27.9.05

LUISA




Para Luisa tender la ropa es un deporte. Sabe que el vecino de enfrente baja la persiana y la mira a través de las rendijas. Por esa razón se afloja la bata y deja que se entrevean sus pechos. Son bonitos, hace gimnasia por las mañanas para reafirmarlos. Su marido trabaja en correos y en el bar de Pedro cuando hay campeonatos de la Championns; o lo parece, puesto que está allí más tiempo que en casa. Tiene veintitres años y le da la sensación de que ha pasado una eternidad desde su boda con Miguel. ¿Cómo pudieron tomarle el pelo así?.
De un polvo conejero surgió Andrea, su hija de tres años que en cuanto puede se la endiña a su madre. Al fin y al cabo vive a tres manzanas.
Cuando piensa en el obseso de enfrente, el que la mira por la persiana, se da cuenta de lo poco que tiene en común con Miguel. A su temprana edad se siente acabada. Perdió el contacto con sus amigas al casarse. Ahora, a pesar de mantener sus encantos de juventud tras el parto de Andreita, se ve a si misma como una ama de casa ajada y sin futuro. Su vida social se reduce a tomar café con las brujas de sus vecinas que sin ser mucho mayor que ella, llevan una vida igual de insustancial. La diferencia es que a las arpías no parece importarles. Dos de ellas trabajan en el hospital como enfermeras, pero por supuesto, también tienen que hacer las labores del hogar, que esto es España. Si, ese país tan progre, pero con tal cantidad de hijos de puta por centímetro cuadrado, que si se introdujera uno más, el equilibrio del cosmos se vería comprometido.
Cuando tenía quince años conoció a Miguel. El chulito del barrio que le comió el tarro y con el que lleva ocho años sin saber porqué. Nunca estuvo enamorada de él, incluso no tuvo impedimentos para ponerle los cuernos de vez en cuando. Pero lo que es la inercia, se esperaba que acabaran casándose y así fue. Hicieron el bachillerato juntos, a ella le fue mejor que a él, pero un enchufe sindical le sopló a Miguel las preguntas de la oposición a correos y el muy cabrón no lo quiso compartir. Total, que si él trabaja, no hace falta que lo haga su mujercita. Con veinticuatro años su marido es viejo. Luisa cree que se quedó calvo de golpe por estética en lugar de genética.
Tiene que preparar la comida, el héroe de la casa está al llegar.
- ¡Hola cielo! - Miguel le da un beso en la mejilla a su señora.
- .... - “Hola cielo” , “hola gilipollas” - piensa Luisa sin odio. Realmente el reproche es hacia si misma.
- ¿Qué tenemos de comer?.
- Judías y filetes.
Miguel se frota las manos con satisfacción. Luisa piensa que debe ser la felicidad de pegarse toda la tarde en el sofá tirándose pedos.
