30.5.05

FLUP






Es turgente, es resbaladiza -piensa el Alienígena. Continuamente nos hemos preguntado si existe vida inteligente en otros mundos. ¿Existe vida inteligente?.
El cúmulo subatómico consciente, del universo Corazón, tiene la más avanzada tecnología. Ha logrado identificar un montón de estructuras a muchos, muchos nanometros de distancia. Ha definido la constelación de Pezón como una macroformación de trillones elevado a K subgalaxias autoentrópicas. La lógica no discurre de forma lineal, como todo el mundo sabe, la continuidad es fagomórfica y no criptosinusoidal, como se creía antaño. El científico más importante de nuestro mundo, Alirón Po, es apodado el Alienígena por que está más fuera que dentro de nuestra mentalidad-suceso
. - ¡Buenos días profesor!, le agradecemos que nos conceda esta entrevista para la Esfera-5, ¿Cual ha sido su último descubrimiento?. Las elipses circulan rápidamente por el canal de acontecimientos.
- Si, la verdad es que aún no puedo precisar bien el concepto. Como ya sabemos, nuestro pensamiento se reproduce por vibración. Creíamos que las macroformaciones, de las cuales soy experto - dice sin modestia - eran incapaces de pensar, reproducirse y otra serie de cosas cognitivas . Bueno, estábamos equivocados, hay evidencias de fluctuaciones.
- ¿Cómo se pueden detectar esos movimientos en universos estáticos, profesor?.
- Es un error muy extendido considerarlos estáticos. El megaparalaje ha demostrado que no es así. Pero algo ha cambiado, los mundos cada tres trillones de ciclos armonizan sus velocidades. He descubierto que dicha confluencia tendrá lugar dentro de muy poco, no se cuando con seguridad, pero será pronto.
- Eso tiene algo que ver con su insistencia en crear módulos de frecuencia para evacuar nuestro mundo, rebautizado por usted mismo como Corazón.
- Si, en efecto, el estudio microtemporal del cúmulo Pezón, nos ha revelado un aumento de masa. Lo definiría como incremento de turgencia y que por las leyes de la simetría podría tener respuesta en nuestro propio mundo. Simultáneamente la probabilidad cuántica obliga a un aumento de fluidificación, que es la constante matemática de la falla de Miks; esto último no es necesario que lo explique puesto que es de primaria.
- Voy entendiendo, profesor. De ser cierto, la fluidificacíación arrastraría nuestras sendas-vibración con lo cual nos desintegraríamos. ¿Puede demostrar que va haber confluencia temporal? - El entrevistador de la esfera Corazón está muy preocupado.
- Lamentablemente, si. Las ecuaciones no mienten, salvo por inducción, pero esto no es posible en un universo sólido y teratomórfico. La destrucción y el fin de la inteligencia es inevitable e inminente a no ser que botemos de aquí.
- Bueno, no dramaticemos - suda el periodista - , es difícil de creer que los mundos estáticos aceleren tanto, debemos tener mas tiempo. ¿No?
- Los detectores ofrecen una marca exponencial, ya sabe: uno, dos, cuatro, dieciséis, doscientos cincuenta y seis.... En tres ciclos más: habremos convergido. ¡Es que lo haremos de golpe!, por eso no lo detectamos. Será un repentino ¡flup!
- ¿Flup? .- se extraña el entrevistador
- Efectivamente, esa es la definición. ¿Cómo la adivinado?, no me ha dado....


- ¡Isabelita!, niña perversa, sácate el dedo de ahí. Ven conmigo, te voy ha llevar frente a la directora para que te imponga un castigo que acabe de una vez por todas con tu lascivia. - La señorita Marie esta hecha una furia, como secretaria del colegio de señoritas más importante de París no puede permitir que las niñas salgan al mundo con tan malas mañas. Muchas se casán al poco de salir. Por fuera se vestirán de blanco pero por dentro son negras como los tizones del infierno.
- ¡Vamos señorita Marie!, solo me estaba rascando un poquito, por eso no se acaba el mundo.
-¡Descarada!.

26.5.05

LA TASCA DE ELEUTERIO


En el bar de Eleuterio los mineros juegan a la morra*(juego similar a los chinos).
- ¡ Sais !
- ¡ Cinco !
- Has vuelto a perder, Marcos, te toca a ti.
Sebastián se baja los pantalones y se pone en cuclillas. Jacinto coge la jarra de vino y lo vierte por la raja de Sebastián; Marcos tiene que beberse todo. A esto se le llama beber vino a canaleta. Van doce rondas.
- El Suárez es el tonto de los palotes, el único que vale es el Felipe. - Dice Jacinto.
- ¡Na!. Suárez es tonto pero tu eres un rojo de mierda. - Farfulla Eleuterio con desprecio.
- Aquí no se habla de política, - dice Jacinto - aquí hemos venido a beber vino. ¡Eleuterio!, más vino, cojones. Por cierto, echanos del que tiene menos agua, ladrón.
El humo del tabaco crea un ambiente acogedor. El alcohol va haciendo presa en el sistema nervioso de los parroquianos.
- Marcos, eres un embustero. - vocea Sebastián
Marcos se levanta ofendido tirando la silla al suelo.
- ¡A mi nadie me llama embustero! - saca la faca - . A mi nadie me llama embustero y sale vivo. ¡Cabrón!. Jacinto separa a los encendidos contendientes. Jacinto es un hombre cabal y sabe que las cosas se solucionan civilizadamente.
- Mirad cabrones, esto lo arreglamos como hombres. - Comienza a explicar Jacinto. - Haremos lo que sigue: Cogeremos un cordel largo de esparto, os ataréis un extremo cada uno en los cojones y tiraréis en sentidos contrarios. Y bueno, el que se raje será el maricón del pueblo. ¿Qué?. - Eleuterio, el apuesto y elegante barman ya ha traído la cuerda.
Los agraviados se calman de golpe, al fin y al cabo son compañeros de trabajo y no hay que tomárselo todo a pecho. Ponen cara de que mejor dejar el asunto.
- ¿Qué pasa?. Ya os estáis rajando, sois los dos unos maricones. - Se jacta Jacinto.
- Oye hijo puta, si eres tan macho, lo haces tu. - Se indigna Marcos.
- Mira listo, te propongo una cosa. Tu te lo atas al cuello y yo a mis cojones , que son más gordos que todos los vuestros juntos. ¿Qué maricón?, ¿Te atreves?.
Marcos tiene la vena de la frente palpitando, le han llamado maricón y embustero en muy poco tiempo.
- Ea - Acepta el reto.
Los clientes hacen corro, Eleuterio ya montado las apuestas que están diez a una a favor de Marcos. Sólo el Juaqui, el hijo de la “Botonera”, confía en los cojones de Jacinto.

Salva no fue al bar esa tarde, estaba cansado y quería tomar la fresca en la plaza. Como las noticias vuelan , se entera de la peculiar apuesta que está teniendo lugar en la tasca de Eleuterio. Vuela a todo correr hacia allí pero cuando llega ya han echado el cierre. ¡ Mierda!, me he perdido una tarde gloriosa, mañana en la mina no se hablará de otra cosa y yo no lo he visto.
Por el camino a casa se encuentra al tonto del pueblo y a Laurita.
- Laurita, si te vienes a jugar conmigo a la balsa te doy veinte duros. - Dice el tonto.
- A verlos. - le desafía la niña.
- Oye tonto del haba - le susurra amenazante Salva - , como te vuelva a ver enredando con las niñas te desgracio. ¿Entiendes?.
El chaval se va corriendo como si le hubieran prendido mecha.
- Y por cierto, - le grita Salva en la distancia - Le diré a tu madre que le quitas dinero. - Vamos, Laurita, vamos para casa que ya le contaré a tu padre con quien tonteas.
- Vete a la mierda, voy con quién quiero. Si le dices algo a mi padre te echaré a ti las culpas. - le saca la lengua y se levanta la faldita. - Ya he jugado otras veces con el hijo de la “Botonera”, y por cierto, a tu amigo Marcos se lo han llevado corriendo a Zaragoza por que los del bar le han metido una botella por el culo.

24.5.05

DE LA HISTORIA Y LA MISERIA


DE LA HISTORIA Y LA MISERIA

Retumban los cristales, ululan los vientos en el caserón. Ives Montpelier se acurruca en el camastro. Desde que murió Marie, las noches son frías, desde que le abandonó el servicio, nadie calienta la cama. A sus setenta años se encuentra débil y lleno de fantasmas, lleno del horror de su pasado. En el dormitorio, las sombras del dosel toman vida y adquieren formas; metáforas de sus miedos y certidumbres.
La naturaleza le obliga a ir al retrete. El suelo está tan frío como sus pies, por lo que no lo nota. La puerta del excusado está abierta, hay luna llena, pero prefiere tirar de yesca y encender el candil. El agujero del tablón tiene los bordes sucios, evidentemente no es óxido, es la vejez descuidada, es la podredumbre de su alma.
Un despeño diarreico, acompañado de espasmos, es ayudado por el ritmo de los truenos. Oye como la puerta del dormitorio se abre y unos pasos pesados y firmes se aproximan a su trono. El único lugar para huir sería el pozo al que expulsa sus detritus, pero no cabe, al menos todavía.
Al levantar la vista, se encuentra con un viejo conocido, un maldito demonio que debería haberse perdido en el olvido. Todavía puede reconocer la enorme mandíbula y esas simas que contienen sus ojos.
- Que mal te ha tratado el tiempo, Ives. Tenias mejor pinta cuando luchábamos contra los ingleses en las riberas del Potomac. - frunce el ceño con desagrado, la peste es insoportable.
Durante unos segundos siente desmayarse, querría estar a mil millas de aquí, finalmente dice:
- ¡Tuve miedo!, tenía diez y ocho años -. Los retorcijones le impiden seguir hablando, es una máquina de frutos hediondos, es una fosa séptica con patas.
- Ya sabes a que he venido, ¿verdad?.
- ¡¿No me ves?!, estoy enfermo - un redoble de intestinos lo corrobora.
- Pero afortunadamente no estás muerto, de momento. Helen está esperando abajo. Ya no somos jóvenes y a ti se te acaba el tiempo-. Le levanta en vilo y le limpia el trasero con el camisón. Se lo quita como quien descubre una escultura y le empuja sobre la cama.
- ¡Vístete, sabandija!, llevamos más de cincuenta años tras tu pista, te dije que te encontraríamos.
Le tiemblan unas piernas que servirían para estudiar anatomía. Se coloca los calzones al revés; vuelta a empezar. Los ecos de la guerra de las antiguas colonias de su Majestad británica, el rey Jorge , resuenan como las campanas de Saint Michel; la iglesia de su pueblo.

- Mi nombre es O´Sanders, Ian O´Sanders. - una cara extraña, de amplia sonrisa y con el mentón más grande jamás visto, irrumpe en su campo visual.
- ¿Oui?, ¿Que voulez-elle, Monsieur?. - Se sorprende Ives del asaltante que se le cruza en el camino. Hoy ha cazado tres liebres, lo lleva claro si piensa quitárselas.
- Lo siento - dice Ian en francés - , no quería asustarte. Vengo de América en misión oficial. El Coronel Krugger me envía al continente a reclutar mercenarios para nuestra causa. En el pueblo me dijeron que tenías buena puntería. - le examina con detenimiento - , pero si tienes miedo puedes quedarte en casita, quizás llegues a ser un porquero feliz.
Pudo haber dicho no, pero dijo sí. Ver mundo, salir del pueblo, la aventura y la riqueza. Ya durante el viaje había cosas mosqueantes en Ian. Le hablaba sobre lo uno, lo otro, los poderes ocultos, la magia, los ingleses, los iniciados, cosas. De los doscientos mercenarios que reforzarían el Regimiento de Krugger, él era el único con quién intimaba. A pesar de sus quince años, aparentaba alguno más. Tampoco iban a hacer muchas preguntas. Su madre dijo:
- Vete, vete antes de que vuelva tu padre, abandónanos ahora cobarde. ¡Con el trabajo que hay que hacer en la granja!. Vete con los impíos, con los renegados del rey vecino, con los sin Dios. ¡Escupo en mi vientre, mal hijo!.
Al llegar al Nuevo Mundo le extrañó que no arribaran a ningún puerto importante. Anclaron en una cala perdida y tomaron caminos que parecían rutas de tramperos o animales. El campamento estaba en la espesura de los Apalaches. Nunca fueron encuadrados en el ejercito regular de los rebeldes, nunca tomaron parte de batallas de renombre y, hasta los extraños últimos días, nunca vio ni de lejos a Washington ni a nadie de calidad. La explicación vino con la práctica, con el cometido de su Regimiento; el más irregular desde que las hordas Hunas asolaron Europa.

