que enlaza con el discreto enclave militar de vigilancia aérea aparece repleta de esqueletos humanos y de vehículos. Deciden acampar en el sótano de una de las ruinas. No se molestan en hacer hogueras, que sea lo que dios quiera.
Por la mañana, Ángela se despierta sola. Su aprensión es disipada cuando aparece Daniela con provisiones no perecederas extraídas de los restos de una tienda de ultramarinos. En su hombro lleva un CETME. Había un montón de cargadores y armas en un autobús del ejercito.
- Deberías coger una – dice Daniela.
- Me dan miedo, acabaría disparándome en un ojo.
- ¡Es muy fácil!, yo te enseño.
Daniela coloca el cargador. Ángela se fija en como estira hacia atrás de un saliente que hay a la derecha del fusil y luego lo golpea hacia adelante.
- Ya está – le dice
Se lo apoya en el hombro y le advierte a Ángela de que se coloque a su izquierda o se retire hacia atrás.
Ángela se retira un paso.
Un sonido parecido al de una traca de petardos hace que Ángela de un bote. No se ha retirado lo suficiente y un casquillo le roza la nariz provocándole una buena ampolla.
Daniela se ríe y mira el fusil sorprendida.
- ¡Que susto!, pensé que estaba en disparo único. Esta va al revés que en mi país. No esperaba una ráfaga, que divertido, ¿no?.
- No quepo de alegría y satisfacción – contesta con voz de hormiga su compañera.
Improvisan unas fundas para los fusiles de asalto, que Ángela dice no querer aprender a manejar, y se hacen también con dos pistolas y abundante munición del nueve “parabellum”. El arma corta es mucho más manejable y hay menos riesgo de sufrir un accidente. No obstante, en los pocos días que han pasado a la intemperie, apenas han tenido sustos con perros salvajes y demás fauna. La razón está clara, la naturaleza juega la carta del mínimo esfuerzo y todavía las ciudades son un almacén de carne humana y de todo tipo para las bestias. Cuando los cadáveres terminen de pudrirse, las alimañas volverán sus ojos al bosque y descampados.
Han llegado al valle y deben estar cerca de alguna ciudad. Las humaredas no mienten. Cruzan la autovía y toman dirección a un monte donde les ha parecido ver a un pastor. Como van armadas y el tío parece estar sólo, no se sienten muy en peligro.


CAOS Y ENTROPIA

El joven reaparece. Daniela y Ángela se sobresaltan.
- Bueno, ya está. Tenía que dejar la entrada cubierta. La exclusa por la que he salido es muy fácil de disimular, pero “la entrada para vehículos” es otra historia.
La puerta metálica tiene unas ruedas como de caja fuerte.
- Os vais a reír, pero es que se me olvidó decíroslo. Si hubierais intentado abrir... ¡Bum!. Sólo hay una combinación correcta y no hay dos oportunidades. En fin, ya os enseñare.
Las muchachas se quedan pálidas. A las dos se les había pasado por la cabeza la idea, segundos antes de que volviera.
El generador enciende automáticamente los fluorescentes de la sala. Está bastante bien montado. Hay ordenadores, mesas, camastros, nevera, cocina, baño. Un lujo, dadas las circunstancias.
- El agua es subterránea – se jacta. La electricidad viene por varias vías. Tenemos los generadores de gasoil, que calculo con reservas para un mes, pero también de placas solares y varios molinos eólicos de La Muela.
- ¿Por donde van los cables? – se intriga Ángela.
- ¡Ah!... Es todo subterráneo. En fin, contactos que tiene uno. Acabe “Teleco” el año pasado, pero tengo amigos en varios puntos clave. La verdad es que ahora da igual, en otro tiempo habría tenido que matarte – se ríe.
Ángela sonríe de forma forzada y Daniela está mirando la decoración. Hay una enorme bandera con la cara del “Che”.
- ¿Cómo te llamas? – le dice Daniela al joven.
- Sí, perdón. No os lo he dicho. Miguel.
Una vez hechas las presentaciones se disculpa por que va a darse una ducha. Hay dos baños, pero les insinúa que no le importa compartir...
- Estamos limpias – le corta Daniela – Preferimos comer algo.
- Serviros, en la nevera y el arcón hay comida para un regimiento.
Cuando Miguel entra en la ducha Daniela dice.
- ¡Como sois los niños pijos!, nos ha tocado un admirador del “socialismo real”. Tendría que haber vivido en mi país.
- Esto... Mejor que dejes el tema – le advierte Ángela señalando un póster del PCE(R) – este es más que un admirador, parece de los de “acción directa”. Creí que el GRAPO ya no existía. Pero bueno, ahora ¿qué más da?.