Como en el telediario están dando , cosa rara, la hora interminable de rigor de deportes, el volumen hay que ponerlo en el nivel correcto. De eso se encarga Miguel, el amo de la casa, el marcador de calzoncillos ( no cosa no vaya a distinguir la parte delantera de la trasera y se pierda). Cuando el altavoz vibra, el volumen correcto ha sido alcanzado.
A las cuatro de la tarde llega su madre con Andreita.
- ¡Hola mamá!.
- Hija, ¡que calor hace en la calle!. Ya veo que Miguel se está echando la siesta - mueve las manos para ventilar el aire - , toma a tu hija, que ahora se hace la amodorrada, pero no sabes que mañana me ha dado, quiere...
- Mamá - le interrumpe Luisa - , quédate aquí con Andrea que tengo que salir a comprar. - Coge en volandas a su hija para darle un beso. La niña no le corresponde por que efectivamente está amodorrada. Es de la generación de niñas malcriadas por sus abuelos. En fin, el prototipo de puto crío impertinente que no para de dar por culo allí donde va hasta caer rendido por el cansancio. No sabe lo que siente por su hija. Se siente medio culpable, pero, ¿es culpa suya que la criatura se parezca tanto a su padre?.
- ¿Dónde vas a ir con el calor que hace? - pregunta su madre.
Luisa no le da opción y le responde cuando sale por la puerta.
- Voy al centro comercial, tiene aire acondicionado.
Cuando baja al portal y sale a la calle nota como el sol le deslumbra y hace estornudar. Dobla la esquina y llega al número doce, el que da enfrente en el patio de luces. Llama a un número al azar.
- ¿Quién es?
- ...¿Me puede abrir, soy el cartero? - dice ella.
- Pero, ¿Quién es?, ¿oiga?...
Espera a que deje de farfullar estupideces y llama a otro piso.
- ¿Si?
-...¡Terooo! - medio grita con voz palurda.
Ahora sí. Ha dado con el tono correcto para hacerse respetar y que le abran la puerta sin joder.
El ascensor le lleva al cuarto piso. El suyo pero en otro edificio. Sin dudar llama a la puerta adecuada. Nota como el inquilino mira por la mirilla, ella sonríe.
- Hola, ¿que quiere? - abre la puerta un hombre de unos cincuenta años con gafas, pantalón corto y camiseta de Tintín.
- Soy Luisa, ya sabes, tu vecina de enfrente y me gustaría conocer como vive un pervertido. - Mantiene la expresión más afable y convincente que es capaz de poner.
El pervertido se queda pasmado. Su disco duro intenta decodificar la situación. ¿Será una broma?, ¿cámara oculta?, ¿será un reproche?, ¿estará soñando?. En vista de la petrificación del sujeto y de los primeros síntomas de obnubilación (el labio inferior empieza a descolgarse), Luisa decide intervenir con más decisión. Le acaricia suavemente el brazo y le dice con voz muy dulce:
- De verdad señor, me gustaría saber como vive un pervertido.
Luisa se invita a pasar. La puerta se cierra. Nunca es tarde para empezar a vivir.