Tras la lluvia, los caminos son lodazales cuasi intransitables, una columna británica escolta a las mujeres e hijos de la oficialidad inglesa. La señora del Coronel Perkins mira de soslayo al joven y apuesto Teniente Kennet, le da un codazo a Linda Parks, la legítima del Comandante Parks.
- ¿A qué no sabes que sable me estoy tragando, querida?.
- Al Sargento Moods, lo sabe todo el cuartel. Tendrías que ser más discreta. - responde con suficiencia.
- No, no, no - mira con más descaro a un encarnado Teniente Kennet.
- ¡Zorra!, no pienso volver a hablarte en mi vida - finge una envidia que en el fondo es real.
- Te diré que debería estar en Lanceros en lugar de artillería. - se ríe sin disimulo.
- Te odio. - Lo dice en broma, pero es en serio.
El teniente ordena el alto. Hay demasiada maleza en mitad del camino que impide el paso de las carretas. La tropa está confiada, el territorio es controlado por Inglaterra y no es previsible que existan rebeldes. Kennet se coloca el paquete para poder lucirlo ante las pollitas mas jóvenes de la expedición. No puede aspirar a mayores ascensos, bastante suerte ha tenido con llegar a ser oficial; pero para ir más arriba necesitaría padrinos. No probará las mieles del alto mando, pero al menos joderá con sus mujeres. Se va aproximando hacia la reunión de conejitas y menea los muslos de forma que el vuelo de la casaca escarlata no oculte la regia protuberancia de sus pantalones blancos y ajustados. El Teniente nota como un mordisquito en la entrepierna, la cosa está a huevo para encandilar a las más modositas, incluso ve que la pequeña Beth abre la boca con asombro. En ese mismo momento se oyen varias detonaciones. Algo no va bien, en el instante que siente su mano empapada en sangre ve como la cabeza del portaestandarte Leeds estalla.
Por la pernera del pantalón circula el río tibio de sus fluidos junto con resto de las criadillas. Cuando el dolor empieza hacer presa, un tajo liberador de bayoneta le abre una sonrisa en el cuello. Todo son gritos, todo es horror. La señora Perkinns es asaltada por tres salvajes que bien pudieran ser tanto rebeldes como forajidos. No hay una uniformidad clara en los atacantes, salvo por la brutalidad. Ives tiene la adrenalina bullendo como un tambor a ritmo de carga. Está ciego de placer. Es su décimo asalto de este tipo y ya está acostumbrado a la rendición de sus víctimas. Cuando los que van a morir ven lo inevitable, parece que son ellos mismos los que por propia voluntad se dejan degollar.
- Venga perrita, estate quieta que no te puedo arrancar las enaguas.
- Mi tío Lord Cornwallis te asará vivo. - le inca las uñas en la cara.
- Así me gusta, que haya un poquito de diversión. - Ives está encendido.
Una garra gigantesca le aparta de su presa y lo estampa contra el suelo.
- Krugger, ven aquí - dice Ian.
Krugger e Ian hablan en voz baja, parecen acordar algo. En contra de lo habitual, dejan a tres casacas rojas con vida y arrancan los corazones de las víctimas. Como el resto del Regimiento se ha servido con lo suyo, no se preguntan por que han respetado a la chiquilla pariente de Lord Cornwallis.
En el campamento da comienzo un ritual que ya es asimilado como normal. Los corazones son cocidos y repartidos entre los doce “oficiales” del peculiar Regimiento. Krugger es el maestro de ceremonias, seguido por Ian O´Sanders y la “Capitana” Helen. Helen tiene pinta de putilla cara, pero pertenece a Krugger. A sus dieciocho años, Ives es Teniente de esta congregación.
Al llegar la noche, nota movimiento en la zona. Desde que el año pasado cayó Charleston, la moral de los patriotas, que rara vez encuentran, está muy baja; pero algo está cambiando. No sólo le pareció ver por este estercolero a Francis Marión, si no que si el oído no le falla:
- Jean Baptiste, no me fío ni de Washington, ni de Jefferson, ni de la mayoría de los colegas que guiarán las riendas de este país. - Le comenta Krugger a su interlocutor, ajeno a que la tienda de Ives está justo al lado. Ives piensa: “¡Jean Baptiste!. ¿Será el propio General Rochambeau?.
- No es culpa nuestra, Lafayette cree que lo haremos mejor en Francia. - muestra respeto a su superior en grado ( no en el militar, si no en otro grado...).
- No nos andemos con rodeos, sabes tan bien como yo que el Demiurgo sólo es complacido por la entropía. ¡La sangre, la sangre y la sangre es la fuente del poder!.- Se seca el sudor de su manchada calva con sus artríticos dedos y prosigue. - Nos quedan dos comuniones más para que los números cuadren. Pero tenemos que tener cuidado, hoy casi jodemos a la sobrinita de uno de los nuestros.
-Te refieres a Lord Cornwallis, supongo. - comenta el General Rochambeau con tranquilidad.
- Efectivamente, en pocos días, sentenciaréis la guerra: tú, tu Lafayette y ese rajado de Washington. Un correo de Lord Cornwallis, un aprendiz, nos da todos los detalles del ejército Británico. Si fuera necesario, el propio Lord dará órdenes inconexas a sus hombres para que ganéis la batalla. Yorktown será el fin del Imperio en la colonias. En fin, estoy decepcionado con los futuros “constructores” de estas tierras, cuando acabe esto, lo de Francia no puede fallar. - Krugger pone cara de haber terminado.
- Yo creo que es culpa de ese Franklin, que es muy purita... - es interrumpido por un imperativo gesto de hastío.
- No me interesa, nosotros haremos dos partidas más con nuestros iniciados, con lo que habremos obtenido el poder que América puede darnos. Espero verte en París. No hay tanto tiempo para prepararlo todo como crees. En menos de diez años , con la fuerza espiritual acumulada de los doce en los doce sacrificios, Francia marcará una nueva era. Los que diseñamos la arquitectura social, los nuevos constructores ordenaremos el mundo. - Suspira - Pero con sangre, Jean Baptiste, General de Rochambeau, con mucha sangre. Esta guerra ha sido una mierda, no llegamos a los treinta mil muertos ni borrachos en los siete años que llevamos de conflicto. Necesitamos centenares de miles, sólo en Francia. Son imprescindibles millones en Europa o si no todo se irá al traste. - Le coge la mano con algo parecido al cariño. - Mucha sangre, Jean, mucha sangre; no esta mierda.
Ives apenas entiende nada, y sin embargo forma parte de ello, es uno de los doce. Hablando de doce, el integrante femenino del grupo, Helen, acaba de entrar en su tienda. Helen pertenece a Krugger, todos lo saben. La muy golfa tiene una sonrisa que da miedo. Su mano se introduce por su pantalón y manosea a un Ives que siente una mezcla de gozo y miedo a ser descubierto. Helen suelta una carcajada que puede sentirse desde Boston y se va.

Ives camina al frente de su sección, meditabundo por lo que había escuchado hace unas semanas. Las últimas noticias cuentan que el ejercito franco-americano ha infligido una derrota total a los ingleses en Yorktown. La guerra está prácticamente ganada. Krugger les ha dado un mapa con el punto de encuentro para la próxima misión. Junto a la senda de una arroyuelo del río San James se encuentran con un indio Shawnee. Hace años, cuentan que los echaron más allá de los Apalaches, éste debe andar despistado. Les lanza una serie de gritos y mirando fijamente a Ives, ladra lo que bien podrían ser maldiciones. El soldado Muller le dispara un tiro a quemarropa, saca su machete y le arranca la cabellera después de desvalijarlo.
Están en Noviembre y la lluvia es helada, la mirada del indio la tiene incrustada en el cráneo y ver su pelo colgando del macuto de Muller no arregla las cosas. Cuando por fin llegan al punto de reunión, una columna de humo les anuncia que las otras secciones han empezado sin ellos. En una de las granjas se encuentra Krugger junto a Ian.
- ¡Venga Ives, no tenemos todo el día!- Grazna el Coronel.
En el suelo están los cadáveres desnudos de hombres, mujeres, niños y ancianos. El resto de la tropa se arroja al asalto contra los supervivientes, que horrorizados, tratan de huir. Cuatro soldados le han quitado los calzones a un granjero y le están cortando los testículos con un alambre. Cuando se los han arrancado, los meten en la boca a su hija de unos doce años y acto seguido la tiran al suelo levantándole la falda. El viejo Flinn ya tiene los pantalones en las botas y se abalanza frenético sobre ella. De una cuadra sale una joven con el rostro descompuesto, se sostiene el vientre ensangrentado con las manos y murmura: “ mi bebe, mi bebe”. Se oye un golpe sordo y por la ventana sale volando una masa informe: es el nasciturus de la joven, cuya manita se agarra con espasmos a su cordón umbilical.
Desde que llegó a América todo fue como en un sueño. No tiene otra idea de la guerra que la que aquí le han enseñado. De todos modos, algo no cuadra. Como quien despierta de una pesadilla se da cuenta de que no puede se normal que estén degollando a colonos. ¿Nadie lo ve?, esta vez no son casacas rojas, son americanos. Bueno, la mayoría de la veces tampoco, pero al menos eran los porteadores de suministros o gentes que tenían una vaga relación con los intereses de Su Majestad. A causa de lo escuchado entre el victorioso Rochambeau y Krugger, se siente cada vez más, como un peón en el que el surgimiento de nuevas Naciones, los bandos y las causas, son transcendidos por intereses que están más allá de la vista del común. El presunto enemigo y derrotado en Yorktown, Lord Cornwalis, es considerado por Krugger como uno de los suyos. No hay duda, es lo que dijo. Es más, no le dejó cepillarse a su sobrina y eso que ni Krugger ni Ian son nada, nada, pero que nada remilgados.
Fue como una revelación, tenía que escapar de todo esto. Aprovechando la confusión se fue separando del grupo e internándose en el bosque. Una manaza de la consistencia del acero le agarra por el cuello.
- ¿Dónde crees que vas, caballerete? - es la voz de Ian O´Sanders. - Nos quedan dos rituales más y necesitamos que los doce seamos los doce. ¿Entiendes?. No nos puedes abandonar ahora.
Lanza una patada hacia atrás al azar y hace diana en la pelotas de Ian. Ives consigue zafarse y huye como alma en pena.
- ¡Te encontraremos bastardo!. ¡Aunque te escondas en el fin de mundo!- grita agónicamente.


Ives baja las escaleras del caserón dando tumbos y seguido de Ian. Al salir al camino, un carruaje negro pero elegante espera en la entrada. Es obligado a subir y colocado entre dos caballeros, uno de los cuales tendrá la misma edad que él. Enfrente hay una señora con el pelo completamente cano. Helen le observa con los mismos ojos que cincuenta años atrás. Ella sostiene en la mano un periódico reciente: Octubre de 1833 , no se que de nuestro rey de Francia Luís Felipe que tal y tal, que si sufragio censitario Pascual. Helen le pone una nudosa mano en el muslo e Ives da un respingo.
- Ives, veo que te sigo impresionado. - su risa es idéntica a la de aquella noche.
Ian deja de dar instrucciones al postillón y sube al carruaje. Sus ojos son impenetrables, las arrugas potencian la dureza de sus facciones pudiéndose entrever la crueldad en su rostro.
Recuerda dos o tres altos por el camino. Cuando paraban en una fonda se las apañaban para custodiarlo continuamente incluso al anochecer. La humedad y el olor del Atlántico le sorprenden por la mañana. El traqueteo del vehículo ha cesado. A lo lejos oye los gritos de dos pastores saludándose o cagándose en sus muertos, vaya usted a saber. Por el acento deduce que se encuentra en las costas de bretaña.
- Hay que aprovechar la marea baja. - Dice en inglés el pasajero de su misma edad.
Descienden por una tortuosa senda hasta llegar al nivel del mar. Allí les espera un bote que les llevará a un falucho que se divisa a media milla.
El estreñimiento que ha conseguido tras sus diarreas, llega a su fin. Los calambres que siente son espantosos, las tripas suenan con ruiditos que hacen las delicias cómicas de los marineros que bogan en la barca. La diversión se acaba cuando pide permiso para evacuar, sencillamente no se ve capaz de aguantar más. Con desagrado le permiten desahogarse, pero actúa con tal rapidez que no pueden impedir que se ponga en cuclillas a sotavento, en la borda de estribor. La pasta liquida y fermentada impregna a todos los ocupantes. Los dos desconocidos que le acompañaron en el viaje, ponen cara de nadie. Helen abre los ojos con una furia impropia de su setentera edad e Ian crispa sus manos como controlándose para no estrangularlo. Los dos marineros, curtidos en los siete mares, se limitan a enjuagarse con agua de mar.

