7.9.06

SOL PONIENTE

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La niña está harta del mundo. La niña es pequeña pero entiende que todo es una puta mierda. Mira con determinación el tubo de plástico al que le ha incrustado una cuchilla en su interior; antes de colocarlo en su vagina.




- ¿Cómo que se ha olvidado el maletín, Martínez? – el viejo le mira con media sonrisa.
- No se como me ha podido ocurrir. Iba un poco mal de tiempo y...
El viejo se levanta y mientras pasea por la sala de juntas no deja de mirar burlonamente a Matías. De pronto, da un golpe sobre la mesa y empieza a hacer teatro.
- Señorita Lahuerta, ¿usted se ha olvidado sus papeles? – el viejo responde por ella - ¡No!, claro que no.
Hace un gesto de gozosa reprobación y añade con retintín:
- Señor Martínez, don Matías... Es usted mayor para dar excusas de colegial. Nadie de aquí se ha olvidado de sus obligaciones, Mar-tí-nez. –
Gira su cabeza hacia la gran pantalla que preside la reunión y prosigue simulando sorpresa:
- ¡Oh!, el señor Sakamura ya está entre nosotros. ¡Buenos días señor Sakamura!. Verá... El señor Martínez tiene que decirle algo sobre el plan de futuros y adquisiciones de nuestra empresa. Con suma amabilidad – dice mirando con boca de lobo a Matías - , nuestro ejecutivo más prometedor le explicará nuestros planes...
El viejo da un cómico bote y una palmada.
- ¡Ah!, se me olvidaba. ¡Ohhh!, señor Sakamura, el señor Martínez se ha dejado los papeles en casa.
Matías tiene el color de la cera, mientras que Oami Sakamura le mira impertérrito desde la pantalla.
Matías carraspea y empieza a hablar:
- Señor Sakamura, a grandes rasgos, las inversiones conjuntas que nuestra empresas pueden realizar...
Oami Sakamura levanta la mano con el imperativo significado de que se calle.
- Señor Martínez, “a grandes rasgos”, habíamos quedado para hablar de... los detalles. Hoy es mi aniversario de boda y ya ve, aquí estoy vía teleconferencia, tal y como habíamos acordado. Como máximo responsable de Saka&Wheel Company, entiendo que el acuerdo no les interesa. Disculpen las molestias.
Tras una breve inclinación de cabeza, la pantalla se vuelve negra.
El viejo hace un pucherito con la boca como quien dice “vaya cosas que pasan”.
- Señor Martínez, nuestra empresa acaba de perder “a grandes rasgos” unos mil millones de dólares. ¿Qué vamos a hacer ahora?. ¿Qué hacemos con su trabajo, su casa de la empresa, su coche de la empresa y su visa oro de la empresa?. Matías , ¿qué hacemos?.