21.9.05

¿QUIÉN QUIERE VIVIR PARA SIEMPRE?


El Comité Revolucionario está llegando a Sirio. El planeta Prometeo será la nueva sede del Gobierno de Mundos. La nave Antorcha trabaja por encargo de los líderes que dirigirán la Confederación Planetaria. Gunter Heinz sigue a la avanzadilla, sus mercenarios y él han participado en varias revoluciones. Todas ellas eran el heraldo del nuevo orden definitivo... hasta que surge el verdadero nuevo orden definitivo, claro.
La nave Antorcha es el típico cilindro que obtiene su gravedad mediante giro, pero sus veinte años de uso han deteriorado los rodamientos. Una vez más, la tripulación se encuentra flotando en gravedad cero por un fallo de los mismos.
- Capitán, esta nave es pura chatarra - dice el Segundo de abordo, el Teniente de Mercenarios BreakTool.
- Después de este negocio podremos comprar una nueva, Break. Eres una rata del espacio con la suficiente experiencia como para haber aprendido a cagar en los servicios de emergencia. ¿A que vienen estos remilgos?. - El Capitán Heinz sabe perfectamente a lo que se refiere Break.
- Ya sabes, los muchachos piensan que una travesía sin una buena partida de Póker trae mala suerte.
- Nos pagan por llevar material valioso para el Comité Revolucionario, y es lo que tenemos que hacer. No tenemos repuestos, esta vez nos tendremos que aguantar.
- Podríamos mirar en la bodega de carga, seguro que encontramos algo de utilidad. - insiste Break.
- Es mejor que no toquemos nada, no se que cargamento llevamos pero no es de nuestra incumbencia. - El Capitán va perdiendo convicción. ¡Que cojones!, un marino que no es supersticioso no es un marino. Con un gesto le da su aprobación a su Segundo.
El resto de la tripulación, Larry y Ramírez, tienen la mirada perdida, es increíble que vayan a llegar a su destino sin la partida sagrada de rigor. El Capitán no les ha dicho que Break va a intentar solucionar el problema, no quiere que se hagan ilusiones. Al cabo de tres horas notan una fuerza que les estampa contra el suelo. Larry cae desde tres metros de altura pero lejos de quejarse grita:
- ¡Partida, partida!-
Al poco rato aparece un sonriente Break haciendo el símbolo de la victoria.
- No te lo vas a creer Capitán, en la bodega había una caja con doscientos rodamientos del tamaño apropiado. No se para que los quieren estos revolucionarios, la mayor parte de la carga son bases de datos y material informático. A lo mejor en lugar de un gobierno quieren montar una noria.
- Espero que no tengamos problemas. - le responde Heinz con cierta preocupación.
- ¡Bah!, he metido los viejos en su lugar. No se en que máquina querrán emplearemos. Algunos casi no están achatados y los he colocado en la caja los últimos por si le dan un vistazo al llegar. Para cuando se den cuenta ya habremos cobrado y estaremos lejos. Además, puede que ni siquiera les interese. Lo que tiene valor , supongo, será la documentación. Ya sabes, dosieres con nombres de peces gordos que serán purgados, etc. La misma mierda de siempre cuando hay cambio de gobierno. Por cierto, también he encontrado una pieza para sustituir el eje de la auto cocina, ya sabes, me hace ilusión que el mecanismo giratorio del mueble-bar vuelva a chutar. Tranqui, le he dado a la pieza vieja un barniz de plasti-reflex y no van a notar nada. Insisto en que esas cosas deben de estar aquí por error, puede que ni siquiera sean suyas y pertenezcan a un encargo anterior.
La timba lleva horas funcionando. Las manos se suceden hasta la típica partida en que se van subiendo las apuestas.
- ¡Mierda Capitán! - dice Ramírez - , no estoy en condiciones de igualar la apuesta, yo iba de farol, pero pagaría por saber que llevas.
- Si lo quieres saber pon la pasta, si no, te llevarás la duda al retrete. - La sonrisa del Capitán es una media luna de satisfacción.
- Tu ganas , como siempre. - Ramírez tira su trío de jotas y el Capitán mezcla las suyas con el mazo, después de retirar las ganancias henchido de felicidad.