La embarcación llega a Inglaterra de noche. tiene la impresión de estar también en un lugar apartado. Después de vomitar repetidas veces, desembarcan en una playa que debe ser fondeadero de contrabandistas. Al menos se ven muchos lugareños, sin oficio ni beneficio, dando paseos con disimulo por la inmediaciones. El día es desapacible y una llovizna calabobos le va retorciendo los huesos. Avanzan hasta una caseta medio abandonada. Encienden dos faroles, uno lo dejan a la entrada y otro se lo llevan dentro. Vuelven a estar solos los cinco que iniciaron el viaje, aunque no se ha percatado de cuando les han abandonado los marineros que les trajeron.
En el interior de la caseta hay una mesa y cuatro sillas. Evidentemente él no tiene silla. Al despuntar el alba se oye el cloqueo de caballos. Una patrulla de su Majestad de la Unión Jack, el rey Guillermo IV les escoltará hasta su destino.
Le ponen una capucha en la cabeza y lo embarcan de cualquier manera en la trasera de un carromato, cubriéndolo con una manta. Pasan las horas y la humedad de un clima horrible le penetra en todas sus articulaciones. El dedo meñique del pie derecho no le duele, puede que por perderlo a los diez años al cortar leña. La garganta le pica horrores y sus ojos se ponen como tomates. Esto le resulta familiar, le recuerda un viaje que hizo a Londres años atrás. No hay duda, aunque no pueda verlo, se encuentran en esa maldita e insufrible ciudad de más de un millón de habitantes, hay que estar locos. Hollín, toneladas surgiendo de infinitas chimeneas y creando una niebla tan espesa, que no es necesario tener barriga para no verse las pelotas.

Pierde el conocimiento y despierta en una celda con las paredes de piedra. Debajo de su camastro hay una jarra de agua. Lo sabe, por que al despertar la ha tirado al suelo y se ha quebrado. Tiene una sed de mil demonios y retorcijones. En una esquina hay una especie de bacinilla, se aliviará allí.
El cerrojo suena como una maquinaria de guerra oxidada.
- Esto... Aquí es donde echamos la comida. - El agradable carcelero, sobrino de un bisonte cruzado con sapo cornudo se encoge de hombros y le sirve. Sale y le cierra la puerta.
Pasa el tiempo, semanas o quizá un mes. Ya se había acostumbrado al rancho y a sus arañas. El carcelero le conduce por una serie de corredores hasta una sala donde una serie de señores le están esperando. Son doce, a cuatro de ellos ya los conoce. Forman un semicírculo dejándole en el medio. El maestro de ceremonias es Ian O´Sanders y a su derecha se encuentra Helen. También reconoce a los dos caballeros que le acompañaron. Llevan extrañas vestimentas y le miran con ferocidad.
- Hace más de cincuenta años, por culpa de este traidor, dejamos un trabajo sin terminar - Ian utiliza un tono solemne -. Hoy restableceremos el equilibrio. No nos ha ido mal del todo, hemos hecho grandes cosas en Europa y sentado las bases de lo que va a ser su futuro. En cualquier caso, todos tenemos la convicción, de que si Ives Montpelier, el iniciado cobarde, hubiera terminado con su cometido, hoy el mundo entero sería regido con total dominio por nosotros. Hace sonar una campanilla y entran dos tipejos forzudos que lo dirigen a una especie de altar presidido por una serie de símbolos que le son familiares. Lo desnudan y lo amarran sobre la lápida.
- El corazón de este miserable restablecerá la simetría que se perdió en el ritual de las américas.
Se oyen ruidos fuera de la sala. Ian tiene el cuchillo levantado y mira con asombro a la tromba de soldados rojiblancos que penetra en la reunión.
- Dije que era la última vez que permitiría estas monstruosidades, Lord Grey.
Uno de los compañeros de viaje de Ives, Sir Charles Grey, señala al intruso con el dedo y le amenaza:
- ¡Cuidado Guillermo!, sabes que tu corona pende del hilo que nosotros manejamos.
Guillermo IV hace un gesto y la guardia desata a Ives y se lo llevan de allí.
- Estoy dispuesto a que todo se vaya al traste si te empeñas en realizar estos juegos en las dependencias de mi propio palacio. - El monarca le sostiene la mirada a su primer ministro. La conversación, en última instancia, no es con su Primer Ministro Grey, salvo como persona interpuesta con el Gran Maestre Ian O´Sanders. El pulso queda en tablas, a nadie le interesa un escándalo abierto, amén de los fusiles de la guardia, claro. Tendrán que esperar. El Ministro mira a su jefe y este le da su aprobación.
- Está bien, Guillermo, tu ganas. - dice Lord Grey.
- El pobre desgraciado que hemos visto gozará de la protección de mi familia. El rey gira sus talones y se dispone a abandonar la sala. En el último momento se vuelve y añade:
- Me ha parecido ver aquí al venerable Lafayette, el héroe que junto con Rochambeau y Washington nos jodió las colonias. ¿Porqué no te vas a tocarle las meninges a Francia?. ¿Porqué no medras para cambiar a Luís Felipe por...?. ¡Qué se yo!, otro Napoleón. - . El Marqués de Lafayette pone cara de asombro y preocupación. ¡Coño!, se dice el monarca, ¿habré acertado?.


Han pasado cinco años. Ives, a sus setenta y cinco, es jardinero de la joven y nueva reina de Gran Bretaña. Al otro lado del estrecho, una reunión de conjurados , que rozan en su mayoría la edad del chocheo, conspira.
- Bueno, tenemos un asunto pendiente. - A Ian O´Sanders le tiembla la mano.
- Va a ser difícil manejarla, esta reina niñata está muy unida a Lord Melbourne y como no es muy partidario de nosotros, ha dinamitado casi todo nuestro trabajo en las islas. No hay quién se acerque.
- ¡Leches!, si no podemos vengarnos de Ives, que no creo que vaya a vivir mucho más, al menos mi nieto podrá influir en Inglaterra cuando esta reina acabe su reinado. No creo que dure hasta el próximo siglo la reina esta... ¿Como se llama?.
- Victoria abuelo, se llama Victoria.

22.5.05

PASA LA VIDA


En la estación de Nuevos Ministerios hay un hombre. El tiene la misión y el deber de encontrar una salida a su situación. Una hipoteca, una mujer, dos hijos, un perro y una suegra. Es un cabeza de familia típico y tópico. ¡Tócate los huevos !que se llama Pérez, ¡tócate los huevos ! que de nombre Juan.
Hace un mes se hizo un seguro de vida que cubre accidentes, pero como es lógico, no suicidios. Si se tira al tren y no parece a propósito, su familia cobrará casi dos millones de euros. La cosa es delicada, su restaurante está al borde de la quiebra y les debe dos meses de salario a sus seis empleados.
Su pobre mujer es profesora en un colegio público, y aunque el sueldo no es malo del todo, se dedica íntegramente al piso, el coche y letras diversas interminables. Su hija Clara, que tiene dieciséis años, es un amor; un amor que gasta lo que no está en los escritos en ropitas, zapatitos y vete a saber qué. Su hijo Juanito, de trece, es un manitas; lamentablemente sólo en le cuarto de baño. La santa suegra, doña Antonia, tiene sus cosas, digamos que tiene sus cosas. Finalmente, hay que contar que el capitán Bum, el perro, es muy bonito. Claro, es muy bonito y muy cagón, y muy meón, y muy peludo, y muy amable ( ¡joder!, sobre todo los días de lluvia que se te sube y se te sube). ¿Qué será de toda esta gente si todo se va al traste?.
A Bum le saca todas las mañanas y noches para que vaya al excusado. Si el señor Pérez faltara ¿quién lo pasearía?. La mujer, Mª Dolores, no tiene otra cosa que hacer, perdón: -”no tengo otra cosa que hacer que sacar a ese bobo con patas” - diría.
A Clarita se le correría el rímel y Juanito lo cambiaría por revistas porno. Más vale que la economía familiar no se vaya abajo y poder encontrar un canguro perruno.
Es curioso, pero Juan Pérez, solitario en la estación, se ríe con nostalgia. Puede que recuerde cuando de recién casados su mujercita y su suegra escogieron piso en Arturo Soria.

- Juan, deja de poner esa cara que pareces tonto. - Madre e hija le miran con la misma expresión, como si fuera un exótico tótem del Perú.
- Mujer, a parte del precio, es que el restaurante está en Torrelodones, y tu colegio en Collado Villalba. Si lo miramos bien...
- No nos avergüences - interrumpe la dulce Mª Dolores - , no nos avergüences delante de esta señorita tan amable que nos está enseñando el inmueble. Mira mamá, aquí la habitación de los niños y aquí, al lado de la nuestra, tu habitación.
Como Juan está fuera de juego, se mete las manos en los bolsillos y se pone, soñador, a mirar por la ventana. Una urraca se posa en el balcón, las otras están viendo la cocina.

En la estación, nuestro amigo ya no está solo, la alegría de la huerta, una sucursal de Don Simón , cosecha del setenta, se le aproxima cantando:
- Elay, elay que tengo hambre, elay, elay que tengo sed, elay elay que tengo todo, todito todo menos mujé.
Juan respira hondo y piensa en la insoportable levedad del pez. Evidentemente, Elay, elay se le acerca tambaleante, baboseante y explendorosante.
- Primo, primo, me dará una ayuda, que tengo tre hijo herfano que no comen.
- Si primo -se rasca el bolsillo y le da un paquete de chicles.
Elay los mira, los coge, se encoge de hombros y se va.

Cuando nació Clarita, en la maternidad no había ser humano con mayor cara de dicha que su padre. Con esas manitas que parecían de juguete, esos ojitos cerrados, como los de papá por la mañana y ese plácido acurrucamiento que Juan perdió el día en que se casó.
- Mira mamá, tiene la misma cara que tu - Juan tiene la impresión de haberse metamorfoseado en un mueble del hospital. Está vez no, esta vez meterá baza.
- Dolores, déjame a mi hija, déjame cogerla. - Súper Papá extiende los brazos y sostiene a su dulce retoño. No pasan tres segundos y un chorrito de pis le recorre la camisa. En condiciones normales, esto no afectaría lo más mínimo al orgullo y amor de ningún padre. El problema es que de forma inconsciente y a juzgar por las sonrisas siniestras de su mujer y suegra, tiene la certeza de encontrarse ante la firma de un triunvirato.
.
Elay se ha sentado en el banco de al lado, le hace un brindis con el cartón de vino mientras masca chicle con gran ostentación. Juan le devuelve el saludo. Del metro bajan dos chavales de la edad de Juanito.
- Mi padre es más tonto que tus huevos, chaval. Le he dicho que esta tarde nos íbamos con el colegio de excursión a Salamanca y ha tragado. Ciento cincuenta euros le he sacao.- Comenta la hazaña sin orgullo, simplemente es lo normal.
- ¡Bah!, hijo puta, quien se lo monta bien es Juanito que le dice a su padre que está en una academia de informática y con el dinero nos invita a la cabinas del sex-shop.
Si no fuera por que Madrid es muy grande, la descripción encajaría de lleno con su hijo. No puede ser, puesto que Juanito si aprende informática. O por lo menos se pasa mucho tiempo en el ordenador, con el internet ese. Suele llevarse a la habitación muchos pañuelos de papel, le deben de gustar los culebrones.

