30.10.06

ENCUENTRO

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El señor Robles es consejero de uno de los bancos más importantes del país. Su información privilegiada le ha reportado enormes beneficios en la bolsa. Van más de siete crisis autoinducidas para hacer caer los valores y comprar a precio de saldo.
Su negociado es el soborno político. El banco ha financiado a todo el espectro parlamentario y por ello pueden medrar como promotores en todas las empresas del sector público; desde viviendas y polideportivos a carreteras, etc.
El señor Robles no es religioso, pero como nos ocurre a muchos descreídos, el instinto de supervivencia le hace lindar con la superstición. En su caso las cosas iban volviéndose cada vez más extremas. Con el tiempo estaba llegando al convencimiento de que sus competidores contaban con ayudas de lo oculto y arcanos poderes.
Todo empezó como pasatiempo y divertimento. Con discreción fue acumulando información sobre congregaciones que fueran afines al satanismo. Un día le dijo a su secretario de confianza que quería contactar con el grupo “discípulos luciferinos”. El secretario se quedó pensativo hasta que finalmente le confesó que era miembro de tan selecta congregación. Lleno de entusiasmo, el secretario le pidió que confiara en él. Había concertado el encuentro para el próximo domingo.
El señor Robles se vistió con un sobrio pero elegante traje de seda negra. El lugar de reunión era un sector abandonado del parking del Ministerio de Fomento. Al llegar vio a mucha gente vestida como él. Se dirigió hacia ellos cuando se interpuso en su camino el secretario.
- ¡Señor Robles!, usted tiene que venir por aquí. – le indicó el camino con lo que parecía una excesiva reverencia.
Le acompañó pensando que tal vez tuviera que someterse a un rito iniciático, claro. Saliendo por un lateral se encontró con un atril y un micro. Los congregados parecían mirar hacia lo alto y entonaban letanías: “Señor, gracias por dignarte a confortar a tus siervos”. Una de las cosas que nunca le ha gustado al señor Robles es desentonar en las reuniones sociales. Tiene un instinto innato para todo tipo de protocolos y estaba dispuesto a imitar a los fieles repitiendo su frase.
Justo cuando iba a comenzar, se fijó en que conocía a la mayoría de los allí presentes: la mayor parte eran concejales de urbanismo de todos los espectros políticos, de derechas e izquierdas, pasando por los filoterroristas; juntos en perfecta comunión. Otra cosa que le llamó la atención es que no estaban mirando al cielo como había creído en un principio, le estaban mirando a él. Entonces lo comprendió todo. Su prurito parareligioso le había llevado a encontrarse consigo mismo.
-“Hijos míos – comenzó – en respuesta a vuestras plegarias he venido a bendeciros y daros calor. Es justo que el sacramento que tantas veces hemos realizado por separado podamos llevarlo a cabo en comunidad”.
La sala le dirigió una expresión de absoluta devoción. Todos los fieles habían traído sus misales con sus contratas y proyectos de construcción. Maniatado y sobre un altar estaba un anónimo contribuyente. Uno de los concejales más antiguos le dio un corte en el cuello, haciendo brotar la sangre con la que se habrían de firmar los contratos en la eucaristía.

20.10.06

VACILANDO AL BACILO

fleming


Están muy preocupados por el mal uso de los antibióticos. Vale.
Es inútil usar este tipo de medicamento, para por ejemplo, infecciones virales. Cierto.
La ministra de sanidad piensa... (¡Cuidado!).


Las verdades a medias son mucho más peligrosas que las mentiras absolutas. Dentro de una mentira total, al menos existe ese toque de honestidad del que uno puede colegir que todo el mensaje es falso.
Utilizar antibióticos cuando no procede puede ser peligroso para el usuario. Va a tener todos sus efectos secundarios ( inherentes a cualquier medicamento ) y ningún beneficio.
No utilizar antibióticos cuando sí procede puede ser peligroso para el usuario. Va a desarrollar una infección que a lo peor le lleva a la tumba.