En Nueva Marsella, la ciudad mas importante de Prometeo, les espera el contacto de la Revolución. A pesar de las noticias que han oído al llegar, el enlace no tiene cara de preocupación.
- Le advierto señor Sierpe que nosotros queremos cobrar por nuestro trabajo de todos modos. - El Capitán pone cara de duro al decir esto, pero en el fondo no las tiene todas consigo.
Sierpe se ríe mostrando sus dientes asquerosamente púrpuras de acorde con la moda local.
- Capitán, lo dice por que ha oído que fuerzas gubernamentales han destruido muchas de nuestras naves y que probablemente la mayoría de los guías de la Revolución habrán muerto. No hay problema, los líderes de la Revolución no viajaban en ninguna de ellas. - Sierpe saca una esfera de su bolsillo.
- ¿Sabe lo que es esto, Capitán Heinz?.
- ¡Coño!, ¿una pelota?, - responde como diciendo “¿cree que soy imbécil?”.
- No señor - contesta triunfante - , no señor. Esto es una U.T. S. M., o coloquialmente una Utsim, Unidad de Transferencia Sináptica Metaestable. Es, para aquellos que se lo puedan permitir, la puerta de la inmortalidad. Mediante el software único que tenemos en una barra de datos, transferimos la conciencia a esta unidad nanotécnica estándar. Estas esferas de datos se pueden adquirir en cualquier tienda de informática, pero la programación que lo hace posible pertenece a la Revolución.-
Sierpe se dirige al material descargado en el muelle y abre la caja de rodamientos.
- Mire esto Capitán, las fuerzas gubernamentales no podían pensar que un cascarón como la Antorcha, y no se ofenda, fuera una pieza importante, pero en esta caja viajan transferidos las mentes más preclaras de la Revolución. Creen que han vencido, pero mañana implantaremos las memorias de nuestros líderes en los cuerpos cultivados que tomaran el poder del Parlamento. ¿Ve esta barra? -señala el eje viejo de la Auto-cocina barnizado con plasti-reflex -, aquí está el software que hace la transferencia posible. Es única, su autor sufrió un desgraciado accidente. Como le he dicho, las esferas de datos están al alcance de todos. Cultivarse un clon para repuestos también, pero si te transplantas un cerebro dejas de ser tu mismo y la vida alegre hace que el original se deteriore tarde o temprano. Con está barra podemos implantarnos en un cuerpo nuevo, cerebro incluido, pero con nuestra conciencia intacta. Ahora la Revolución podrá comprar voluntades a cambio de una “baratija” como la inmortalidad y nosotros tendremos el monopolio. Puede que a cambio de nuevos servicios , el Comité Revolucionario le pague algún día con la posibilidad de transferirse.
- No aspiro a durar para siempre, señor Sierpe, me conformo con ganar mis honorarios y vivir a tope con mi viejo cuerpo. - contesta Heinz con tranquilidad mientras mete sus manos en los bolsillos para ocultar un imperceptible temblor.
- Hay gente para todo - se encoge de hombros el enlace de la Revolución -, en fin, aquí esta lo convenido y salud para disfrutarlo en la Nueva Era.
- He visto unas cuantas Nuevas Eras, señor Sierpe. - No se resiste a responder el Capitán.
- Pero ninguna tenía una golosina tan dulce que vender y con la que comprar a lobbies enteros, Capitán Heinz. - Sierpe enarca las cejas con suficiencia.
- Adiós señor Sierpe. - camina tres pasos hacia la lanzadera que le llevara a la Antorcha, donde le espera la tripulación , y antes de subir se vuelve y grita:
- ¡Salud y Revolución!.
El señor Sierpe le responde de igual modo, llevandose los pulgares a las sienes. Eso si, de una manera más marcial, con los puños cerrados; con las palmas abiertas casi parece una burla. ¡Paletos mercenarios del espacio!.

En la Antorcha todo es alegría cuando ven el dinero que han ganado por el transporte.
- No han notado nada , ¿verdad Capitán?. Ya dijo el Teniente Break que posiblemente esas piezas estaban ahí por error. Todo el mundo sabe que para los políticos lo más importante es la información. ¿Para que van a querer piezas de maquinaria? - Ramírez está que se sale de contento con sólo pensar en su ruta turística por los lupanares de lujo de la Confederación de Mundos.
Break hace un gesto teatral de tristeza y dice:
- ¡Qué pena!, que vayamos a deshacernos de está nave para comprar una nueva cuando le acabamos de cambiar los rodamientos.
- No sufras - dice el Capitán - , nos llevaremos la Auto-cocina como recuerdo.
- Si - Break vuelve al tono de falsete - , eres muy considerado. Es una muestra de aprecio por el tiempo que dediqué en arreglar su eje.
- Eso Break - le confirma Heinz - , no te olvides del eje. Por cierto, que a la vieja Antorcha le haremos un entierro Vikingo dirigiéndola hacia el sol de Nueva Oslo, hay que ser considerados.
La botella de Whisky se queda flotando en gravedad cero como el resto de la tripulación.
- ¡Joder!, los rodamientos nuevos han fallado, no lo entiendo, tenían buena pinta. - se cabrea BreakTool.
- ¡Qué se puede esperar de unos políticos de mierda! - dice divertido el Capitán.
La tripulación no entiende nada. Ramírez está pensativo en su pausado flotar y finalmente suelta:
- Capitán, en este viaje nos vamos a quedar sin partida.
- Ya la hemos jugado, Ramírez, y con una mano tan buena y verdadera como la que tuve contigo. - se ríe Heinz ante la incomprensión del resto -
- Bueno, pongamos música para celebrar que somos ricos - dice Larry para romper el hielo.
- Yo la elegiré - se adelanta el Capitán - , hoy me apetece música antigua, pongamos a Queen. Cuatrocientos años no son nada para la buena música.
“Who wants, to live, forever...”.