Cuando el año pasado llamaron por teléfono diciendo que habían expulsado a Juanito por acosar a una profesora, no se sorprendió, aunque su mujer decía que eso es lo que pasa en los colegios públicos. Ella se conoce muy bien el paño, tenía que haberle hecho caso e inscribirlo en el mismo que los vecinos. Se lió por medio la suegra, los anuncios de la televisión, no se quien que gritaba abajo y en fin; mucho calor. Juanito está ahora en un buen colegio, que ya no puede pagar, pero recibirá esa educación de los que son llamados a formar parte de las élites. Bueno, si llegara a ser un equivalente a jefecillo de redacción del Private, con tres cantos en los dientes se daría Pérez.

Los trenes siguen pasando y Juan no encuentra la forma de hacer que su muerte parezca accidental. La verdad es que debe hacer daño, además si algo sale mal puede perder las piernas. Es tarde, su familia le estará esperando: su mujer, Clarita, Juanito, el perro y la suegra. Es curioso, pero si repasa su vida y pone en un lado las preocupaciones, las responsabilidades y las posibilidades de futuro, se da cuenta de que muerto no va a mejorar en ningún aspecto. Saca su cartera, donde tiene la documentación, y la tira a la papelera. Si, en el fondo no va a dejar de suicidarse, pero a su manera. Bueno , puede que a la manera de otro y viviendo, que también es morir un poquito:
- Elay, elay que no tengo suegra, elay elay que no tengo fe, elay elay que no tengo nada, ni mujé ni perro ni me tiro al tren.
- Toma un chicle primo. - le contesta Elay.

19.5.05

PADRES DE LA PATRIA


Es un día glorioso, el presidente de una potencia emergente se dispone a dar un histórico discurso en la ONU. Está harto de que cuestionen su inglés. Como es un hombre sencillo y tolerante no se va a cortar.
Nervioso, se pasea por el pasillo cual padre primerizo de las películas; de los de verdad hablaremos otro día. Un tipo con ojos de huevo o tal vez un presidente de Sudamérica se cruza con él.
- ¡Che flaco!, nos estamos con vos, ¿sabes viejo?. Nos somos iguales, tenemos coshas en común que se yuxtaponen a nuestros ideales. ¿Comprendés? - le pone la mano en la mejilla y se le aproxima como para contarle un secreto. - Nos sabemos que la coyuntura se interpone en los movimientos dinámicos de las actuasiones pertinentes para conseguir las dispensas nesesarias en la evaluasión de la que dimanan nuestros intereses, ¿no?. - Se separa dos pasos y le sonríe como diciendo: “ ¿a que sí?, di qué sí bonito.”
Nuestro héroe, con un espíritu y fuerza de voluntad a prueba de bomba, estira sus labios, achica sus ojos y no acertando a decir nada murmura y da palmaditas en la espalda.
- Adiós ¡campeón!, llamáme un día destos. - ojos de huevo se aleja a saltitos , dándole vueltas al bolígrafo que pendía del heraldo del buen rollo, del mayor político de la historia y el mundo orbitante.
El presidente, repuesto del lance, repasa mentalmente su discurso. Necesita tomar unas notas. Se sienta en una butaca del pasillo, abre su portafolios y coge su ... - ¿ Dónde está mi boli? - hace un pucherito de desconcierto.
- Presidente, es nuestro turno - le recuerda su competente secretaria.
Como pierde el hilo de lo que iba a anotar, se encoge de hombres y chino, chano, se dirige al escenario. “No tropieces, no tropieces “ se va repitiendo el mantra mientras se acerca al atril. El primer ministro de una nación emergente y su bragueta abierta están preparados para dirigirse a la multitud.

- Leides and yeltenmans , ministers and ministars, pipol fron ol de güorl. Gud deis and japi güises, and japi güiiises for ol sivilisasions. - pausa larga estudiada por su primo del gabinete de márketing, en un master que dice que hizo en Cambridge para crear tensión sexual. In de pas , - prosigue una vez creado el efecto - de governant´s promais , güos a big lais . Ai promais you , lisen mi ebribodi , i promais you dat chumorrou, ¡ dat chumorouuu! dis güil bi diferent . De gud güil bi gud , de dei güil bi dei and not naig, ¡ and not naaaig! . Dis are de cheins dat mai cantri ofert tu de güorld . - le da un aire y se queda con las manos en alto. Reacciona y tamborilea finalmente sobre la mesa. Pone cara de gran aprobación y de estar encantado de haberse conocido. Enarca las cejas, con lo que le saca un ojo a una pobre mosca que pasaba por allí y abandona la sala ante el aplauso paróxico de Guinea Conakry.

18.5.05

EL PODER Y LA GLORIA




EL PODER Y LA GLORIA
Yo, Tito Labieno, antiguo Legado de Julio César en las guerras de las Galias, enderezaré el curso de la historia. Conozco a mi enemigo, he combatido con él. Gran parte de la fama de César se debe a mi esfuerzo. Pompeyo no confía plenamente en la victoria, pero en el fondo siempre fue un militar mediocre; de no ser por la traición, Sertorio le habría hecho fosfatina en Hispania. Yo, Labieno , lo tengo claro: después de una apabullante victoria, aquí, en Farsalia, será fácil ocupar el puesto que me corresponde por derecho.
Con mi caballería de más de seis mil jinetes, aplastaré el flanco de la Legión X de Cesar y el resto caerá como fruta madura. Todos los triunfos de ese engreído se deben más a la suerte que a su genio. Si en Alesia los Galos hubieran tenido un mínimo de cohesión, hoy no habría Julios. Pero su suerte, su maldita suerte y su secreto le protegen. Mañana las cosas serán distintas.
El enemigo es un lunático que se cree descendiente de Afrodita. El enemigo es un oportunista que hace que la virtud se amolde a sus intereses. Si hay que tener treinta años para ser Senador, el divino César no lo será antes. Si hay que tener cuarenta años para Pretor, el divino Julio no lo será antes. Pero cuando las cosas se tuercen y no se ajustan a sus designios, el gran Cayo las pervierte hasta que se acomodan a su capricho. ¿Cómo no puede ver nadie que ¡jamás!, ! jamás ! ha sido respetuoso con nada?. Siendo designado en su niñez como Flamen Dialis no tenía derecho a portar armas; se lo pasó por el forro. Utilizó a Craso y a Pompeyo a su antojo para su provecho. Sin la enorme fortuna personal de éstos, consiguió comprar a Tribunos de la Plebe para que vetaran cualquier disposición senatorial que no fuera de su agrado.
Siempre fue así: la propaganda, la hipocresía. Ya en su juventud cuando el Rey de Bitinia legó su reino a Roma, él y no su divino culo se atribuyeron el éxito. Sin embargo, por un falso rumor, me llaman felatriz; Julio, en cambio, es glorioso. Yo, Tito Labieno lo sé todo. Le he visto conquistar una nación para mayor renombre de su Dignitas, no de Roma. César deja un balance en las Galias de un millón de celtas muertos y otro de esclavos que lo hacen inmensamente rico. Por el bien de Roma, ¡mentiras!.
- El no darle en consulado "en absentia", quizás le otorgó una excusa para la guerra. - Decía un republicano, un Boni acomplejado, ayer mismo.
¡Imbécil!, César estaba preparándose para la guerra desde que machacó a los Helvecios. ¿Que otra cosa, si no el acopio de fondos para su rebelión, justificó toda la campaña contra los Galos?. Sus rivales eran inmensamente ricos, él, que se cree el de mejor linaje de Roma, el descendiente de Eneas hijo de Venus, no podía competir con ellos y en consecuencia llegar a lo que cree su destino. No paró hasta que toda la Galia estuvo en llamas. Aquel que estaba cercado por las deudas, no cejó hasta someterla y poder vender a su antojo a centenares de miles de los vencidos y obtener la fortuna con que pagaría sus legiones.
Es una mala bestia que cruzó el Rubicón el maldito día en que nació, el maldito día en que su madre conspiraba en la sombra para engendrar a una mixtura de cien Marios, cien Silas, cien Rómulos y la caída de Roma en la satrapía.
A mi me llaman animal cruel y sin escrúpulos, que siendo hostigado en mi cuartel de invierno por Induciomaro, me conformé con perseguir y dar muerte a éste. Cesar habría exterminado a su pueblo. Siempre fue un embaucador, un encantador de serpientes. Yo conozco su secreto. Su voz, la maestría para modular las palabras y cambiar de registro para cada circunstancia. Cicerón siempre tuvo una prosa más elocuente ( aunque igual de demagógica en ocasiones), pero es derribado por Cayo Julio en cuanto abre la boca. La prueba es que estando el honesto (hasta la nausea) Catón y Marco Tulio del lado del legítimo gobierno de Roma, damos la impresión de ser nosotros los pobres conjurados proscritos.