Han dormido durante horas y al despertar encuentran a Miguel al frente del ordenador y con la emisora de onda corta encendida.
- ¡Las cosas están chungas!. – dice con alegría.
- ¿Qué noticias hay? – preguntan ellas.
- En un solo ciclo de oscuridad, en veinticuatro horas, todos los gobiernos del planeta se han desbordado. No hay ni una sola organización oficial que funcione. Los Vectores no han actuado ni al azar ni de forma caótica como temíamos algunos. Han golpeado en todas partes y en especial allí donde había representación del poder. ¡Sí! – levanta el puño.
- ¡¿Y te parece fantástico?!. – se indigna Daniela.
- Estáis enfermas por el alienamiento capitalista. Ahora sí que es nuestra oportunidad. Sólo los grupos marxistas clandestinos hemos quedado fuera del desastre... – frunce el entrecejo - ¡Oye!, que nosotros no tenemos nada que ver, no hacemos magia ni expulsamos moscas o lo que sea eso. La primera noche, Ander y yo tomamos muestras de un Vector reventado y lo analizamos. El caos no era todavía generalizado, pero nosotros sabíamos que se avecinaba algo grande.
Su piel emite un elevadísimo nivel de estrógenos y es muy fácil comprobarlo con estas tiras reactivas. Sabemos detectarlos, podemos organizarnos y podremos destruirlos. Cuando todo esto acabe y liberemos al mundo, llevaremos a cabo de una vez el Socialismo Mundial.
- “Et cum espiritu tuo” – rezonga Daniela.
A Ángela le da igual. No debe ser ni el único iluminado con la suerte necesaria para protegerse del desastre, ni tan siquiera el peor. ¿Habrán sobrevivido sólo los miembros de organizaciones terroristas y clandestinas?. ¿El futuro lo marcaran, caso de que se libren de los Vectores, los más tarados del planeta?. Si es así , a los supervivientes les espera un sinfín de guerras de poder entre maoístas, islamistas, seguidores del santo prepucio, vegetarianos, ecologistas, apóstoles macrobióticos, sectas africanas, iluminati, disidentes del libro mormón y la congregación gonocócica de Pascual de Cuenca.
Mientras chatea con Ander, Miguel confiesa que además de Telecomunicaciones es algo más que un aficionado a la química, en especial la orgánica. De hecho su alias es “El Químico” . Debajo de la mesa del ordenador hay una pila de revistas pornográficas, por lo que Daniela piensa que tal vez sea simplemente un “friki” que presume de lo que no es.
No hay acceso a la mayor parte de las webs, apenas quedan nodos activos. Miguel piensa que muy pronto solo va a ser posible comunicarse por onda corta. Vuelve a llegar la noche, aunque dentro del bunker no se nota. Tomando café Miguel rompe el hielo.
- En el futuro mundo las mujeres seréis dueñas de vuestro cuerpo. – lo dice con solemnidad pero no puede ocultar la mirada lasciva que les dirige a ambas.
- Yo soy dueña de mi cuerpo – le corta Daniela.
Miguel sonríe y piensa para sí que, tarde o temprano, aceptaran a mister granos como a mister universo, entre otras cosas, por que no hay mucho donde elegir.
La radio emite un ruido pulsátil. Miguel se levanta y la ajusta.
- “Miguel, ¿Estás ahí?, soy Ander”.
- Hola Ander, ¿te dió tiempo a recibir el mail con las instrucciones?.
- “Las tengo tío, las tengo”. ¿Cuantos estamos?, yo estoy solo en la Topera Garrapinillos.