19.9.05

VARIOS



SOMBRAS: CONDE DRÁCULA, PRINCIPE VLAD.


En la montaña agreste
de la ciudad sin nombre,
habita rumbo al Este
el laureado Conde

Donde silbaron sables,
que esculpieron surcos,
en que verter su sangre
mas de un millar de Turcos

Batiose el Conde patrio
para tomar la plaza
y tras luchar al sol
se le quebró la espada

Y suplicó tan fuerte
que le ayudara el Cielo,
que al ignorarle éste,
le respondió el Infierno

Fuerza Brutal que pudo
sin reparar en costes,
desvencijar al Turco
y decorar los postes

Donde Vlad podía
empalar a gusto
a la carne vencida.
El enemigo: el Turco.


Si no fuera por o el juego de las malditas excusas.

Ya por pereza perenne,
o poca atención prestada
a mi maestro de espadas,
no hallé valor suficiente
para entablar la batalla
en una justa decente.

De haber tenido dominio,
de haber sabido luchar,
no habría habido rival
que no encontrara el martirio
contra mi acero sin par.
mi agilidad y mi brío.

Pero tengo un miedo terrible
que me hace sudar y temblar,
amén de espasmos y más ,
de no ser por ello, decidme,
¿Acaso no sería invencible?
¿Acaso no podría ganar?

Pero mi pereza perenne,
me impide ir más allá,
no hay forma que salga
de mi el justo temple,
para jugarme el alma
y morir para siempre.

Declaración del Casi-Duque de Villarobledo a su Casi-Padre, el labrador Urelio, explicando por que salió corriendo cuando los asaltantes saquearon el Casi-Palacio familiar.

15.9.05

PAZ


Luz azulada iluminada,
camino misterioso y torticero,
escupes falacias alumbradas,
por los faros falsos de tus sueños.
La verdad es mentira y todo sirve,
en los valles que se mueve tu mirada,
y encontrar coherencia es tan inútil,
como andar de espaldas por la casa.
La palabra brota boba y vana,
para dar sentido a tu experiencia
con las sombras, dudas y demencia,
que te envuelven tomando forma humana



El encuentro entre las planicies de los indios colorados, se ha saldado sin contratiempos con una tregua en ambos bandos. Se ha tomado buena nota, se dialogado de narices, de la una y otra cosa, además de los matices. Hemos sido confiados y hemos aceptado todo, un gran logro deseado por los lados agraviados. Feliz lo que bien acaba, aunque sea de mentira, que mejor es dar la vuelta que salir de allí sin vida. Y esto al fin es gran victoria, para nosotros los que andamos, en los cauces de la historia sin corona o con andrajos.
- Vaya forma tiene el Jefe de decir que hemos perdido la guerra, nos toma por idiotas. - cuenta un furioso Cuerno de Bisonte a su prima Luz Clara.
- Tu eres un belicista, lo importante es que hemos conseguido la paz. - contesta su indignada prima.
- Si, pero conozco las condiciones y son abusivas, esta paz nos va a salir cara.
- No, la paz debe conseguirse a cualquier precio, es lo más importante de todo.
- Hay precios muy altos - replica Cuerno de Bisonte.
- No entiendes lo que te quiero decir, estas cegado por la cultura de la violencia. - insiste Luz Clara.
- Puede ser - dice su primo - . La verdad es que sólo tenemos que ceder en un punto, debe ser mi natural impulsivo.
- ¿Cual es el punto? - le pica la curiosidad a su prima.
- Nada, tonterías, que tu y cinco más seáis entregadas como esclavas al líder de la tribu vencedora, Nabo que Revienta.
- Lo que decía, no entiendes lo que quiero decir. Lo que quiero decir - añade en tono meloso - ,es que si sois hombres debéis luchar hasta la muerte. ¿No entendéis que hay que matarlos a todos?.