Un viento frío hace ondear la toga de Tito Labieno. Siente un estremecimiento desconcertante, una impresión de estar ante la Sibila o el Oráculo. Una presencia sobrenatural cambia el paisaje por donde pasea y medita el General.
- ¿Porqué te interpones en el camino de la Gloria, mortal?- Pronuncia estas palabras la Presencia.
- ¿Quién eres?, ¿acaso he caído enfermo en vísperas de la batalla?. - El terror está dibujado en su cara, no tanto por la aparición , como por el síntoma de indisposición para un enfrentamiento que no quiere perderse bajo ningún concepto.
- Soy Zeus, o si lo prefieres, Júpiter Óptimo... Mortal - una sonrisa gélida y burlona le hiela el espíritu.
- ¡No creo en los dioses, no creo en los ancestros divinos de César, no creo en la maldita leyenda de Ilion vomitada por aquel ciego falaz!. ¡Cunnus!, estoy delirando.
- Me importa un bledo, mortal. Lo cierto es que aunque sea tiempo de que la bruma descienda y confunda a los hombres, nosotros siempre hemos estado aquí. Y siempre estaremos. - Añade.
- No tiene lógica vuestra absurda mitología, sois un cuento. No existieron los Titanes, fuiste amamantado por una cabra con tanta veracidad como Rómulo y Remo lo fueron por la loba. Sois farsa, embuste, mentira y ...¡Por los testículos cuadrados de Cástor y Pólux!. ¡ Por el pódex ultrajado de una vestal viciosa!. Está claro, he cogido fiebres. - Se mesa los cabellos con desesperación.
- Puedes negar la evidencia cuanto quieras. Yo soy el amo y señor de los dioses. Soy el guardián y conocedor, tanto del presente como del porvenir. Veo la envidia y la mentira en tu cabeza con la misma claridad que Hefesto en su esposa Afrodita: madre de Eneas, megaabuelo de tu obsesión: Cayo Julio, - Hace una pausa para reflexionar, ríe y continúa - . Claro que el engaño es divertido: " Hefesto ( si lo prefieres Vulcano), no es lo que parece, estaba yo repantingada en el prado, cuando Ares ( para vosotros Marte) se cayo sobre mi. Como hacía calor, los dos habíamos salido al campo desnudos, en fin, que Ares es muy torpe y por eso se intentaba levantar y se resbalaba sobre mi repetidas veces."
- El chiste tiene la gracia de Catón en una orgía. Es tan jocoso como marcial es Marco Tulio. Y es tan real como tú, producto de la calentura. - Labieno retrocede unos pasos, roza con sus muslos un zarzal y notando el dolor y viendo la púrpura sobre sus cáligas, es presa del espanto; de la realidad. Trastabillando cae al suelo y se corta la muñeca con una roca muy afilada; va a desangrarse.
- ¡Qué blandos sois, mortales!, - Júpiter se rasga un dedo con una hoz de oro. El dorado Icor, su divina sangre, cae sobre la hemorragia de Tito restañándola de inmediato.
Los contornos de la campiña vuelven a serle familiares, le parece vislumbrar a Afranio camino de la letrina. Da un suspiro, se seca la frente y se le congelan las pelotas cuando oye:
- Mierdecilla, que te estoy hablando. - Júpiter está muy divertido - He matado a cuantos dioses y mortales me han importunado, no tientes al destino o traeré a las Parcas para que personalmente tejan tu mortaja. Vuelve a desairarme, gusano, y te precipitaré a las profundidades del Tártaro. - Todo esto dicho con una serenidad y sosiego espeluznante.
- ¿ Qué queréis de mi ? - se rinde Labieno.
- ¿Porqué difamáis a César?, ¿porqué le restáis méritos?, ¿ cómo osáis ser comparado con él? - la expresión de la divinidad es de suma sencillez.
- La suerte, la maldita Fortuna. Siempre le acaban saliendo las cosas de casualidad. Pero ahora, después de sus apuros en Dirrachium, los vientos han cambiado. Si yo tuviera la elocuencia, la voz y el timbre de ese mentecato, podría dar coraje a esas gallinas de los Boni, podría dirigir la República a donde se merece. - Las venas del cuello cobran el grosor de los pulgares.
- Si, puede ser que fuera potra. Sobrevivir a la suspicacia de Mario, a la arbitrariedad de Sila, a los piratas Cilicios, a las conjuras del Senado, a la acusación de apoyar la rebelión de Catilina, a los Helvecios, a Ariovisto, a los Nervios, a mayoría de los Galos confederados en su contra... Mi favorito, la toma de Alesia:
Vercingetórix sitiado por veinte mil romanos. Estos fortificados en un círculo en torno a la ciudad de más de diez millas. A su vez, los sitiadores rodeados - le da uno de sus ataques de risa - por más de doscientos mil Keltois. Resultado: Victoria absoluta y captura del caudillo Galo. Si Labieno, pura suerte, casualidad, como Marte cayendo repetidas veces sobre el solaz de Venus. - El arrebato no le permite seguir.
- Tiene éxito por que sabe venderse muy bien... ya desde los tiempos de efebo en Bitinia con Nicomedes el afeminado. Magnifica sus logros más allá de lo real y convierte sus derrotas es simples contratiempos ante los ojos de los crédulos con su pérfida oratoria. - Le tiembla la mandíbula.
- Como te he dicho, puedo ver el futuro mejor que la Sibila. Te lo puedo mostrar sin crípticos mensajes ni trampas pírricas ni casándricas. ¿Quieres ver el futuro, Legado?.- enarca una de sus soberbias cejas.
- ¡Sea! - le desafía el mortal.
- ¡Muy bien!, vamos a divertirnos.
Labieno es levantado en vilo y montado en el carro volador de Júpiter. Desde el aire se ve a si mismo en la batalla. La superioridad numérica de los Pompeyanos, su bando, es aplastante.
- Mira Tito, sesenta mil de vuestros hombres contra veinte mil de César - le señala con el dedo un campo de batalla que desde la altura parece de juguete.
- No es verdad. Somos más, pero en proporción de cincuenta mil sobre cerca de treinta mil - se indigna Labieno.
- ¡Qué poco entiendes de historia!. General, lo cierto es que casi los dobláis en número, pero las cifras exactas quedan muy mal en los libros y peor en el corazón de los hombres. Lo que he dicho no es mentira, es más estético, mi ignorante animalillo.
La batalla comienza con la acometida frontal del ejercito de César. Este, dada su inferioridad numérica, es una línea mucho mas fina y algo menos compacta que el de Pompeyo. Las veteranas legiones de Cesar avanzan como un solo hombre. Las cohortes de los Boni , mucho más bisoñas, no mantienen bien la formación. Pompeyo ordena a esos inútiles que esperen a los Cesarianos; al menos quietos podrán mantenerse alineados. Entra en acción la caballería de Tito. Está claro y cristalino como el agua; flanquearán a la Legión X que Cayo Julio capitanea personalmente, y tras cundir el pánico, aniquilarán a su ejercito.
En mitad de la maniobra de la caballería, surgen de la nada unas cohortes que Cesar tenía emboscadas, los jinetes númidas del Legado se ven como el cazador cazado. Lo corriente, pánico y desbandada ecuestre. La pericia de los veteranos de las Galias hace temblar poco a poco a los novatos, virginales y torpes, pero abundantes, legionarios de Cneo Pompeyo. Finalmente, el ejercito del "verdadero pueblo de Roma" , es flanqueado y derrotado. Gran parte de los supervivientes se pasan al bando de Julio. Pompeyo, Labieno y sus secuaces, logran escapar.
- ¡No tenían fe!, los soldados de César estaban hechizados por esa culebra. ¿Cómo le iban a hacer frente los nuestros si nos falta un liderazgo firme?. Si yo tuviera el poder de seducción de ese demonio, mis legionarios morirían antes que rendirse. En otras condiciones esta batalla estaría ganada. - se desespera Labieno.
Un giro brusco casi provoca la caída del General desde el carro de Júpiter. Con gran regocijo aumenta la velocidad en el tiempo y en el espacio. Labieno asiste horripilado a la doblez y falsedad de César, cuando con fingida indignación, hace decapitar a los asesinos de Pompeyo que le enseñan su cabeza pretendiendo complacerle. Está en Egipto y desde las alturas, con la misma certeza de que la historia lo inscribirá en las páginas de la Gloria, sabe lo que va a suceder. Las imágenes pasan rápido y Alejandría aparece en llamas al poco tiempo. Por supuesto, Julio, Divus Julio, triunfa sobre la ciudad, sobre el hermano alfeñique de Cleopatra, sobre la madre que los parió a todos juntos y encima la toma de amante. Y para postre es preñada, y para postre los greco-alejandrinos, los Judeo- alejandrinos y las fuerzas vivas lo adoran. Y si los augurios no son favorables y la peste diezma la ciudad, peor para los augurios. Mientras tanto los rampantes Bonis, el alma de la recta vía, intenta lamerse la heridas y rehacerse en la provincia de África, en el antiguo suelo de Amilcar y Anibal , en la cuna de la fama de Escipiones y Marios ; lápida de púnicos y Yugurtas.
Cesar quiere aplastar a los rebeldes de Africa. Desembarca con sus legiones camino de la Gloria.
- Mira Labieno, ¿no es fantástico?. Sabiendo Julio lo supersticioso que es su pueblo, cuando ha resbalado al desembarcar, se ha levantado con naturalidad, como si lo hubiera hecho queriendo y con la arena de la playa en sus puños ha dicho: - África, ¡ Ya eres mía!.
- Labieno ha visto claramente que se ha limitado a disimular como si se estuviera atando las cáligas, pero por no oír más discursos sobre la estética en la historia, se conforma con gruñir.
Los desastres se suceden, todo sale mal para los Pompeyanos ( que ya no tienen a Pompeyo). Útica, la capital, cae. El honesto hasta la náusea, Catón, se suicida a la romana. El rey Juba, mauritano que creía estar junto a caballo ganador, es derrotado. Labieno ( el del futuro ), vuelve a escapar. La próxima cita, el último reducto de los Boni, se situará en Hispania.
- Como ves, Julio sigue teniendo "suerte". Lejos de mi intención insinuar que sois torpes - tono divinamente ultraburlesco de Júpiter - , es la fortuna.
- ¡Pues sí!, eso y su hipnótica influencia que convierte a sus hombres en juramentados fanáticos. ¡ Si yo poseyera ese don! . Veríamos en que quedaba el "genio militar" de ese fraude.
- Lo dices en serio, de verdad crees que si tuvieras su timbre, su registro, su misma voz y capacidad para modularla, las cosas serían sencillas. - El dedo del dios se levanta en señal de advertencia y desafío al mismo tiempo.
- ¡Seguro! , la voz de Cesar y, puestos a pedir, una sombra de tu potencia - bromea .
- ¡Bien!, cuando te canses de ver como los tuyos pierden sin parar, cuando estés harto de que vuestra incompetencia os lleve de desastre en desastre, tan sólo tendrás que apretar los puños, golpearte el pecho y deseo concedido. Una vez lo hayas hecho te irás materializando poco a poco entre los mortales, cuando seas visible, tu yo del futuro desaparecerá y ocuparás del todo su lugar.
Estamos en Hispania, las tropas de los hijos de Pompeyo y Labieno (el del futuro, no el que viaja con Júpiter) controlan la ciudad de Munda. La situación es ventajosa, están en la parte superior de la colina y pueden atacar a Cesar cuesta abajo. Poco a poco los Pompeyanos van envalentonándose y deciden acercarse al enemigo. El choque es brutal por ambas partes y durante horas de terrible esfuerzo, las fuerzas están muy igualadas. Pasado el tiempo, víctimas del cansancio y peor alimentación, un ala de César comienza a ceder. Labieno el observador, en su inconsciencia, le da con el codo a Júpiter, como diciendo: "mira, mira! . Júpiter, lejos de enfadarse, sonríe beatíficamente. No solo empieza a ceder un ala, sino que tropas de Pompeyo se separan del grueso para ir a flanquear a Julio César. Labieno el observador, no cabe de placer.
- Ya lo estoy viendo - le dice a Júpiter -, el flanco de Cesar destrozado, el pánico y finalmente...- inadvertidamente, cierra los puños de puro gozo y se golpea el pecho, terminando su frase ...¡ el enemigo huye!. Una voz, que parece ser la de Julio Cesar, irrumpe en el campo de batalla con una potencia que parece sobrenatural. ¡El enemigo huye !, creen escucharle a Julio con una convicción fuera de duda. Las a punto de desmoralizarse, tropas cesarianas, toman por huida la maniobra envolvente del enemigo. Y luego lo peor, los Pompeyanos también lo creen, por lo que el miedo se contagia y pasan de la victoria a una derrota definitiva. Labieno ya se ha materializado del todo en un caótico campo de batalla con su ejercito en desbandada. Oye entre brumas una voz que dice: - Cuidado con lo que deseas...
No tiene tiempo de más, una espada le separa la cabeza del cuerpo. Termina la guerra civil de Roma. Esta vez sí: gracias a la suerte, Cayo Julio César vuelve a conseguir la Gloria.

16.5.05

HABLANDO SE ENTIENDE LA GENTE



Sonia es deportista, corre por el parque con sus pantaloncitos cortos y camisetilla de tirantes. Los abuelitos llenan su disco duro con imágenes evocadoras de pecados inexplorados y los gilis con crisis de los cuarenta, chupan rueda detrás de ella. Siempre realiza los estiramientos en la parte más concurrida, donde las mamás y los papás están con los nenes tomando el sol. Los papás miran al suelo con cara de póker y las mamás la taladran con odio. Los días eran anodinos hasta que se topó con Pedro.
- Vamos a ver zorra, ¿ qué estás buscando ? - Pedro coloca sus manos en jarras y le dedica una mirada desafiante.
- ¿Qué dices imbécil? - responde con gran indignación.
- ¡Se me pone chula!. ¡A mi! - se dirige a un público cada vez más escaso. - Estoy aquí con mi mujer y viene el putón verbenero a enseñarnos el culo.
- Pedro, déjalo estar, - dice Marisa, su mujer - nos vamos y ...
- ¡Tu te callas!, tu te callas. Marisa no te metas que me encuentras. ¿Vale?, ¡¿Vale?!. - Marisa se calla, es prudente.
- Bueno, ¿qué?, ¿te gusto? - mira de arriba a abajo a Sonia.
- No estás mal, tienes un polvo. - le guiña un ojo.
- Pues haberlo dicho, cooñe. - se le acerca y le hecha la mano a la cintura. No pasan tres segundos y le empieza a magrear el culo.
- Pe... ¡Pedro!, ¿qué estás haciendo?- se sorprende Marisa.
- Pues nada, que le gusto. Anda, pírate vaca-burra. - le da un apasionado morreo a Sonia y le hace notar su hierro candente. - ¿En tu casa o en la mía, reina?.
- En la mía, mi torero, en la mía. - responde Sonia triunfal.
Y es que hablando se entiende la gente. Hay cosas que quedan inconclusas y sin resolución por la falta de diálogo. Pedro estaba hasta los cojones de la doña angustias de su mujer, se le presenta un putón impresionante y no puede con su rabia. Luego resulta que lo inaccesible se pone a huevo. ¿Cómo?, pues hablando, joder, hablando.
Sonia, cuya afición son los sacrificios humanos (cada uno se entretiene como quiere), casi no tiene esperanzas de encontrar una víctima propiciatoria. Pero, ¡mira!, un poquito de conversación y cae del cielo un cervatillo. Si habláramos más el mundo iría mejor.

