12.10.05

SPQR HISTORIA DE GLUTEO IV PARTE


He querido contar aparte la muerte de los familiares más cercanos de Nerón, acaso por que tuve algo que ver.
Apenas llevaba un año de emperador y Británico le miraba raro. Hay quien piensa que el primogénito de Claudio cuestionaba la legitimidad de Nerón, pero en el fondo su naturaleza hosca tenía motivos.
-Glúteo, mi pequeño pimpollo - me dijo una mañana - , tu le caes muy bien a mi hermanastro Británico, ya sabes que desconfía de mi. He pensado en ayudarle con una poción de mi invención en la que se equilibran los humores de forma que mejoran el carácter. Si tu le llevas el vino esta noche a su cuarto, no te costará nada administrarle mi remedio. Esta situación ya la había vivido.
Cogí la bolsita que me entregó Nerón y camino de la bodega tropecé derramando parte de su contenido. Sólo pude echar en la jofaina una cuarta parte de la dosis, pero aún así, hizo el efecto deseado.
- Hoy no esta Belusia para servirme - me dijo Británico con mala leche. No se de donde se sacó mi amo que yo le caía bien. También decía lo mismo de Claudio y éste me llamaba pódex.
- Belusia quiere aprender griego con el maestro Séneca, mi señor.
- ¿Quien lo iba a decir del puto viejo? - contestó con el tono más desagradable que pudo encontrar. Bebió un gran sorbo de vino directamente de la jofaina y se me quedó mirando con el rostro ceñudo.
No había pasado ni medio minuto cuando Británico salió corriendo hacia las letrinas apretándose el vientre. Por unos momentos pensé que los pasos de Nerón en pos de la sabiduría de los artes de la medicina emocional no fuera todo lo genial que yo pensara. Al cuarto de hora volvió Británico.
- ¡Hoy es el día más feliz de mi vida Glúteo!. Llevaba diez días sin cagar y de repente los dioses Lares me bendicen con el fin de mi sufrimiento.
A partir de ese día su humor fue inmejorable. Nerón me dio una gran reprimenda por haber puesto poca cantidad, ya que según él, es peligroso quedarse corto en la dosis. A la semana siguiente le di la cantidad correcta pero alguna otra enfermedad debió perforarle los intestinos y se desangró en cuestión de segundos tras
haber bebido el vino.
De la muerte de su queridísima madre yo y solo yo fui el culpable. Su hijo, en un afán experimentalista y científico le construyó una magnífica nave liburnesa para navegar por el Adriático. Quería compensar así el distanciamiento que les afligía por malentendidos políticos. Los malditos elementos la hicieron naufragar y hasta mi llegó la noticia de su muerte. Poco después, cuando fui al mercado en mi día libre vi a los esclavos de Agripina diciendo que estaba viva. Cuando se lo conté a Nerón se puso pálido.
- Esa no puede ser mi madre - me dijo -, todo el mundo vio como se ahogó. Es un espíritu del Hades que como en la leyenda de Trolidatres ha venido a burlar su memoria. ¡Guardias!, partiréis inmediatamente a la villa de mi difunta madre y le cortareis la cabeza al espíritu impostor que la habita.