En el palco de autoridades,
ha subido un elemento,
tiene cara de besugo,
y aguantarle es un tormento.
Si le dieramos fuertes golpes,
a su craneo sin cerebro,
obtendriamos muy poco,
casi nada , en fin, el eco.

12.9.05

11 DE SEPTIEMBRE DE 1714


La Guerra de Sucesión fue fruto de la disputa dinástica tras la muerte de Carlos II. Como “El Hechizado” no dejó descendientes, se armo la de Dios es Cristo en toda Europa. Comenzó la guerra.
Por la Casa de Austria competía el que hubiera sido Carlos III de España y por la Borbónica el que finalmente fue Felipe V. Ambos dilapidaron fortunas enteras a costa de los españoles para hacerse con la Corona. Los nobles apoyaban una u otra causa en función de las prebendas, privilegios o parabienes que les ofrecían los pretendientes. En los coletazos finales, durante el sitio de Barcelona, Rafael de Casanova, con el viento ondulando su pelo y la bandera de Santa Eulalia, arengaba a los defensores. Se hizo famoso aquel 11 de septiembre de 1714 por “casi morirse” durante el asalto ( murió de viejo en Bajes, en 1743 ), defendiendo los privilegios otorgados por el pretendiente Carlos a los notables de su causa. En 1719 le fueron restituidos sus bienes. Cuentan que iba a rechazarlos heroicamente, pero al igual que no derramó hasta la última gota de su sangre en Barcelona, decidió aceptar patrióticamente para desconcertar al enemigo.
Hasta aquí todo normal y típico de los avatares históricos. Incluso sería comprensible que sectores monárquicos conmemoraran la efeméride por su canto a los Reyes de España por la gracia de Dios. La cosa se vuelve surrealista cuando se ve a ERC y otros independentistas genuflexos ante un monumento a la monarquía española. Cierto que no es más extraño que cuando el Lendakari Ibarreche habla de un conflicto de más de 170 años que coincide con la primera guerra Carlista (1833). Aquellos Carlos aspiraban también al trono de España, no al de Ondarribia.
Incluso el independentismo escocés va de ese palo glorificando la resistencia Jacobita de la batalla (perdida) de Culloden (1745). Carlos Estuardo aspiraba al trono de Gran Bretaña, no sólo al de Escocia, para eso se hubiera quedado en Holanda comiendo queso.
Y es que definitivamente, cuando el nacionalismo entra por la puerta, la historia sale por la ventana.
Quizás debieramos celebrar la batalla de Hastings como el día de la mujer trabajadora. ¿Que qué tiene que ver?, yo que sé, pero ya puestos....