En principio, que se desarrollen medidas para evitar el mal uso de estas herramientas terapéuticas es algo positivo. El problema es que muchas veces, el afán de fiscalizar e intervenir en todos los aspectos de la vida del ciudadano puede tener efectos más devastadores que beneficiosos.
En las democracias deficientes ( como la española ), en la que no hay criterios de selección de nuestros políticos , (puesto que vienen en listas bloqueadas y dependientes del partido) , por muy simpatizante que seas de un grupo, por muy afín que seas a determinadas ideas, si el partido decide que , por ejemplo, un asesino en serie forme parte de dicha lista, tan sólo tendrás dos opciones: aceptarlo o abstenerte. Decíamos pues, que en las democracias deficientes, si de algo tienes la certeza, es que con el paso del tiempo, lo más ruín, torpe, subnormal, cuando no criminal, de la política, va a formar parte de sus cuadros superiores.
Ante cualquier decisión tomada por este tipo de infrapersonas ( buenas para nada y para nadie, en las que no media la única soberanía legítima: el pueblo ), las elegidas por el partido; la primera reacción ha de ser la de desconfianza. Siempre hay que pensar que un oligofrénico, aunque diga que va usar la motosierra para talar un árbol, lo que puede acabar haciendo es cortarte la cabeza ( también se la puede cortar él mismo, pero en política no suele caer esa breva. Ignoro el porqué ).

“... no se deben vender sin receta... patatín, patatán... hay que hacer campañas de... “. Bien, muchas cosas serán más o menos discutibles, pero no implican en sí mismas nada malo. El plumero intervencionista se descubre cuando comienzan los verdaderos disparates. En el diario médico aparece la noticia de que la ministra de sanidad, además de las medidas referidas en el apartado de “patatín y patatán”, que podrán estar más o menos bien, tiene la intención de “presionar” ( lo que puede acabar en sanciones ) a los médicos de Atención Primaria para que prescriban menos antibióticos. Vamos a ver, la decisión de prescribir o no esos medicamentos puede , es verdad, estar distorsionada por elementos ajenos a los estrictamente profesionales y científicos. ¡Ojo!, cierto que el profesional puede tener la mano larga, cierto que pueda abusarse de su uso preventivo ( que por cierto, el hecho de que algo sea preventivo no lo convierte en innecesario. Ya hablaremos luego ), pero es mucho más cierto que es preferible una decisión médica que política.
Entre los médicos hay de todo. Por desgracia, y por sus propios mecanismos de promoción, en las altas esferas de la política prevalece un sólo tipo de persona, cuya mejor cualidad es la ineptitud. Los factores que influyen en la decisión del facultativo están mediados, en ocasiones, por la presión del paciente pero no va a ser un político de mierda quien mejor sepa lo que le conviene.
Si realmente la masificación y el no poder estudiar adecuadamente la evolución de la enfermedad del usuario es lo que contribuye al exceso de recetas mal indicadas, la única política plausible es la que se orienta a paliar dicha masificación ( en la medida de lo posible ). Dicho esto, el criterio ha de ser médico y no político (“jospis, no conviene que se receten tantos antibióticos. Solución: presionemos para que se receten menos”. No hija no. Trata de solucionar el entorno que dificulta la valoración profesional, pero ésta debe ser siempre profesional ).
Incluso acciones del “buen samaritano” que se impulsan desde las Administraciones Públicas corren el riesgo de convertirse en consejos peligrosos para el común. Campañas de: “la gripe no la cura el antibiótico, si tienes gripe toma líquidos y descansa” no deja de ser un atrevimiento político en el que se osa diagnosticar y tratar al potencial usuario sin estar cualificado ( ¿No habíamos quedado en que la automedicación es mala? ).
En 1918 la gripe mató ha más de doscientas mil personas sólo en España. Si hubieran existido antibióticos ( descubiertos por Fleming en el 28 pero no desarrollados hasta la segunda guerra mundial ), no se habría curado ningún caso de gripe pero tampoco habrían muerto tantos por las infecciones ( bacterianas ) secundarias al virus ( que son las que realmente se los llevaron al otro mundo ). Cabe la posibilidad de que para determinadas personas, ya sea por su edad o sus características individuales, se pueda estimar necesario administrar antibióticos de forma preventiva. No es incompatible que una infección bacteriana coexista con la viral, o incluso que el virus haya sido un precursor. De hecho, la irritación de las vías altas respiratorias que provoca una infección viral, es un caldo de cultivo acojonante para que las bacterias se lancen al ataque.
Si alguien tiene dudas que haga la siguiente prueba ( no la recomiendo ): Que grite como un poseso toda la noche, que tome bebidas extremadamente frías o calientes, o que haga cualquier cosa que acabe dejándole la garganta como el culo de un Mandril. Habrá conseguido una irritación comparable a los resultados de una infección viral. Pues bien, si su sistema inmune está cachas puede que la cosa quede ahí, pero si lo repite con la suficiente frecuencia y es perseverante acabará consiguiendo una bonita infección. Otra forma más fácil de verlo es rasparse la piel del brazo hasta que adquiera una tonalidad rojo-amarillenta ( si hay puntitos de sangre , mejor que mejor, tal que la garganta y los bronquios en una infección, vírica o no, de puta madre ). En este caso la irritación es de causa mecánica, pero la infección ( si el experimento se ha hecho con los debidos huevos u ovarios ) está asegurada.
Por lo tanto, hay que volver a insistir en que peor que la mentira es la verdad incompleta. Un resfriado vírico no se cura con antibióticos, pero hay que controlar la evolución.
En días anteriores, en el mismo diario médico venía una información correcta y sensata en manos de los profesionales pero nefasta si un político hijo de mala madre acabara metiendo sus pútridas narices. Se refería al exceso de prescripción antibiótica para las otitis de los niños. El articulo se orientaba a los profesionales con la intención de que, siempre que fuera posible ( no siempre lo es debido a la masificación ), se esperara , pero vigilando, hasta saber si realmente es necesario o puede resolverse sin ellos.
Una persona sana se puede permitir el lujo de esperar y vigilar la evolución de su catarro ( en origen casi siempre víricos e insensibles absolutamente al antibiótico ), que tiene un desarrollo lógico y bien definido desde su inicio a su resolución. Lo que no se puede desde la Administración pública es sentenciar , sin más, que “no pasa na, agua, agua y trapos calientes”. No hijos no, eso para las santas madres del político de turno. Si el abuelito cae malito que nadie se resigne ha darle zumitos sin más ( sin consultar al médico) ( “e que lo ha dicho la señá menestra, que con agüita....”), y que vayan pasando los días y la tos de perro se convierta en un silbido agónico. Se corre el riesgo de que la mamá al jugar con su hijita al “¿dónde está el yayo?”, la criatura responda: “el yayo etá amarillo” señalando su yerto cuerpo con el dedito. Es legítimo y comprensible desconfiar de la clase médica, pero de verdad, hacer más caso al político puede ser suicida.