- ¡Cari...!, cari, ¿estás en casa?. – Adela llega sonriente de su jornada como asistenta en casa de los Martínez.
- Estoy aquí, mi amor – Oswaldo se repantinga en el sofá viendo el voley playa femenino.
- ¿A qué no sabes lo que traigo? –
- ¿El qué, mi amor? – no le quita ojo al televisor y eructa, le da un trago a la cerveza y vuelve a eructar.
Adela piensa “este gilipollas no se me merece, pero es tan tierno”.
- Ya sabes que me acusas de chismosa, pero está vez puede que nos solucione los apuros de dineros, Oswaldito.
- “Ya sabes que me acusas de pesimista” – le imita la voz - , pero si la mierda fuera oro, los pobres no tendríamos culo, Adelita.
- ¡Eres bobo!.
- ¿Y ese maletín?. Adelita, Adelita, ¿no habremos vuelto a las andadas?. No quiero problemas con la policía.
- Calla y escucha. Cuando Matías no está en la casa, su mujer se pasa horas al teléfono. Yo me aburro mucho, total , esa gente tiene el culo tan estirado que casi ni manchan...
- Al grano Adela, al grano que va a empezar Gran Hermano.
- Bueeno. Pues eso, que es entretenido escuchar las conversaciones por el supletorio.
- ¿El maletín está lleno de dinero?, ¿qué tiene?.
Adela se queda contrariada por la interrupción.
- No lo se, no lo he abierto. Por lo que escuché, papeles importantes...
Oswaldo se ríe de forma seca
- ¡Ja!, papeles, vamos bajando el listón.
- ¿Me dejas terminar, pendejo? – le mira con seriedad.
- A lo que iba. Oí como la señora se confabulaba con el jefe de Matías para hacerle una jugada. Al parecer son amantes desde hace tiempo, y el gili del marido, que lo es, estorba.
- ¿Y en qué consistía la jugada?- Oswaldo está más interesado.
- Está mañana tenía una reunión importante con un tal “Yakamoto”, y Matías debía personarse con unos documentos importantes. Su mujer había acordado con el jefe de Matías quitarle el maletín antes de que se fuera. – Adela saca una cinta de video de su bolso – Matías siempre mete el maletín en el asiento trasero del coche. Cuando estaba listo para irse, su mujer sale corriendo y le recuerda no se qué de que tiene que llevar a devolver el ordenador a la tienda al salir del trabajo. Matías pone pegas, pero no muchas. El caso es que entra en la casa a empaquetar la máquina y su mujer aprovecha para sacar el maletín y ponerlo, supongo que de forma provisional, - se sonríe – en el contenedor de basura que tienen junto al garaje. Cuando vuelve el bobo cargado con el cachivache, le lía de tal modo, con el que si ya vas tarde, corre y tal... , que mete el trasto de cualquier modo en el asiento de delante y se va.
- Sí, si yo te sigo pero no acabo de...
- Pues que está todo grabado con las cámaras de seguridad de la finca. Y esto es la cinta, y esto es el maletín. ¿Entiendes?. Podemos demostrar la conspiración. Al Presidente de la compañía no le gustará la jugada del jefe de Matías, que les ha costado muchísimo dinero, y todo para calzarse a la señora. El jefe se irá a la calle, a Matías le ascenderán y para ello... Para que Matías se pueda desquitar tendrá que pagarnos una buena suma.
- ¿Y cómo lo hacemos? – pregunta confuso Oswaldo.
Adela suspira y saca una pequeña agenda.
- Este es el número móvil de Martínez. Le llamamos por teléfono... antes de que se suicide –añade - y le explicamos nuestras condiciones.
- Ya... – dice Oswaldo – Pero primero deberíamos ver lo que hay en el maletín ¿no?.
- ¿Y que narices te importa?. Son papeles de la empresa. Por teléfono el Jefe le dijo a la mujer de Matías que eran importantes y que pusiera el maletín a buen recaudo en cuanto se marchara su marido. Evidentemente me adelanté yo. – pone cara picarona.
Oswaldo juega con la combinación de cuatro dígitos que tiene el maletín. Cuando Adela le va a decir que se deje de tonterías, que al fin y al cabo eso es lo de menos, se escucha el “click”.
- ¡Je! – grita Oswaldo -, lo sabía, es tan gili como dices. Uno, dos, tres, cuatro.
Adela se lo quita de las manos y lo abre. Revuelve los folios y se le cae el alma a los pies.
- ¿Que ocurre? –
- Son hojas en blanco – responde con abatimiento.
- ¿Cómo que en blanco? – recupera el maletín - Mira, aquí hay uno escrito: “Al corro de la patata, comeremos ensalada, como comen los señores, alupé, alupé, sentadita me quedé “.
- El señorito estaba como una cabra, no les hubiera hecho falta a esos dos huevones de su jefe y su mujer montar el circo. Don Matías les habría dado el espectáculo igualmente en la reunión. – Adela rompe a llorar. Para postre, ni siquiera podrá volver a trabajar para la señora después de haber “robado” el maletín.
Oswaldo cambia de canal y durante unos minutos no dice nada. Al rato ya no se puede aguantar y levanta el dedo índice:
- No tendríamos culo. – sentencia.


En el jacuzzi del hotel Palace´s Mo de Bankog, el orondo Oami Sakamura le da instrucciones a su secretario.
- Cuando llegue el señor Martínez con los documentos te encargas de llevarlos a mi caja fuerte. Lo mas sustancioso son los números de cuentas de dinero B, esa empresa no podrá denunciarlo. A los demás datos también les sacaremos partido. – expele un círculo perfecto con el humo de su habano.
El secretario asiente con la cabeza.
- Ya sabes que tienes que ser discreto. Las cosas simples son las que funcionan bien. Hay que hacerle saber a Matías que estamos muy contentos con como han ido las cosas, incluso para halagar su vanidad, es conveniente que resaltes su magnífica actuación por videoconferencia... Pero ya sabes, Oami no paga a traidores, cuando lo dejes en el hotel, limítate a falsificarle con bolígrafo el pasaporte, como le hicimos al otro imbécil por lo que tu y yo sabemos. No tardes en darle el soplo a la policía. – se sacude las palmas de las manos - . ¡Y asunto terminado!. Ya le puedes decir a las niñas que pasen – enarca las cejas.
La más pequeña tiene una mirada viciosa que hace que Oami se relama. Cuando se le monta a horcajadas, el rictus de placer de Sakamura se queda petrificado.

3 comentarios:

Angie_TnT dijo...

muy interesante un saludo desde RD ..chao

PERCEBE dijo...

Gracias, un besote.

Unknown dijo...

Yo también he quedado petrificada. Qué mundo de niñas! El más vil de todos.