9.9.05

AL OESTE DEL PECOS



Jonh Wright observa a Michael Mac Nord en el camastro. La sangre de sus pulmones ya está seca sobre la manta. Se esconden en una cabaña cerca de Ruidoso, entre el río Grande y el Pecos. Se supone que Apaches y Navajos se encuentran confinados en reservas desde que fueron metidos en vereda por el Coronel Kit Carson hace bastantes décadas. Sabe que hay algunos merodeando por ahí. Billy el niño está criando malvas y Gerónimo hace años que se rindió. En este vacío, ¿qué hay que hacer para ser famoso?. Seguramente lo que ocurre es que la frontera ha perdido interés. La culpa es de España y la inminente guerra con ella. Nadie tiene en cuenta a viejos forajidos que van muriendo de tisis por los caminos en los albores de un nuevo Siglo. Sólo queda él, además de Andrew “el Cerdo” y sus dos hermanos: los bobos de Kevin y Arnold. Estos últimos no son nada, son chusma de baja estofa y culpables de que no los tomen en serio.
Bueno, no hay que ser tan estrictos. El problema es que les falta clase. Con el debido entrenamiento quizás se pudiera convertir a Andrew y sus hermanos en algo más presentable; incluso a Kevin. La clave esta en la presencia. Deberían tener cierto toque de uniformidad en el vestir a la hora de dar los golpes. Si se es ingenioso o, ¿porqué no?, incluso gracioso, se pueden cometer la mayores tropelías y generar admiración entre la gente. Lo tiene decidido, tendrán una imagen corporativa, con chalecos irlandeses o algo.
- ¡Andrew! - grita Jonh - tenemos que hacernos con unos chalecos irlandeses...
De la habitación contigua sale el hermano pequeño de éste con cara de pera.
- Jonh - dice Kevin con la boca llena de tocino - , mi hermano dice que la mujer que secuestramos se ha muerto.
- Nuestro compañero Mac Nord también - responde con sequedad.
- Ya, pero Andrew ya la ha usado y yo no. No me deja ahora que está muerta por que dice que da mala suerte.
- No me calientes la cabeza Kevin, estoy pensando en que vamos a hacer. No somos famosos, no salimos en los periódicos y sin embargo nos acechan todas las autoridades de Nuevo Méjico.
- Si Jonh, pero todos os habéis acostado con ella. Andrew dijo que esperara mi turno y como es tan bruto la ha matado a golpes justo antes de que me tocara. Creo que lo ha hecho queriendo. - Insiste un imperturbable Kevin.
- ¡¿No me estás escuchando?!, tenemos que pensar algo para salir de aquí.
- Si John - continúa como si nada - , pero que más da que la use ahora. A mi me da igual que esté muerta, yo nunca hablo mientras culeo.
Jonh Wright mira a Kevin a los ojos. Lo ve claro, no va a parar de dar la paliza.
- Vamos a ver Kevin, muchacho, ¿no sabes que si a la muerta le entra el “rigor mortis” cuando lo hagas, podría atraparte la polla y quedarte atascado como si te mordiera un lagarto?. - Jonh tiene la esperanza de asustar a Kevin y que le deje en paz.
Kevin hace un pucherito de disgusto y se dispone a marcharse.
- Kevin, ya sabes lo que te puede ocurrir, así que coge una pala y entierrala junto al pobre Mac Nord detrás de la cabaña, esa furcia empezará a oler dentro de poco y con un muerto por enfermedad tenemos bastante. ¿De acuerdo?. Avisa a tus hermanos, tengo que hablar con ellos.
Kevin asiente con cara de aprensión y fastidio.
Mientras Kevin va a realizar su encargo, Jonh Wright y los otros suben a la colina para inspeccionar los alrededores. A lo lejos, una polvareda confirma sus peores temores. Los malditos indios han avisado a las autoridades y se dirigen a la cabaña para darles caza.
- ¡A los caballos!, tenemos que huir de aquí echando humo.
- ¡Kevin!, si no has terminado de enterrar a la muerta déjala y prepara las monturas - vocea Andrew a su hermano - , tenemos que irnos. Hemos sido descubiertos.
De la parte trasera sale Kevin sosteniendo el cuerpo de la mujer del herrero y lloriqueando.
- ¡Andrew!, ¡Andrew!. Jonh me avisó pero no le creí, ¡me he quedado atascado!.
- ¡No pensé que eso fuera posible! - piensa Jonh.
- ¿Cómo que te has quedado...? - Cuando Andrew entiende lo que pasa no puede terminar la frase. La risa nerviosa casi le ahoga y tiene que ayudar al estúpido de su hermano para subir al caballo con su “fardo”.
Los cuatro, o según se mire, los cinco, galopan hasta que los espumarajos de los caballos indican que no pueden continuar.
Han dejado muy atrás a sus perseguidores. En la cueva, Kevin tiene que hacer una carnicería con su machete en el cadáver para liberarse. Su hermano Andrew sigue riéndose, lleva horas haciendolo y no puede parar. Por fin se fija en la mirada perdida de Jonh, y tomando aliento a causa de la asfixiante risa, le pregunta:
- Dime Jonh, ¿para que queremos unos chalecos irlandeses?.
- Para ahorcarnos -contesta con la serenidad de quien da los buenos días.