Para terminar, lo importante ya está dicho, sólo resta que señalemos de forma somera, que en lo que se refiere a la resistencia antibiótica, las cosas no son tan simples como su mal uso. Desde el propio descubrimiento por Fleming de la penicilina, ya se sabía que con el tiempo la bacterias irían haciéndose cada vez más bordes. Es ley natural, aquellas que sobreviven ( sí, esos animalitos también pugnan por su supervivencia ) serán cada vez más fuertes. Ellas aprenden de forma involuntaria, la que más se ha tardado en matar es por que tiene más mecanismos de defensa contra el medicamento. Si no ha sido eliminada, sus hijas tendrán sus características ( ser bordes ).
Un científico del campo biológico ( lamento no recordar su nombre ) decía que desde los años 70 no se han desarrollado realmente nuevos antibióticos ( si modificaciones de los existentes ) y que se nos está pasando el arroz un poquito, vamos, que no hay que dormirse. La ventaja que tenemos es que mientras el pobre bicho no puede ir por delante de su infortunio, nosotros si podemos desarrollar estrategias que vayan por delante de los mecanismos que estas hayan desplegado contra el antibiótico.
No siempre hay una relación directa entre bacterias bordes y el abuso de determinado antibiótico. Hoy hay tuberculosis muy, pero que muy japutas.... nadie se automedica con antituberculosos, la resistencia del bacilo de koch no se debe a la automedicación masiva ( aunque sí a la inframedicación de determinados grupos como yonquis, etc. ). Otro tanto con las nosocomiales, que son de ámbito intrahospitalario y no del metro. En fin, es complicado. Como Sísifo, estamos condenados a ir por delante de las infecciones estudiando nuevas y mejores maneras de combatirlas. Esto ocurrirá incluso si el tratamiento antibiótico fuera prescrito con una escrupulosidad perfecta: las bacterias se acabarán haciendo resistentes. Por supuesto que cuanto más tarde mejor.
Salud.