En fin, cosas que pasan. Ya habían transcurrido diez años de su entronación y la inventiva de mi amo estaba llegando a su fin. Por entonces retomé la idea de librarle de su cuerpo mortal. El caso es que se estaba volviendo repetitivo y adquiriendo peor olor. Yo sabía que la causa de su decadencia era el cochino cuerpo humano. Ya no me dignaba con su presencia por las noches, para ello prefería a su secretario Epafrodito. El pobre parecía llevarlo peor de lo que yo lo hice antaño.
Obsesionado con los seguidores de una extraña religión oriental que decía que el hombre poseía un alma inmortal, hizo todo lo posible por adquirir una. ¡Pobre Nerón!, el ya era inmortal, ¿acaso no recordaba que era la encarnación de un dios?. Tendría que ponerle remedio y pronto. Además, sus actos estaban dando mucha publicidad a una secta que cada vez tenía más adeptos y que podría acabar con la grandeza de nuestros fabulosos dioses. ¡Un sólo dios!, ¡que locura!. Como mi amigo el liberto Teutro dice: “ Si te cagas en el dios del cielo, siempre puedes esperar la ayuda del dios de la tierra, o del río. Es difícil enfadarte con todos a la vez, pero estos tíos, si la joden con su dios... ¿Qué otro va a ayudarles?.”
En el circo, después de que las bestias acabaran con decenas de estos curiosos judíos, Nerón bajaba a la arena con un saco para intentar capturar almas. El pobre iba de mal en peor y repetía este tipo de ceremonias con más frecuencia.
Había vuelto a su vieja costumbre de salir por las noches para asaltar las tiendas de los mercaderes. No me llevaba consigo, pues la gente era cada vez menos comprensiva con sus arrebatos de artista y prefería hacerse acompañar por pretorianos. Una noche decidí seguirle para llevar a feliz término mi antiguo plan.
Nerón y los soldados habían ocupado una vieja taberna y se divertían con las cantineras. Yo desde fuera oía a mi amo lamentarse del olor y falta de estética de la ciudad de Roma. Lo tuve claro, prendería fuego a la taberna y mi amo se transformaría por fin en el dios que siempre debió ser.
- Estoy harto de esta Roma infecta - se lamentaba mientras tanto mi señor - , sus callejuelas y mal olor son al arte lo que tu cara a la belleza, decurión Aulo.
Si Zeus me diera una señal para ponerle remedio... He bebido demasiado, me voy fuera a mear.
Y allí estaba yo, con una antorcha en la mano y cara de circunstancias.
-¡Glúteo! - extendía hacia mi los brazos con alegría -. Siempre dije que tu eras el único que me comprendía. ¡Claro,! remodelaremos la ciudad con el fuego y construiremos una nueva y esplendorosa Roma. Mis pretorianos se encargaran, vayamos a palacio, desde allí disfrutaremos del espectáculo.
No era lo que yo tenía en mente, pero en poco tiempo el resultado si lo fue. Aunque le achacaron el incendio a la secta judía ( el pueblo no estaba preparado para aceptar la genialidad artística ), demasiada gente vio a los pretorianos prender fuego a las viviendas con antorchas. Todo fue cuesta abajo y la popularidad de Nerón cayó en picado. Volvimos a las andadas con conspiraciones e intentos de derrocar a mi amo. Poco después, tras un complot de un tal Pisón, mi amo se quiso volver a congraciar con Séneca.
- ¡Mi querido tutor! - recibió Nerón a Séneca.
- ¡Salve Nerón, la estrella que ilumina a Roma!.
- No seas sarcástico, se que en el fondo tu me entiendes. El pobre populacho no sabe el favor que le he hecho librándole de esas chozas tan horripilantes. La nueva ciudad emergerá más bella y con mejor olor.
- Estoy convencido de que miles de romanos te lo agradecerían personalmente.
- volvió a terciar Séneca de forma cortante.
- ¡Vamos, vamos!. No te he llamado para que nos enfademos. Quiero que todo vuelva a ser como antes. He tenido otra idea luminosa... No te alarmes, viejo maestro, se trata de una gira itálica promocionando el arte y la belleza. ¿Te acuerdas Glúteo de como nos recibían en Grecia ?.
- Si mi señor, la alegría era manifiesta a nuestra llegada y muchísimo más a nuestra partida por la felicidad eterna que supone haber escuchado el bello canto de Nerón.
- Ya lo oyes, Séneca. Te he incluido en mi gira por Italia para que me asesores en mis discursos, bailes , cantos, en fin, en todas mis manifestaciones artísticas. Para prepararlo todo tendremos que ensayar juntos durante horas y horas y a lo largo de días y días. Ahora que lo pienso, puede que meses.
La cara de Séneca adquirió una extraña expresión de alcachofa y aceptando la proposición pidió permiso para ir a su casa a por sus pergaminos. Todavía se ignora por que tomó con tanta rapidez la decisión de suicidarse.
Las malas noticias nunca vienen solas y un tal Vindex en las Galias y Galba en Hispania se rebelaron contra Nerón. Todo el mundo le dio la espalda. Solicitó dinero a los Senadores y hombres ilustres de Roma, pero nadie le tomaba en cuenta. Había oído rumores de que el populacho iba a lincharle y pidió ayuda a los pretorianos.
- Tan mala es la muerte, ¡oh mi emperador!. Es lo único que te queda por probar, después nos lo cuentas, ¿vale?. - le contestó un soldado que tuvo que soltarse de los brazos del dios que se aferraba a sus piernas.
Yo no podía resistir más el espectáculo y decidí convertirlo en dios ahí mismo. Fui a buscar un puñal y cuando volví el cabrón de Epafrodito, su secretario, se me había adelantado. El pobre sonreía con satisfacción como si se hubiera vengado de una antigua herida mientras se llevaba la mano al trasero. Pasaron los segundos y Nerón se convirtió en dios. Debió aburrirse de nuestro planeta, por que nunca se le volvió a ver. Como era un ser tan inquieto por adquirir conocimientos nuevos seguro que está en otros mundos experimentando.

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