5.9.05

LA VIRTUD



Los caminos están llenos de barro, los forajidos tienen el rostro serio por la sucesión de desgracias. Abandonaron el río sin nada en el bolsillo y con seis compañeros menos. La emboscada de Santa Cruz ya les había diezmado, y en la última sólo han sobrevivido cinco. Debe ser cosa del Shérif de Albuquerque, o de algún cazarecompensas muy hábil. John Wright tiene rozaduras en los huevos por culpa de la mala higiene, Michael Mc Nord no dice nada, pero todos saben que está tísico; morirá pronto.
No saben donde están ni les importa demasiado. El monte es un pedregal pelado y no se divisa un puñetero árbol. Bajando la pendiente advierten unas estructuras extrañas, una de ellas parece una gigantesca carpa de metal.
A lo lejos divisan a una pareja de petimetres con traje de Domingo. Andrew “el cerdo” y sus hermanos Kevin y Arnold sonríen al divisar las presas. Wright y Michael dan la aprobación.
Se lanzan por la pendiente hacia los muchachos enflorados. Cuando están a su altura “El Cerdo “ comienza a dispararles para que se asusten. Lo consigue: el rubito con sombrerito a juego con los pantalones, cae mortalmente herido en el entrecejo. El pequeño Sam Wiggins, el hijo del predicador, se queda paralizado por el miedo. De la carpa metálica, la improvisada iglesia construida con los restos del material de una mina abandonada, salen en tromba los feligreses.
Leonard Wiggins, el Pastor, suspira aliviado al ver que el muerto no es su hijo, si no el vástago del herrero que tan chapuzas ha sido en la construcción de la casa de Dios.
- ¡Hola reverendo!, - dice Wright - ya que estamos aquí nos gustaría hacer una colecta.
“El Cerdo” pasa el sombrero ante la congregación, que con manos temblorosas van depositando cuanto de valor poseen. El Padre Wiggins se lleva la mano nerviosa al chaleco y contiene la respiración. Wright es todo un psicólogo y sabe que está ocultando algo de valor el muy tacaño. Con el “pacificador”, o lo que es lo mismo, con su revolver Colt, levanta la solapa bajo la que esconde su reloj de oro.
- ¡Bueno! - exclama satisfecho Wright - , ahora, si queréis conservar la vida, tendréis que entregarnos a la mujer más honesta del pueblo. Aunque no le hacemos ascos a nada, no nos gustan las cosas muy usadas. También podéis optar por morir cristianamente unos detrás de otros.
El buen Pastor, con la mirada firme, extiende su brazo y señala la vivienda del herrero, al fin y al cabo, muerto su hijo, su vida no tendrá mucho sentido.
- La señora Smith es tan buena feligresa y tan buena cristiana, que en los dos años de la fundación de nuestro pueblo no se ha dignado a aparecer por la Iglesia que “tan bien “ construyó su marido. Sin duda son tan grandes sus virtudes que no necesita de la palabra de Dios. - asevera el Pastor.
Y es que no hay nada como el deber cumplido. Además, pensar mal de los demás es pecado, luego será verdad que es virtuosa. Una vez aclarado esto, mentir también lo es, por lo que es voluntad de dios que la señora Smith sea la elegida.
Cuando los forajidos abandonan el lugar llevandose a la mujer del herrero, los feligreses miran de forma extraña al padre Wiggins. “Cuanto les queda por aprender sobre la virtud a estas ovejas descarriadas - piensa el reverendo -”. “Con que rapidez asoma la virtud ante un Colt, - piensa el herrero - , y con que facilidad asomará su alma cuando lo pille a solas”.