16.10.06

EL MURMULLO DEL ARROYO INSTILA GOLPES DE FUERZA A MI INDOMITA PARSIMONIA

sinapsis

Lo tiene escondido en el cuarto de las cosas. No se atreve a decírselo a nadie por miedo a que sea mentira y le tomen por loco. Lo ha tenido que atar. ¡Cómo se movía el condenado!.
En el ascensor se encuentra con su vecina. Sabe que lo espía por la mirilla cuando viene puesto el fin de semana. Total, por tomarse unos ginc-tonics y cantar: “Escándalo es un escándalo...”.
No es que le guste Rafael, pero cuando bebe...
El portero ya le está mirando con esa cara.
- ¿Qué tal Andrés, a trabajar?.
Andrés le hace un gesto afirmativo, pero piensa:
- “No, me voy a capar gatos a las siete de la mañana, ¡no te jode!.
Odia el retintín del portero. ¡Ojalá pudiera hacerlo desaparecer con el pensamiento!. No es posible. Es algo que lleva intentando desde pequeño y sabe que no. Siempre tuvo la esperanza de que, tal vez, algún día se le otorgarán poderes mágicos. Si lo que tiene en el cuarto es lo que piensa y no fruto de algún delirio, puede que ahora sí consiga algún tipo de poder o algo.
Aparca el coche en el parking de la superficie comercial en la que trabaja. El sueldo es una mierda y los compañeros imposibles.
Marta ha vuelto de vacaciones. Es la jefa de las cajeras y estaría de buen ver si no se hubiera quedado preñada este verano.
- ¡Hoola Marta!- Andrés le da dos besos a Marta.
- Ya ves – dice ella – de vuelta a la mina.
- ¡Vaya moreno que traes!. Veo que Miguel y tu habéis encargado un hermanito para Iván.
- ... No, es que hemos estado en Cantabria y me he pasado un poco comiendo – se sonroja.
- Esto... Me llaman por ahí... –
- “Ya hemos metido la pata – piensa - . Bueno, entre su baja por lumbalgia y las vacaciones hacía tiempo que no la veía. Pues nada, que se ha engordado un poquito. ¡Ay, la edad!, que estragos hace en todos nosotros.”
Cuando Andrés llega al glorioso departamento de marketing ( donde personas con cabeza y brazos se encargan de decorar el templo comercial ), ve a Luisma, su jefecillo, hablando con el pijo de recursos humanos ( también se denomina RRHH, como si ese tipo de departamentos fuera una comunidad autónoma o algo distinto a una colección de soplapollas con psicología nula y una extraordinaria habilidad para seleccionar al menos indicado para el puesto más desatinado).
- ¡Hombre, Andrés!, le comentaba a tu jefe que ya está bien de que los de decoración vayáis por libre. ¿Qué os parecería llevar un uniforme que diera un aspecto más corporativo?.
Durante unos segundos, Andrés se queda callado.
- ¿Para qué?. Nos pasamos el día colgados de la escalera cambiando anuncios. Es mejor que llevemos ropa cómoda.
- No, en serio – insiste Germán ( mister RRHH ) - Aquí nos tenemos que dejar la piel por la empresa. Seguro que tu jefe, el bueno de Luisma, daría la piel de su prepucio, ja, ja. – se ríe con la gracia de una sandía.
- Pues va a ser que no – responde Luisma - , estoy operado de fimosis...
Los pelotas de Agustín y Lourdes le ríen la gracia. Andrés y Clara se ponen a trabajar pasando de todo.
Mister RRHH se va. Luisma se rasca el trasero con disimulo y dice:
- Ya lo habéis oído. Tendréis que poneros uniforme. Es verdad que no me había fijado, pero da muy mala imagen veros a cada uno de cualquier manera – refuerza el argumento estirándose la manga de su traje. Es para que todos veamos la belleza de sus gemelos a juego con la aguja de la corbata.
Andrés no tiene el día templado y en vez de callarse, habla.
- ¡Joder!, vamos a ver, todo el mundo sabe, excepto los gilipollas, que el personal de mantenimiento, limpieza, reponedores, etc, somos invisibles. ¡Es un hecho científico!. Hasta que trabajé aquí ni siquiera sabía que existían. Alguien limpia, alguien cuelga los cartelitos de mierda, alguien quita y pone las cosas... pero eso al público le importa un carajo. No-nos-ven. Entonces ¿Para qué andarse con ostias?. O lo que es peor, ¿qué sentido tiene que nos vean?. Precisamente la ventaja de estas cosas es que pasen inadvertidas... Vamos, digo yo – termina encogiéndose de hombros.
Luisma pone cara de vinagre y su fingido buen rollo de jefe-colega termina.
- Mi-mira, si eres tan listo se lo dices a don Roberto ( su padre ) , que es uno de los que han propuesto la idea.
Andrés está quemadito.
- Pues vale. Hablando del rey de Roma, por ahí va, hacia la sección de embutidos para verle el culo a Yenifer.
Andrés le hace gestos a don Roberto. Este se gira extrañado y se acerca componiendo la cara de jefazo responsable.
- Hola, que tal. ¿Quería usted algo?. – Don Roberto tiene que mostrar cierta irritación por que debe hacer ver a sus subordinados que gesticular no es la forma correcta de dirigirse a un superior ( y menos con un traje tan elegante como el suyo ).
- Sí. Le comentaba a su hijo que lo de ponernos uniformes me parece una gilipollez y que es algo que sólo se le ocurre a los soplagaitas...
Don Roberto se queda sin palabras. Luisma se queda sin palabras. Andrés se queda tan tranquilo y no para la maquina que está imprimiendo “melones de oferta”, amontonándose en el suelo.