14.5.05

EL DARDO Y LA VICTIMA


"Si la piedra golpea al cántaro, pobre cántaro.
Si el cántaro golpea a la piedra, pobre cántaro; siempre pobre cántaro"
DEL TALMUD (más o menos)

- ¿Buenos días doctor?, ¿cree qué he tenido un buen día?. Tenemos menos de diez minutos para tu consulta, así que desembucha. ¿Qué nos pasa?.
El doctor Navascués mira con severidad al paciente. Juan es un pusilánime oficinista bancario con molestias en el testículo izquierdo. La enfermera debe de saberlo, me refiero a lo de pusilánime.
- Bueno, yo... Es que tengo molestias... - Juan, Gómez para más señas, está muy colorado , la enfermera es hermana de la dueña de la tienda de comestibles a la que acude su familia desde siempre.
- ¡Vamos!, no seamos vergonzosos. ¿Hemorroides?, ¿verrugas venéreas?. - Her Navascués se las sabe todas.
- No, es que me duele un testículo..., el izquierdo. - la enfermera Beatriz sonríe torcido, como con burla. Para colmo de males es tan víbora como buenorra.
- Bien, bien, bien, - se levanta y con un gesto le señala la camilla - pantalones fuera y boca arriba.
Juan obedece como un autómata, esta tan cohibido, que nota como se le encogen los huevos hasta casi incrustarse en el peritoneo. Con su cabeza escarlata y escuchimizadas garrillas blancas, se pone decúbito supino.
- ¡Joder!, ¿Donde tiene este tipo los testes?, no palpo nada. - se gira hacia Beatriz como diciendo: - mira tu a ver si... -
La emfermera con una vocecita de - ya veras cuando lo cuente en el bar - le dice al enfermito: estás muy tenso, Juan. Luego, se vuelve hacia el doctor:
- Su madre siempre cuenta en la tienda que Juanito es muy nervioso. Cuando era pequeño, al acercarse el día de Reyes, se pegaba tres o cuatro con diarreas. Además una vez...
El teléfono suena y es atendido por Her doctor. - Si, comprendo...
- Lo siento Juan pero tengo que ir al Hospital General cagando leches. No te preocupes, la doctora Galindez está en la consulta de al lado, voy a hablar con ella para que se ocupe de ti. Y tranquilo tío, que si hay que cortar te los proteges muy bien. Es broma. Adiós Juanito.
Al salir deja la puerta abierta. La camilla está orientada de tal forma que todo el ala sur de la sala de espera ve al señor Gómez en tan elegante pose. Por fin, Beatriz cierra la puerta y acercando su escotadísimo cuerpo a la víctima le asegura que la doctora Galindez vendrá en seguida.
- Bueno Juanito, parce que estamos más tranquilos. - se sienta descuidadamente en la camilla y le apoya la mano en el muslo. - Cuando ayudo a mi hermana en la tienda y te veo, nunca hablas mucho. - la mano le da unas palmaditas y parece acercarse a zonas peligrosas. Sólo lo parece, por que enseguida se levanta y se pone a revisar recetas.
- ¡Buenos días! - dice una voz infantil. Es la doctora Galindez que tiene la voz como la cara. Aparenta ser esa muchachita traviesa que, que narices, uno sueña con clavársela.
El acopio de tensión hace que Juan note un cosquilleo en el bajo vientre. La verdad es que no sabe si está al borde de la eyaculación o de cagarse.
- ¿Que le pasa a nuestro paciente, Beatriz?
- ¿Acaso no puede preguntármelo a mi? - piensa Juan.
- Le duele un testiculillo - retintín, retintín.
- Vamos a ver. - Miss Galindez manipula el huevo izquierdo como si fuera el dial de la radio. Su mano se posa sobre un pene que en breves momentos va a adquirir vida propia. - No parece estar inflamado. - añade Galíndez.
- No, no lo parece - comparte Beatriz.
Una súbita erección escupe semen como un grifo de cerveza. Dos chorretones blancos se derraman por el cristal de las gafas de la doctora.
- ... Señor Gómez, nunca había visto algo semejante. Debe ser que se ha puesto nervioso. Le voy a prescribir una ecografía. Espero que si le toca una radióloga no monte el espectáculo.
- No se que ha podido pasar - dice con una voz que no le llega al cuello. Beatriz, superada la cara de circunstancias vuelve a sonreír torcido.
- No creo que le ocurra nada, pero por si acaso descartaremos la existencia de un varicocele.
- Juan recoge el volante y , siempre mirando al suelo, sale de la consulta. Vivir en un pueblo pequeño garantizará que no solo el ala sur de la sala de espera disfrute a su costa. No es lo mismo que aquellos que le vieron en tan sugestiva pose, cuando estaba la puerta abierta, pensaran en posibles enfermedades de Venus, a la certeza de lo ocurrido. ¡A amigo!, trabajar en un banco le da información privilegiada sobre la salud económica de sus convecinos. Si va a ser la comidilla, que lo sean todos, o como dicen en su pueblo, " o follamos todos o tiramos la puta al rio":
- Pues los López mucho aparentar pero están tiesos como... - se imagina chascarrilleando Juan Gómez. - ¡ No es lo mismo !, no es lo mismo - piensa con acierto - y de tiesuras mejor no hablar. Además, los que han nacido para diana no pueden tirar dardos. Está escrito

12.5.05

DIPLOMACIA


El Centurión Publio Cornelio Ralo no es descendiente de militares muy ilustres, es un Celto-Romano. Está a cargo de una guarnición en el muro de Adriano. No sabe que emperador hay en Roma ni le importa. Su Abuelo, que viajó al continente, fue el único miembro de la victoriosa Legión Fulminante del purpurado Marco Aurelio, que no tuvo derecho a su parte del botín. Le vieron suplicar por su vida a la hija de un guerrero Sármata derrotado que le amenazaba con un garrote. Dicen que le perdonaron la vida por que mancillaría el hierro de la espada que habría de cortarle la cabeza.
Su cargo apenas tiene dotación económica por que el dinero del Imperio fluctúa. Simplemente fluctúa. El puesto es cómodo, los Pictos y Caledonios pasan la frontera y sus soldados pasan de ellos. Es un acuerdo mutuo. Su aldea se llama Cófix y está cerca de Segodunum. Viven de la pesca y sus cosas. Podría considerarse feliz.
Un jinete se acerca al paso y sin prisa con un mensaje urgente para el comandante de la guarnición:
- ¡Salve Publio!, el emperador Severo requiere tus servicios.- Publio mira hacia sus vecinos intentando averiguar quién se había chivado de su posición. No merece la pena, deja sus aparejos de pesca y se enfrenta al emisario:
- ¿De qué lugar del Hades emerges tu? - intenta mantener una pose digna y romana. No obstante, con su capa amarilla y calzones remangados, más parece un bufón o una seta de invierno.
- Soy el secretario del subsecretario del consejero de un patricio que trabaja para el emperador. - Abre mucho los ojos como diciendo: si tío, es verdad.
- Pues tienes acento de por aquí. - Desconfía.
- Si, es que empecé a trabajar hace tres días Mi nombre es Tolaicea.- Mira el augusto pliego como si fuera un báculo druídico o un arcano artefacto del Pueblo Antiguo.
Subiendo un pie sobre el leño que le había servido de asiento y con un golpe teatral de su capa dice:
- Bueno, leeme el mensaje.- Sonríe para sí, por que sabe lo que va a pasar.
- El mensaje es para ti, es personal - dice sonrojandose.
- ¡Qué ya lo sé coño !, leemelo ¡méntula!.
- No se leer muy bien - admite por fin.
- Acabáramos, pues ya somos dos.¡Vaya secretario!.- Tolaicea ya le cae mejor. Le invita a pasar a su casa, entre ambos quizás consigan descifrar el mensaje.
Más cabaña que vivienda, no deja de tener sus comodidades, incluso una mesa donde estudiar el pergamino. Todavía tiene en un arcón papiro, velas de sebo y apuntes de su horrible época de estudiante en Londinium. ¿O era un estudiante horrible?. Para el caso es lo mismo.
- Está clarísimo, tenemos que decirle a los Caledonios que Severo quiere formar alianza con ellos. - la cara de Tolaicea es de gran seguridad.
- Que no coño, lo que quiere es saber si se están aliando entre ellos contra Roma - pone las manos hacia arriba como diciendo: -está claro, ¿no?.
- No, es acusativo, Roma se aliará con los Caledonios .
- ¿Dónde lees tu Caledoniam, dónde?. - Publio tiene una visión:
- Lo que pasa es que no tenemos la mente clara, comamos un poco de cecina con buena cerveza tibia y lo veremos todo más claro. Pasan las horas y por fin con la ayuda de un religioso medio cristiano que suele pasarse por su casa a la hora de comer, siempre a la hora de comer, por si cae algo, consiguen traducir fielmente la misiva.
El Abad Cisius tiene setenta años y es el único que ha estado en Roma. Una vez incluso dice que vio a Marco Aurelio. No tiene un latín muy fluido pero es bastante fiable.
A Publio Cornnelio Ralo se le encarga una misión diplomática. Debe acudir junto con el emisario Tolaicea al campamento de Osgom, líder Caledonio y ofrecerle una alianza. Para sellarla se le dará en matrimonio a una sobrina del propio emperador y la obtención de la ciudadanía romana de su pueblo en menos de cinco años. Una vez terminada la misión deberán acudir a Londinium donde el Gobernador les otorgará diez Talentos e importantes propiedades en las mejores tierras de Britania.
Por primera vez en siglos la fortuna sonríe a su familia. El campamento del líder Osgom no está lejos, las relaciones con los aborígenes no son malas y la recompensa es suculenta. Mañana emprenderán la embajada.
Los jamelgos de Publio y Tolaicea tienen costras de mierda en los cuartos traseros. Las crines se parecen a las antiguas cabelleras encaladas de los antepasados celtas de ambos y el porte y figura de los jinetes pareciera el reflejo de los Césares o Alejandros. Al menos eso opinarían sus madres.
- ¡Vaya secarral!, ¿No decían que tan al Norte todo es verde, frondoso y hermoso? - Tolaicea se rasca la entrepierna, no está acostumbrado a cabalgar tantas horas.
- Tan al Norte, tan al Norte - se burla el Centurión. - Nosotros ya vivimos al Norte, estamos a diez millas de tu puñetero pueblo y aquí ocurre lo mismo que en tu bendito pueblo.
- ¿Qué le pasa a mi pueblo ?- el secretario del subsecretario, etc. está indignado.
- ¡Coño!, lo mismo que al mío. Que hace un frío de la leche y hemos acabado con los árboles por la leña y que el ganado es una lima y ha terminado con los pastos. No te creas las leyendas de los supuestos corredores de mundo que se inventan lo que no ven.
Ya han conseguido un silencio incomodo que se prolongará hasta que realicen el obligado alto para el almuerzo media hora después.
- Publio, ¿Cuál es tu verdadero nombre?.
- Publio, mi nombre es Publio. Mi abuela era Britano-Romana, mi madre también y me pusieron Publio. ¿Qué pasa?. El comerciante de Londinium amigo de mi padre también se llamaba Publio.
- ¿Era muy amigo de tu familia?- Tolaicea no parece preguntar con malicia.
- ¿Porqué preguntas eso?- se mosquea.
- Nada chico, nada.
- ¿Tienes esposa e hijos? - dice Publio por cambiar de tema.
- Mi esposa murió de parto - se entristece su compañero. Agacha la cabeza y solo la levanta para beber cerveza. El viento se vuelve frío, hay que continuar la marcha. Antes de reemprender el camino, Tolaicea añade - mi hijo también.
- ¿Tu hijo también murió de parto?- No, Publio no ha tenido gracia. De todos modos hay que joderse, los demás pueden hacer bromas del tipo: - y ese tal Publio era muy amigo de la familia. Sin embargo las haces tú y el silencio se extiende por el universo como si se tratara de la personificación de la blasfemia y el mal rollo.
Una especie de Oppidum o fortificación, bueno, más bien unas casuchas con una cerca relativamente alta nos dice que la embajada está a punto de llegar a su destino.
- Oye Publio, tu controlas el idioma de esta gente ¿verdad?.
- Claro, tenemos tratos con ellos, mi guarnición está en la muralla que cruzan de vez en cuando.
- Ya pero hablando del tiempo, de que si parece que va a llover y tal, no se yo.
- Caro amigo, yo tengo un don para los idiomas. - intenta poner una mirada aguileña o como quiera que se haga eso.
- Ya lo he visto con la traducción que querías hacer, ya.
Un Centurión no se molesta en responder impertinencias. El problema del mundo es que hay mucho listo.
El comité de recepción es una de las mujeres más gordas que se han podido ver por el planeta. Junto a ella dos mocosos mugrientos tiran piedras a dos perritos en plena cópula. ¡Aing, Aing!.
Una vez que se han dado a conocer, aparecen dos guerreros vestidos con piel de ciervo mal curtida. Despiden un olor, que de ser afrodisiaco, provocaría tal plaga de cervatillos que toda Britania sería cornuda por la abundancia de astados.
El palacio de Osgom no está nada mal, es grande y caldeado. El gran líder se sitúa frente a un fuego cuyo humo sale por la circular oquedad que hay justo en medio de la techumbre del edificio. A su manera es una construcción regia.
- ¿Que coño quieres Centurión? - El gran Osgom utiliza un tono cansino, como de: - Bueeeno, ¿que querrán estos inútiles?.
- (Mi casa es tuya) - entiende Publio. - ¡Vamos bien! - piensa.
Ante la mirada sorprendida de los asistentes, o sea , la guardia personal , mujeres y demás fauna, el embajador del emperador Severo se sienta al lado de Osgom y se sirve el mejor trozo de carne y un buen cuenco de birra.
- Gran Jefe Osgom, Roma quiere aliarse contigo. El propio emperador ofrece a su sobrina en matrimonio con tu persona. Así mismo, tu pueblo obtendrá la ciudadanía romana en menos de cinco años. ¡Roma os ascenderá.! - Publio sabe que los está impresionando, pero para hacerlo más perfecto quiere utilizar esa expresión que aprendió en la muralla y que parece significar “bienamado”. Por lo tanto añade:
- Severo te saluda, Osgom el Bienamado. - Las bocas están abiertas, no se oye ni el vuelo de una mosca. No es un día redondo, es esférico. Incluso Tolaicea parece impresionado.
- ( Jefecillo Osgom, Roma se ríe de ti. El propio emperador cree que su sobrina podría sodomizar a tu personilla. Así mismo, tu patético pueblo no vencería a una niña ni en cinco años. ¡Roma os aplastará!. Severo te desprecia, Osgom el dao por culo.) - entiende el líder de los Caledonios.
- Tu mensaje es un insulto que los hombres de mi Tribu y mis vecinos sabremos apreciar. ¡Idos de aquí antes de que os mate!.
- ( Tu mensaje es un regalo para los míos. ¡Sed siempre bienvenidos, hermanos!). - está clarísimo para el gran Publio Cornelio Ralo.
Antes de partir para su recompensa en Londinium, Publio pensaba despedirse con un - adiós Osgan el Bienamado. Finalmente estimó más digno efectuar una leve reverencia y marcharse sin más. Es una pose sobria y a la par misteriosa que realza su dignidad.
Por el camino le fue traduciendo a su ahora amigo Tolaicea lo que se había dicho. El pobre había estado de convidado de piedra sin enterarse de nada.
- Estaba equivocado contigo. Eres el mayor diplomático que han visto los tiempos. - Hay incluso una sana envidia en su mirada. Pero no importa, ahora serán ricos y camaradas terratenientes. Podrán casarse con bellas mujeres ,e incluso si un día lejano así lo estipulan los dioses: morir de parto.
Al llegar a la altura de la muralla se cruzan con los Caledonios que habitualmente la cruzan cuando Publio está en la guarnición. Sonrientes le saludan:
- Adiós Publio, el BienAmado.
- Adiós, Adiós.