- Ya sabes que tenemos que ser grupos pequeños. Estoy aquí con dos compañeras. Nos las podremos arreglar hasta que se despeje todo.
- “Esto va a toda hostia, ya no funciona Internet. Tengo los componentes que nos hacen falta. Esta noche la pasaré en la Topera. Mañana iré tal y como quedamos”
Ni Miguel tiene fuerzas para llevarse a la cama a las muchachas, ni nadie tiene ganas de otra cosa que dormir. Los acontecimientos recientes sobrepasan las fuerzas de iluminados, bípedos y cualquier cosa con piernas y brazos.
Ángela reconoce que siempre ha tenido debilidad con los gilipollas, de hecho Dani era un subnormal absoluto y sin embargo le ponía. Miguel es una categoría extraña de genio-fanático-imbécil que le pone los pezones en punta, pero al igual que ellos, se derrumba por el cansancio.
El nuevo día descubre a un eufórico Miguel. Este va en calzoncillos por la habitación cantando:
- “Todas la mañanas, cuando me levanto, tengo la pichina más dura que un canto”.
Ángela está de morros por que aunque Miguel le pone, las insinuaciones se las hace a Daniela, que por cierto, pasa de él como de la mierda. Incluso podría decirse que le repugna.
Miguel les enseña a abrir las puertas con seguridad, es decir, sin que nada explote. El marco de la puerta, según él, tiene C4 para volar un edificio.
Salen fuera con cautela, pues Ander estará al llegar. Aunque por el día no hay Vectores, sus seguidores pueden ir de caza para complacerlos.
- Esperar cerca de la entrada, me parece que viene por allí.
Miguel se aleja ladera abajo hasta perderse de vista. Daniela se vuelve a Ángela y le indica por señas que vuelvan dentro.
- ¿Qué haces? – protesta cuando ve a Daniela llenar la mochila con provisiones y las tiras reactivas. Ella no responde pero le hace signos imperiosos de que la imite.
- ¡Estás loca!, ¿Dónde vamos a encontrar un sitio tan seguro como este?. – A pesar de todo, y sin saber por que , le hace caso.
Vuelven a salir fuera y escuchan ruidos que se acercan. Se esconden detrás de unos matorrales y ven a varios encapuchados que llevan a Miguel maniatado.
- ¡Ander, eres un hijo de puta que te has vendido a la nueva oligarquía ¡.
Ander hace un gesto y sus esbirros le dan un fuerte golpe en la cabeza con una barra de hierro. Debe de ser algo más que un converso. Quizás un “siervo”, pues parece tener dominio sobre los otros. De momento, por lo poco que saben, sólo los Vectores hacen el conjuro de las moscas, pero tampoco apostarían por ello.
- ¡Vamos dentro! – ordena Ander – Ellas tienen que estar allí.
Cuando han desaparecido tras la trampilla, Ángela y Daniela emprenden la marcha. Tienen que aprovechar las horas diurnas todo lo que sea posible. Contra humanos tienen probabilidades de huir, las moscas de los Vectores corren demasiado. Son horas de caminata bajo un sol de justicia y con el olor a carne quemada que emanan las ciudades haciendo presa en sus pulmones. Al anochecer llegan a una cabaña abandonada. Cierran puertas y contraventanas y preparan un buen fuego. La noche del hospital vieron como las moscas convertían en Vector a un desdichado jubilado, no siempre destrozan y transforman a la víctima en alimento y al parecer el fuego las ahuyenta... un poco.