Andrés supone que le van a despedir. No le importa por que anoche capturó a un duende, a un duende auténtico. ¿Porqué no?. ¿Es acaso más absurda la existencia de ese ser que el hecho de estar en una gigantesca pelota que da vueltas alrededor del sol?. ¿Es más absurdo que las estrellas?. A lo mejor el duende le da poderes. Será comedido en la venganza.
Al llegar la hora de salida va con las llaves de su coche en la mano. En el parking del centro comercial, junto a los carritos de la compra, está el 4x4 de Luisma. Sin preocuparse de si le ven o no, raya todo el lateral.
En el piso huele raro. El cuarto de las cosas tiene el aspecto de una caja sorpresa. Andrés no puede con los nervios y casi no se atreve a abrir la puerta. ¿Y si todo ha sido un sueño?. No, se cercionó de que era verdad. A pesar de los cinco ging-tonics, cuando agarró al bicho se concentró en recordarse que era real. Sí, está seguro. Además, todavía tiene los arañazos en los brazos.
Antes de abrir la puerta repasa mentalmente: “Ayer por la tarde me fui al bar de Pablo y me tomé algún cubata, después me volví directo a casa y en el rellano me encontré al duende. ¡Coño, que sí, que es verdad!”.
Al encender la luz ve una sombra que se esconde debajo de una caja vacía. El condenado ha debido soltarse de sus ataduras. Con cautela, levanta la caja y agarra al duende por el cuello. Entre chillidos, el ser le da un mordisco y se queda tumbado cara arriba.
A pesar de los chorretones de sangre, Andrés mira al bicho con más detenimiento. No se parece en nada a lo que tenía en mente. El hubiera jurado mil veces que era un duende. No obstante es un bicho antropomórfico con los ojos hinchados y unos labios que se parecen a los de Kate Moss.
Empiezan a asaltarle dudas. Ahora está seguro de que “eso” es un animal. ¿Pero qué coño es?. Le da dos toques con la mano, pero parece como aletargado. ¡Qué no cunda el pánico!.
Para templar los nervios enciende el televisor. Su programa favorito: “Sucedió en Madrid”.
- “Un centro veterinario de Carabanchel ha denunciado la desaparición de un mono Capuchino. El animal perdió la cola por la extraña infección que padece. Tiene la cara hinchada y es muy contagioso. Si alguien da con el animal, que avise a las autoridades sanitarias inmediatamente, pero que bajo ningún concepto lo toque. Aquí tenemos a Gerardo Cepeda, su veterinario.”-
- “ Bueno, Ching, que es el nombre del animal, padece una extraña enfermedad. No es normal que sea agresivo, pero sería recomendable no acercarse. El pobre tiene también estreñimiento crónico e hidrocefalia idiopática. Su lugar es nuestra clínica veterinaria. Recuerden, no lo toquen. “
Andrés se queda pensativo. Ahora lo comprende. Es un mono-duende. Bueno, respecto a la hidro no sé qué, no puede ayudarle, pero le aliviará el estreñimiento.
En la farmacia de guardia no hay ni Dios. Una señorita sale de la rebotica y le mira con cara de circunstancias. Cuando Andrés va a pedir el medicamento entran como medio millón de personas que estaban escondidas en una alcantarilla.
- Buenas tardes, me da supositorios para el estreñimiento, por favor.
- ¿Cómo dice? – le responde la boticaria.
- “Mira que me he preocupado de vocalizar correctamente, pero la bruja se tenía que hacer la sueca” – piensa Andrés.
- Decía – suelta en voz medio-alta – que venía a por supositorios para poder cagar.
La parroquia pone cara de circunstancias y la farmacéutica le sirve el medicamento con total diligencia.
- Serán tres euros con cincuenta – le dice con tono de “yo no soy nadie”.
Andrés rebusca en sus bolsillos y entre tanto se gira hacia el primer cliente que tiene al lado.
- El otro día – comienza a contarle sin venir a cuento – mi prima Eugenia vino a casa con veinte euros en monedas. Yo le dije: “ ¿De dónde has sacado toda esa calderilla?”. Ella se encogió de hombros y me dijo: “ Es que un señor que venía detrás de mi me iba tirando monedas por delante”. Entonces yo, al fijarme en su minifalda le respondo: “Pero tonta, ¿no ves que lo hacía para verte la bragas?”. Y ¿a qué no saben lo que me contestó?... Dijo:“Pues se tuvo que joder, no llevo...”
En la farmacia no se oye ni una mosca.
Andrés, una vez que ha pagado, se va. No puede evitar decir antes de salir:
- No llevo... bragas. ¿Entienden?....
“¡Qué gente más sosa!”, piensa.