EPILOGO:
Nuestros amigos cobraron la recompensa y obtuvieron buenas propiedades cerca de York. Un incendio en Londinium hizo que se perdiera para la historia la identidad de los héroes de la embajada, pero para Publio el saber que ha sido uno de los mejores diplomáticos del mundo civilizado es suficiente recompensa.
Poco después, y por razones que se desconocen, ( algún mal embajador, sin duda) se desato una brutal guerra contra los Caledonios. Esto obligó a Severo a iniciar la construcción de otra muralla al Norte de la de Adriano para contener una ira que rozaba los inexplicable. ¡Bárbaros!.
Tres o cuatro años más tarde, el emperador enfermó y fue alojado en la villa de un rico propietario que no era otro que el gran Publio. Antes de morir Severo dijo: - Omnia fui, et nihil expedit (todo lo he sido y nada vale). Cerró los ojos, pero los abrió poco más tarde y aún añadió: - ¡Lástima de incendio!. ¿Quienes serían aquellos embajadores?. - Apretando los puños con gran fuerza antes de expirar. Publio tuvo tiempo para oír esto último y quería darse a conocer, pero muerto el emperador no quiso rebajarse y fardar ante la guardia pretoriana. - Aquí está el emperador yerto y ante vuestras narices su mejor embajador.

10.5.05

UN DIA NEFASTO




- Luismi, no te puedes rajar ahora, ayer lo dejamos casi todo terminado. - dice Santi. Tienen 12 años y viven en Alcorcón. Están hablando del Indio y del Pelayas, dos compis del colegio. Son de esos amiguitos que en el recreo te quitan el bocata y lo que lleves con hostia de propina. - Tenemos que hacerlo, - continúa Santi. - ellos siempre intentan ir con chicas a la caseta de obras que ya conocemos bien ¿no?. Hoy irán, ya te dije que se lo oí a Susana. “ Sabéis que la puta de la Yenifer y la Silvia van a ir al garito con el Javi y el Pelayo el viernes. “
Hace frío para ser últimos de Febrero, pero Luismi está perlado de sudor. Probablemente sea miedo o quien sabe si pánico. No hay marcha atrás de todos modos. El indio y el otro siempre se pasan. No son de los peores, ni siquiera son navajeros, pero es un incordio aguantarlos.
- ¿Seguro que no aparecerán hasta las seis ?. - Luismi mira a todas partes, no lo tiene claro.
- Que sí atontado, que se quedan jugando a la play con el Ismael, han quedado luego - responde con irritación Santiago.- Acto seguido hurga en su mochila, todo está en orden. Conforme se aproximan a su destino, el estómago de su amigo no deja de contraerse y contraerse. Le da un ataque de tos y vomita la pizza de la comida.
- Eres un cagón. - la cosa empieza a cansarle. - ¿No ves que es necesario ?-. En silencio llegan al objetivo. Hay que dejar la mayoría de las cosas listas antes de que lleguen los otros.
Como el plástico de la barraca está lleno de agujeros, no se notarán los cuatro extras que hay a ambos lados del quicio de la entrada. La puerta es de las que se abren hacia afuera, una vez dentro las presas, bastará introducir los alambres que bien anudados impedirán cualquier escape. Ayer por la noche dejaron dentro el bendito bidón de plástico llenito de gasolina. Está casi pegado a la parte trasera de la caseta y escondido bajo los tubos de pvc; allí donde hicieron los dos imprescindibles boquetes de unos diez centímetros de diámetro en la pared.
- Vamos a repasarlo todo Luismi, nosotros nos quedamos escondidos detrás, no te preocupes que sabes que no hay ventanas. - Santiago tiene dudas de que le esté escuchando. - Cuando estén dentro, con cuidado, ponenos los alambres en la puerta. Hasta aquí fácil ¿sí o sí ?. - Se oyen voces a lo lejos, - venga Luismi, no la jodas ahora que ya vienen.
- Indio, ¿llevas calzoncillos?, Silvia dice que no llevas - grita Yenifer. - Yo no le he dicho nada - grazna entre risitas la aludida. El Pelayas hace un intento de bajarle los pantalones para verificarlo. Todos ríen y son felices.
- Ya han entrado. - Santi está exultante. - Despacio van rodeando el garito hasta la puerta, Luismi se tropieza y cae de morros contra una piedra. Dos cordones de sangre brotan de su nariz. Parece una fuente, debe ser la tensión que le convierte en un verdadero manantial. - Mira que eres torpe. - su amigo rebusca en la mochila y saca dos trozos de algodón. - Ponte esto. - Se lo piensa. - mejor te lo pongo yo, tu igual te lo metes en los ojos. Llegan delante de la puerta, el uno es la felicidad en estado puro, el otro es un Zombie con torundas blancas en las napias.
- Sujeta la mochila. - El catatónico amigo obedece como un robot. Con una pericia fuera de serie termina el trabajo. - Hala!, vamos patrás. Tiene que darle dos golpes en la cabeza para que reaccione.
- Habéis hecho trampas, - dice Silvia - siempre me toca desnudarme a mi.
- Pelayas el tienda de campañas - rima el Indio.
Detrás nuestros amigos han desmontado el operativo: tubo de goma, embudo, algodón, cinta aislante, lápiz, alcohol y estilete largo. - Venga Miguelito, tu clavarás el punzón por el hueco de abajo en el bidón y mientras yo echaré el alcohol por el de arriba. ¿Qué te he dicho?. Habla periquito, haabla - le pasa la mano por delante de la cara.
- Ñio cavaré el puñon - responde al fin el muerto viviente con acento nasal de Yorkshire.
- ¿Cómo que no lo clavarás?.
- Ñigo que ñi lo cavaré - la cabeza hacia delante, la cabeza hacia detrás, la cabeza hacia... etc.
- Macho, es que no se ten entiende ñada. - se sonríe mientras termina la mini antorcha con el lápiz, cinta y tal.
Por fin la cosa empieza a funcionar, Ñuisñiguel con su tembleque clava el pincho en el depósito mortal a través del agujero de abajo y simultáneamente Santiago introduce el alcohol por el de arriba mediante la goma. Como hay muchos rollos de tubos sobre el regalito, los excitados y felices inquilinos no notan nada; o casi
- No oléis a gasofa, yo huelo a gasofa. - dice Yenifer mirando a todos lados.
- Tía no jodas, has sacado ochos y pagas. Te tienes que sentar encima del Pelayas en calzoncillos sin bragas.
- Da lo mismo, lleva tanga. - ríe Silvia.
Si se echa el lápiz encendido muy pronto, puede que el alcohol no llegue a prender el combustible. Si se echa muy tarde pueden olerse el pastel. Santiago calcula que la gasolina que mister miedo ha vertido al pinchar el depósito ya estará a punto de ser visible; en fin es la hora.
- ¡Tía, tía, sale fuego de los tubos. - se levanta Yenifer de un salto del montículo del Pelayas.
- Sale fuego del pito de este - señala el Indio.
Ocurre en segundos, un gran fogonazo extiende las llamas por toda la caseta. Pelayo tiene las piernas ardiendo, se levanta, pero como sus pantalones están el los tobillos (chico malo ), vuelve a caer al suelo. Todo son gritos y alaridos de terror. El humo negro convierte los ojos del Indio en dos faros infernales y es el único que intenta abrir la puerta. Al darse cuenta de que no se puede abrir, sus últimos segundos son de revelación. El conocimiento es malo. Sus compañeros de desgracia llegarán a la inconsciencia en el mismo tiempo que él, pero, mientras que aquellos no han podido reflexionar sobre la situación, este muchacho tiene nada más y nada menos que una certeza: van a morir.
- Estos cabrones casi no han sufrido. - Sentencia Santi frunciendo los labios en posición “mecachis”. - Bueno, nos vamos “ aquí no hay nada que ver.” (voz del oficial Barbredy, o como se escriba, de la serie South Park.)
La carretera está a unos doscientos metros y los edificios más próximos poco después. Una colosal columna de humo negro tiene que ser vista incluso desde Madrid. ¡joder como arde una mierda tan pequeña!.
Lo inevitable, un coche de policía se detiene en el margen de la carretera. - ¡Chavales !, ¡ eh, vosotros!, el de la mochila y el lelo. ¿Que cojones habéis hecho ?. - El poli ya está a diez metros de ellos. - ¡Hostia puta , el Santi !. ¿Que haces aquí , sobrino?.
- Ya te lo dije, marica, joder a esos capullos.
No ve venir la colleja de su tío, pero es inevitable, la mano resbala y de rebote le da en las narices a Luismi. El Danubio rojo “ is back “.
- Lo siento Miguelin, pero no me gusta que Santi tenga la boca tan sucia. - ahora mira seriamente a Santiago y poniéndole la mano en el hombro:
- ¡Joé!, haberme avisado. ¿Qué pasa si te pillan?, ¿sabes el disgusto que se llevaría mi hermana?. Tendré que montar películas con los cuerpos, que si tal, que si Pascual... Claro, no piensas, eso es lo que os pasa a los chicos de ahora. Menos mal que me olía la tostada. - Rafael. - Le grita a su pareja. - Llama a la central y les dices que nos encargamos de todo, ¿vale?.
- Vale. - Rafa “ el botijo “ responde con laconismo y mirada de infinita tristeza.
- Claro, mientras estabais haciendo el tonto no os habéis enterado de nada ¿no?. - pregunta a los dos poyos.
- Ñe que - dice Luismi.
- De que hoy es UN DÍA NEFASTO. - Pausa solemne... - Hemos perdido la Champions.
La sangre de Miguel se seca de golpe, Santiago no puede dar crédito a sus palabras. Hay cosas tan irreparables que dan ganas de morirse. ¿Como puede el destino generar tanto horror?. En el fondo son niños. Obsesionados con nimiedades se olvidaron de que hoy, precisamente hoy, se jugaba la final.