AÑO CERO DIA UNO.

El pastor les ha visto. Ellas se le acercan con cautela. Va vestido con piel de oveja mal curtida. Parece sacado del siglo XIX.
- ¡Hola! – dicen ellas desde cierta distancia.
- ¡Hola! – contesta con naturalidad.
La presión de la pistola que esconden bajo la ropa disminuye al comprobar que no es peligroso.
La ovejas pastan mansamente y un perro pelanas da brincos de alegría.
- ¿Tenéis hambre? – pregunta.
Ángela y Daniela se miran y al escuchar sus tripas sobre el silencio se echan a reír.

El pastor dice que se llama Serrano, a secas. Siempre ha sido pastor. Bueno, una vez fue alumno en un colegio pero el profesor le dijo: - “Serrano, tu de mayor serás pastor”.
Les cuenta que el desastre de la ciudad fue igual que en todas partes, pero que ahora ya ha pasado lo peor y que hay una pequeña comunidad viviendo en unas antiguas ruinas romanas.
Serrano se aleja para ayudar al perro a reunir al rebaño pues se acerca la hora de regresar.
- Daniela, nunca te lo he preguntado, pero... ¿Cómo sabías que Ander era peligroso?. – le dice Ángela.
- No lo sabía, pero es muy difícil que lo que sea que maneje esta pesadilla haya podido desarticular cualquier orden establecido y no se fijase en unos exhibicionistas con tecnología de la NASA e ideario de Pol Pot. Desde mi punto de vista estamos más seguros con los pastores que con cualquier variante de James Bond, Che o grupos de liberación animal. Aquello era un faro emitiendo señales.
- Vale, pero si vemos túnicas en el poblado de este tío nos vamos corriendo al grito de maricona la última.
- No creo – dice Daniela sonriendo - , este chaval parece majo.
Ángela cree observar un punto lascivo en la mirada de Daniela. En el bunker, cuando preparaban la huida, estuvo a punto de gritarle que era una frígida estrecha que no quería compartir cama con ningún tío.
- De todos modos – añade Ángela - , Miguel tenía razón en una cosa, en la facilidad con que la gente se vende al poder establecido. La primera noche de caos absoluto ya se formaban grupos de lameculos de los nuevos dueños. Y eso que nadie tiene ni puta idea, ni de que van, ni de donde ha salido todo esto.
-Estás muy filosófica, Ángela. La gente hace lo que sea por sobrevivir.
- Bueno, bueno. A mi me va el sexo y antes muerta que puta. No entiendo esa falta absoluta de dignidad que tienen algunos.
Daniela se encoge de hombros.
Siguen a Serrano hasta el campamento de las ruinas romanas. El crepúsculo hace brillar una estructura de metal que cobija unas antiguas termas. Allí está reunido un pequeño grupo de unas veinte personas. Van vestidas como el pastor y les saludan amablemente.
Hay un tipo con pinta de impresentable que enseguida le hace tilín a Ángela. Lleva tatuajes semicarcelarios y parece más basto que un arado. Se llama Santiago y era de un pueblo cercano al lugar.
Apenas nadie hace referencia al pasado, como si fuera algo de la prehistoria en vez de pocos días. Cuando llega la noche se dirigen al anfiteatro. Ángela piensa que allí deben tener mantas o algo para ellas. Efectivamente, sacan un arcón en el que parece que hay ropa. En ese momento es cuando a ambas se les hiela la sangre. Del templo que hay sobre el anfiteatro surge una forma humana envuelto en una túnica negra. Nadie de los allí presentes se asusta.
Serrano va repartiendo las túnicas y la gente se las pone con naturalidad. No es consciente de nada durante unos segundos, pero se ve a sí misma con la túnica y uniéndose al circulo de la congregación. El Vector lanza un remolino que les hace pequeños cortes en las muñecas y va recorriendo el grupo dando comedidos lametazos. Cuando todo ha acabado resuena en su cabeza: “antes muerta que puta”, “no entiendo esa falta absoluta de dignidad que tienen algunos”.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

que me han dicho que el Goyo anda buscando pelea con el Remacha. Hay que matarlos a ambos, jurl, jurl

tío, tú eres buen chico, pero...

PERCEBE dijo...

El Remacha tiene el sentido de la vista delicado, mejor que no se meta con el Goyo.

Anónimo dijo...

lo curioso es que ambos nos perseguían de pequeños y ambos, que yo sepa, siguen maleando con total impunidad... qué triste la vida de los enanos que no rebanaron los cuellos de sus malvados, sanguinarios adolescentes conflictivos...

Anónimo dijo...

Hola, soy el Goyo. Os voy a matar a hostias.

PERCEBE dijo...

A mi no me lies, métete con Anonymous. El es el culpable de todo.

Anónimo dijo...

...y a mí m'ha dau en el sentido de la vistaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

PERCEBE dijo...

Remacha, eso te pasa por jugar con las niñas y tus globitos... Y por el sadismo de unos profesores muy equilibrados, por su puesto. Como decía el Super de Mortadelo; Ya caerán ya.

¡Desde aquí hasta el infinito, desde el alfa al omega, los apóstoles del crotalo partido os condenamos a la disentería cerebral hasta el advenimiento de los barbapapás.! ¡Salud y miseria para los pochos!.