Al llegar a casa se encuentra a su hermano Vicente en la sala de estar. Andrés es presa del mal rollo. No es por nada especial, pero el tono paternal de su hermano le acaba jodiendo siempre un poco.
- ¿Te has caído por aquí, frater?.
- Hola Andrés – comienza serio - . He estado esta tarde hablando con Luis Miguel y don Roberto.
- “¡Vaya!” – piensa Andrés.
- Acompañaba a mamá al súper cuando nos cruzamos con ellos.
- “Ya está el capullo soltando las cosas poco a poco. ¡Como le gusta dosificar su cháchara como si fuera medicina!. Menos mal que no puedo odiarlo.” – runrunea para sus adentros.
- Antes de que me vengas con gaitas de que si te tienen por que desgravan a hacienda y tal – asevera Vicente - , que sepas que siempre han sido amigos de nuestra familia y nos han ayudado mucho.
- “Comenzó el sermón”.
Vicente se levanta y rebusca en el bolsillo de su abrigo. Como quien no quiere la cosa saca varios botes de una cosa que no puede dejar de ser “las pastillas”.
- La enfermera de don Miguel me ha dicho que hace semanas que no vas a por las recetas – le mira como esperando respuesta.
Finalmente suspira y hace un gesto negativo con la cabeza.
- Andrés, Andrés... Ya sabes lo peligroso que es que no te tomes la medicación. Recuerda lo que le pasó a papá...
- “ Que lo jodísteis entre todos” – se dice a sí mismo con convicción.
- Esto... ¡Joder Vicente!. Ayer mismo se me acabaron. Iba a ir dentro de un rato al consultorio. De todos modos, gracias.
- Don Roberto me ha dicho que te comportabas raro. Luis Miguel también está preocupado. Además está de mala leche por que alguien le ha debido rayar el coche nuevo. Don Roberto, ya sabes como es, ha dicho que eso le pasa por no molestarse en meterlo al sótano, ya que al centro comercial van muchas mujeres en coche – dice Vicente esbozando media sonrisa.
- “Seguro que a él le han reído la gracia. Si lo cuento yo me denuncian a liga feminista. Como mucho un silencio sepulcral como en la farmacia. ¡Que se joda Luisma!” – Andrés sonríe, quizás demasiado.
- Pues nada hermanito, que me tengo que ir. En serio, ten mucho cuidado con saltarte la medicación. Sabes que aunque te encuentres bien, en poco tiempo las cosas son como son...
- No hay miedo frater – le responde agarrando a su hermano del brazo y dedicándole una mirada de confianza e intachable reponsabilidad.