6.5.05

CIRCULOS CONCENTRICOS


El es aquel listo que sale ileso
cuando va detrás de la manada,
cazando piezas, obteniendo besos
sin sudor ni sangre, a través de nada.

Es el cobarde traidor que saluda,
para reafirmar su valía y pasar,
ante la historia gloriosa, sin dudas,
como el profeta que supo volar,

Capitán de la Corbeta perdida,
al abandonar al peligro a su bando,
equivocarás la senda, ¡mi vida!
y llevarás al desastre a tu barco.

¡Y veré la caída del miserable!
al saltar más allá de su terreno.
Él, que tiene todo y siempre de balde,
se enfrentará por fin al justo suelo.

Observar su semblante me aburre,
descubrir sus mentiras me cansa,
ya bastante tiempo transcurre
del principio al fin de mi carta.

Versos de Monsier Malpass encontrados el 17 de Abril de 1794 por el asistente de Robespierre tras una cena con los camaradas revolucionarios: Monsier Malpass, Duque del Coxón, Condesa de Jotiá, Barón de Modestié, etc, etc.


Monsier Malpass:
Uno, dos y tres,
¿ ya no estáss ?.


Epitafio dedicado por Robespierre al camarada Malpass tras su muerte accidental en una guillotina.(Didier Malpass, nacido el 3 de Enero de 1745 y muerto el 18 de Abril de 1794)

“Discretion better than valor”.
Divisa de los supervivientes.

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Amanece en Telechiko, o pudiera ser Tilichiki; da lo mismo. Amanece en un pueblecito de Siberia, a 8300km de la Piel de Toro, o lo que es igual: donde Miguel Strogof perdió el braguero. En la cabaña de Yuri Pretovs y Ana Kulova están de enhorabuena, ha nacido el primogénito y el futuro resplandece; es el año de gracia de 1970.
Pasan los inviernos, y Yuri Pretovs hijo crece sano y fuerte. Su padre practica en la plaza del pueblo con un balón de reglamento intentado inculcar a su retoño uno de los mayores logros de la humanidad, sin contar la doctrina de los Soviets, of course.
- Hijo, esto es lo que une a todas la civilizaciones, tanto a bastardos capitalistas, como a los buenos Socialistas. -Yuri padre agita el indice, es lo que se hace con las cosas importantes.- Pero para la Madre Patria, - añade - el deporte forma parte de la lucha de clases por superar la opresión y llegar a donde los imperialistas no puedan alcanzarnos. - La mirada de pasmo y sacra veneración del niño es indescriptible.
Los aldeanos circulan camino de sus cosas, no de la de otros, aun así, Vasili Uliananovich viendo al gran Petrov dar patadas a la pelotita y rebotando a escasos milímetros de su cara, le dice a su mujer Sveta Chi:
- Sveta, ¿ Cual crees que será el futuro del pequeño Petrov ?.- Sveta reflexiona unos segundos y recordando que el padre de la criatura es representante del Soviet local asevera:
- Será un alto jerarca de Kamachatka - asiente una y otra vez como diciendo: si, eso es lo que será.
- ¡No!, - Vasili es rotundo cual cáncer de páncreas .- Será gilipollas, como su padre.
Y como Stan, Kyle o Cartman pudieran decir: Amiguitos, hoy hemos aprendido algo: cuando Dioz hizo el mundo, lo lleno de contraztes , cozas bonitas, cozas feas, politicaz diztintas... pero la eztupidez la hizo clónica.

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- ¡Yo!, fui yo. - el mariscal fuerza su mandíbula hasta hacerla temblar. - Yo decidí apartar a Paulus del mando. Gracias a mi, en un a maniobra contraenvolvente en Febrero del 43, conseguimos contraenvolver a los Ivanes que nos envolvían.
El mariscal se pasea de un lado a otro de la habitación. Con su mano izquierda acaricia el sable y con la derecha toma un comedido sorbo de oporto. El cielo se torna plomizo a juzgar por el brusco cambio de luz que hay en la sala.
- Lo estoy viendo, - sonríe el viejo soldado - cuando el 52º Ejercito nos iba a dar el golpe de gracia... ¡tachan!, Stalingrado estaba vacío. - Levanta la mano pidiendo paciencia a la concurrencia. - Señores, caballeros, miembros del partido: fue muy simple. Leyendo uno de los libros de mi sobrino sobre un tal Huck Flinn o algo, de un autor Yanki que creo que ya está muerto... Si posiblemente sea literatura prohibida para un buen NacionalSocialista , pero ¿qué quieren?, uno es un rebelde. - carraspeo, carraspeo y rascada en el trasero. - Como decía, en aquel libro de Marco Gwain-como-se-llame, el tal Huck y su camarada Tom se escondieron en el Misisipí de sus perseguidores. ¿Cómo?, je, je - se atusa el bigote a lo Errol Flinn ( más o menos ) - cogieron sendas cañas de la ribera, y las usaron para respirar desde el fondo del agua, escondiendose hasta que pasó el peligro.
Nuestro mariscal vuelve a pasearse por la sala asintiendo a ritmo de Blues y haciendo circulitos con la mano del oporto. De un salto se sube a una silla y cuando todo parece indicar que vamos a asistir a una triple fractura de cóccix, ¡Flop!, otro salto y sobre la mesa.
- Si camaradas, ¡yo!, yo y lo que quedaba del VI ejercito con los restos de la 29º División a la cabeza, cruzamos el Volga sin ser vistos, gracias a mi astucia y las cañas providenciales de la margen del río. Lo demás ya es historia. Llegamos a Moscú, capturamos a Stalin y por fin pudimos lanzarnos a nuestro principal objetivo: la toma de la Isla de Pascua.
Entorno a la mesa están algunos de los presidenciables, no hay consternación , tampoco podríamos hablar de emoción alguna que pudiera describirse con palabras. Hay una excepción, un relativamente joven miembro del partido fuera de las quinielas, un tal Mihail Gorba-algo, acaricia una caja de cápsulas en su bolsillo mientras rememora sus tiempos juveniles en el kommosol: - Si tienes fe en ti mismo, trabajas y perseveras, puede que llegues a ser un ejemplo proletario, palabra de Nicolai. Incluso puede que seas algún día trabajador del año con insignia.
- Puede que seas algún día trabajador de año con insignia - recuerda burlonamente Mihail. - ¡Niñato de mierda...!

DOCUMENTO DESCLASIFICADO DEL KGB EN 2005, EN RELACIÓN AL PRESIDENTE DE MENOR DURACION EN LA HISTORIA DE LA UNION SOVIETICA. EXTRACTO DEL DISCURSO DE INVESTIDURA EXTRAOFICIAL DEL PREMIER SOVIETICO NICOLAI NIXPANIEMAIO QUE OCUPO SU CARGO DURANTE CUARENTAYCINCO MINUTOS.

5.5.05

EL CONSEJO DE ANCIANOS


La tribu de los Huris es sabia. Los ancianos se reúnen en asamblea y se disponen a enfrentarse a la dura tarea de decidir por y para el bien del grupo. OjoSagaz es el más viejo, el más sabio , es el encargado de abrir la sesión:
- Todos sabéis porqué estamos aquí. - La pausa rezuma conocimiento y sensación de encuentro con el universo.- Esta mañana, LinceDescarriado ha traído ese objeto maligno procedente de los extraños. ¿¡Que pretende!?, ¿¡Contaminarnos!?... - Ojosagaz realiza otro alto para mostrar una sabia severidad.- ¡Nuestros Palos del Poder!, nuestros Palos del Poder nos han brindado alimento desde la noche de los tiempos. ¿Quién se ha creído que es ese LinceAliadodelosExtraños?. Mantengo que la diabólica rama con tripa de venado no sólo es sacrílega; es inútil y no aporta nada a la legendaria ciencia de los Huris.
Alrededor del Fuego de las Decisiones se puede cortar la tensión con una piedra afilada. Es el turno de hablar para ZorrodeDisputas, todos saben que es el yerno de LinceDescarriado.
-¡Venerable OjoSagaz!,tu ciencia alimenta nuestro espíritu como el agua a los peces. La Ley Antigua nos ha mantenido vivos y ha hecho de los Huris un pueblo fuerte. Nuestra tribu se ha visto reducida sólo a la mitad gracias a tu buena guía y tan solo mueren cuatro de cada cinco de nuestros recién nacidos. Los designios del mal que nos acechan son conjurados con tal acierto por la fuerza de la tradición Huri que la última cacería podemos calificarla de éxito. Salieron ocho de nuestros mejores cazadores para procurarnos la carne y el espíritu del oso del monte. ¿Podéis creerlo ?, esta vez han sido cuatro los heridos, por lo que los otros cuatro nos los han podido traer de vuelta; no así la vez anterior. - La cara de OjoSagaz es una máscara que lanza rayos a ZorrodeDisputas. - No obstante, - añade Zorro - el palo con tripa de venado que lanza dardos a distancia, quizás pudiera ser Consagrado y adoptado como Patrimonio por Captura de la sabiduría Huri.
- ¡Blasfemia!,¿Cómo te atreves? - ruge con furia OjoSagaz. - ¡Los Palos del Poder!. Ellos nos han alimentado desde la creación del mundo. ¡Antes del nacimiento de las montañas!, antes del nacimiento de... de los ¡extraños!. - la mirada del anciano recorre las caras de los deliberantes. - ¿ Acaso unos lampiños de cara plana, unos animales que casi no tienen cejas, unos impuros de barbilla obscena, nos van a decir a nosotros que estábamos aquí antes que sus primeras deposiciones...? - OjoSagaz esboza un sonrisa de desprecio sosteniendo el impuro arco con dos dedos a modo de pinza. - ¿Nos van a decir como funciona el mundo?. Si algún apóstata de los Huris del Consejo tiene algo que añadir le digo: Yo, OjoSagaz, amante de nuestra tribu, jamás introduciré corrupción o inmundicia en nuestro pueblo. Como soy un Huri, aquí, ante el Fuego de las Decisiones, ante el Árbol de Mepica y en respeto a la Ley Antigua voto que No. - El venerable sabio vuelve a agitar el arco para que todo bien nacido vea lo ridículo que es el artilugio.
El resto del consejo, con sabiduría, con el acervo cultural de los eones, con ese ser uno con el universo, fue votando. Uno a uno, incluyendo al "valiente" yerno de LinceDescarriado, dijeron no. Y esta es la razón por la que los SapiensNeandertales somos los únicos pobladores inteligentes del planeta.Y por supuesto esta es la causa de la extinción en masa de los promiscuos y amigos de contaminaciones extrañas que compitieron con nosotros llamandose Sapiens a secas.