8.6.05

EL PASTOR


El pastor Pablo es muy viejo. Tiene ochenta años y estuvo en el frente de Leningrado con la División Azul en el 42. En un permiso en Riga conoció a Muska y no volvió a su puesto hasta el día en que repatriaron a la División, un año después. Cosas de la burocracia, nadie le echó en falta y al mezclarse con las tropas de regreso fue recibido con honores.
Pablo aprendió a hablar un dialecto letón que luego no le sirvió de nada; lo olvido al poco tiempo. Antes de cumplir los treinta, comenzó a trabajar de pastor. Era la vocación de su vida. Hasta el día de hoy ha tenido más de veinte perros; inteligentes compañeros de buena conversación.
- ¡Kai1, ¡kai!,¡cheeepa!, ¡cheeepa!.
Está todo dicho, cada uno sabe lo que tiene que hacer. Pablo se sentará bajo la sombra del nogal, las ovejas dormirán la siesta de los carneros y el perro se morcisqueará las garrapatas.
Pablo piensa, piensa cosas. No se las cuenta a nadie. Nadie las entendería.
Ha llegado a conclusiones a las que todavía no estamos preparados para comprender. Ha solucionado el problema de los tres cuerpos y resuelto un método polinómico más eficiente que Rufini. Pero eso no es ni la sombra de las cotas de pensamiento alcanzadas. Ha observado también como se transforman las piedras ovaladas en un cuarto de su medida, cuando suspendidas sobre un charco de orina de oveja añeja, se exponen a la luz de la luna creciente.
- Chuep, chuep, ¡Chueeeep! - Le tira un canto al perro vago. Hay que hacer noche. Irán a la paridera abandonada de la antigua dehesa de su pueblo.
Hubo años que en sus días libres putañeaba por ahí. Bebía vino, comía chorizo y regoldaba. Se cansó. Uno siempre acaba cansándose de las cosas. Bueno, de pensar no se cansa.
En su radio FM on/off ha escuchado las cosas del mundo. Ha oido morir a Franco, ha oido caer a Arias, ha oido caer a Suarez, ha oido caer a Calvo Sotelo, ha oido caer a Felipe, ha oido caer a Aznar y oirá caer a Zapatero. Si vive lo suficiente oirá caer a todos, por que ha aprendido a no morirse. Es sencillo pero no le sale de los huevos contárnoslo. No tiene nada que ver con la vida sana ni con el yogur.
Tuvo una nieta hace años, pero no recuerda quién fue su madre por que tampo recuerda quien fue su abuela, o lo que es lo mismo, su mujer ( de él ).
Las cosas importantes nacen donde no hay paraguas. El paraguas es un invento gafe. Allí donde hay un paraguas no hay ideas. Pablo lo tiene claro, en las cosas importantes no hay paraguas. Cuando Napoleón invadió Rusia, un niño le ofrecio un artilugio similar. Lo que no pudo ser, no pudo ser.
En Calagurris los romanos no tenían paraguas y les fue bien. Cuentan que el inventor del chorizo jamas conoció paraguas alguno. No obstante, es importante diferenciar lo accesorio de lo real. Pablo sabe que todo lo real es accesorio, ergo solo se prodrá diferenciar aquella parte accesoria que no es real, ergo si lo único diferenciable no es real, ¡cojones!, para que pensar. Y esto es lo último que Pablo ha descubierto. Después de ochenta años de vida y casí cincuenta de pastor.

¿Y a mí que me importa?, pensará alguno. Pues hombre, que como ha dejado de pensar, ya no nos contará algunas cosas que sabía. Hay gustos para todo y a todos no nos interesan las mismas cosas. A mi, como a casi todo el mundo, el secreto de no morirse, me trae al fresco. Esto... reconozcan una cosa, no comprender el método polinómico más eficiente que Rufini, es un sin vivir. ¿A qué sí?.

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