Ya está sólo. Andrés piensa que nadie puede sospechar que lleva más de un año sin administrarse ese veneno. No obstante, tendrá que ser más cuidadoso, el no ir a por las recetas ha sido un error. Lo único que le molesta es que no sabe que hacer para que le despidan. El sólo quiere que lo declaren inútil y vivir de una pensión de inutilidad. En fin, le aplicará los supositorios al duende. Este no tendrá más remedio que sentirse agradecido. Sí, sospecha que las cosas van a ir muy bien a partir de ahora. Incluso el picor que tiene en los ojos y el extraño sarpullido que intuye en su espalda son una molestia menor. Las cosas ruedan bien.
- ¡Duende!, ¡duendecillo!. Ven aquí que te voy a solucionar el atasco.
En un rincón, el pobre duende, su cabeza hinchada y sus ojos presos de un exoftalmos severo, ven como se acerca Andrés con uno de los supositorios.
- “Podrías quitarle el papel de aluminio, joputa. – piensa el duende con terror. “

6.10.06

NASTARAFU

gatonegro


Huérfano de padre a los cinco años, nunca tuvo del todo claro que es lo que le ocurrió a su progenitor.
Emeterio tenía la sensación de que su madre era una bruja y sospechaba que cuando iba al pueblo a chiquillear con los otros niños, aprovechaba para reunirse con otras y hacer conjuros.
- ¡Emeterio! – le grita Teodoro al verlo llegar - ¿es verdad que tu madre es una puta?.
Todos los chavales se carcajean. Se supone que tiene que enfadarse, por lo de la honra y todo eso. Con desgana coge un pedrusco y se lo lanza a Teodoro sin apuntar.
En pocos segundos se forma un gran revuelo. Todos están alrededor del muchacho. La pedrada le ha reventado un ojo y está en el suelo inconsciente junto a un gran charco de sangre.
¡Vaya por Dios! – piensa Emeterio.
Aparece el cura y el boticario. ¿Dónde coño estaban escondidos?. La plaza del pueblo ha congregado a todos. Aparte, en un rincón y como muestra de culpa, Emeterio se sienta en un banco; el que está junto al nogal podrido.
- ¡Hay que llevarlo a la ciudad! – grita el boticario.
El padre del desgraciado da gritos de fingido dolor – la pedrada no le ha dado a él – y amenaza de muerte a Emeterio. El cura le convence de que no empeore las cosas, ya se encargará de hablar con las autoridades. El párroco ha trazado un plan que incluye la reclusión de Emeterio en un correccional.


Higinia llega sin aliento al Ayuntamiento. Su hijo se encuentra entre dos alguaciles y el cura le dice algo en tono severo.
- ¿Qué es eso de que vais a encerrar a mi hijo? –les desafía.
- Mire doña Higinia, su hijo es díscolo y desobediente. A ustedes no les vemos por la Iglesia ni en las fiestas grandes. Es por el bien del muchacho. En la institución que yo conozco lo pondrán firme. – el cura está seguro de lo que dice.
- Si se llevan a mi hijo juro que os voy a maldecir a todos. Este pueblo se sumirá en el infierno.
- Tal vez deberíamos internar también a la madre – le dice en voz baja el Alcalde al boticario mientras se toca con el índice la sien.
- ¡No blasfeme! – se irrita el cura - ¿Así nos agradece las ayudas que le damos por su viudez?
- ¿Qué ayudas?. A mi se me paga por mis costuras y bordados.
- Si sigue dando problemas nos encargaremos de que nadie le haga encargos. En cualquier caso, dudo que haya quien requiera sus servicios a partir de ahora. – tercia el Alcalde.


La diligencia que tiene que llevarse a Emeterio parece que se retrasa. Las fuerzas vivas están esperando al sol junto al cruce. La madre está allí con la mirada desafiante.
- No te preocupes Emeterio que nadie se te va a llevar a ningún sitio.
Por el camino llega Olegario, un labrador duro de mollera y con voz de caballo.
- ¡Qué san matao!, la carreta en que llevaban al Teodoro al hospital sa chocao con la diligencia y se han caido por el barranco.
Las caras son de alarma y circunstancias.
El Alcalde da orden de retengan al chico y se va con la mayoría del pueblo al lugar del accidente.
Los alguaciles están nerviosos. No les gusta la idea de quedarse a solas con el chaval y su madre. Para postre empieza a anochecer. Higinia se ríe terroríficamente y a uno de los guardias le da un ataque de tos.
- ¡San Blas, San Blas! – le dice el compañero con dos palmadas a la espalda.
La tos no cede. Parece que se va ahogar. Comienza a vomitar sangre y en pocos segundos se queda inerte en el suelo. El otro se desmaya del susto y comienza a tronar.
Una riada gigantesca sorprende a aquellos que han ido en auxilio de la diligencia. Sólo el cura sobrevive, al resto se los lleva el agua.
En la aldea todo el mundo tiene las ventanas cerradas. El Alcalde, el boticario y el maestro se han perdido en el barranco y el cura se esconde en la iglesia cerrando todas las puertas a cal y canto.
Emeterio mira a su madre entre asustado y sorprendido. Van recorriendo las calles pero nadie se asoma, están cagados de miedo.
Higinia entra en casa del Alcalde. Sólo está su mujer y su suegra.
- ¡Malditos!. ¡Belcebú viene a por vosotros! – grita Higinia para asegurarse de que no los molesten. Se gira a su hijo y le dice en voz baja:
- Yo voy a seguir con el teatro. Rebusca en el cuarto de la Alcaldesa y coge todo lo que haya de valor.
- ¡La sangre negra de Satanás se verterá sobre este pueblo!


Vagan por los caminos. El pueblo queda a más de quince kilómetros y tienen que descansar.
- Mamá, no sabía que tenías poderes.
- Hijo, yo sólo tengo una sierra y una hinchazón de gónadas por el puñetero pueblo. Todos murmurando. No se puede vivir tranquilamente. Dentro de cada persona hay un gran inquisidor que lo quiere saber todo de los demás.
- ¡Pero te he visto!, eres bruja... Es fantástico, tienes que enseñarme.
- Hijo, en cuanto me enteré de que el cura tenía planes para ti, serré los radios de las ruedas de la carreta en la que iban a llevar al mal nacido de Teodoro. Estoy orgullosa de mi Emeterio. No permitas que nadie llame puta a tu madre.
- ¿Y los alguaciles?.
- Aprensión. Al enviudar, cuando murió tu maldi... , bueno, tu padre, fui rodeándome de un halo de misterio y extravagancia para que me dejaran en paz. – Higinia se queda pensativa y mira los ojos sorprendidos de Emeterio. Prosigue.
- Mira, en nuestra aldea siempre son los demás los que planifican tu vida por ti. Incluso el matrimonio. No estaba dispuesta a que volvieran a meterse en mis asuntos. ¡En el fondo es lo que mejor nos ha podido pasar! – suspira.
Amanece y refresca. Hay que marchar.
Evitan las rutas transitadas. Aún así, se cruzan con una pareja montada de la recién creada Guardia Civil, acompañada de perros.
- Oye – le susurra a su compañero - , coinciden con la descripción.
- ¡Alto! – grita el sargento picando espuelas.
Higinia levanta los brazos y grita de forma demoníaca.
- ¡Hiiiiiiiiiiiiioooooooooooooooo!, ¡Nastarafú, Decapael, Sazán!.
Los ojos desorbitados de los guardias coinciden con el encabritamiento de las bestias. Los perros huyen despavoridos y la pareja hace lo propio tras sus panificadas monturas.
- Cría fama... – le dice a su hijo guiñándole un ojo.
- Sí, - piensa Emeterio - , pero las bestias no entienden de aprensiones.

Aprovechando en un descanso que su madre se ha ido a resolver sus necesidades fisiológicas con la naturaleza, Emeterio quiere saber si ha heredado las facultades que cree que posee Higinia. En el tronco en que está sentado hay una rana verdigris a la espera de moscas. Emeterio se coloca frente a ella y levanta sus brazos.
- ¡Nastarafú, Decapael, Sazán!.
Nada, el batracio sigue como si tal cosa.
Su madre vuelve de la espesura y se sienta junto a él en el tronco.
- Tendremos que cambiar de aspecto e ir lo más lejos posible para empezar de nuevo, hijo – le palmea la espalda.
Deciden levantar el campamento para seguir su camino. Se escucha un ruido sordo. Nadie se percata de que un anfibio con la textura del mármol ha chocado contra una roca del suelo al deslizarse del tronco.