1.6.05

LA IRA DE MARU



Anad Somatamarab es una Hindi de un pueblo de las afueras de Calcuta. Un afluente del Ganges pasa por su pueblo, regando con sus santas aguas el espíritu de los lugareños.
Pertenece a una familia rural, pero liberal. Su madre, la viuda Rasama, y su abuela, la matriarca Partai, están preocupadas. Desde hace años ( alrededor de veinte ), un rico pretendiente que tiene en sus haberes tierras y siervos, le hace la corte. Sería bueno que fructificara la alianza puesto que la economía familiar no va bien.
Anad se resiste a esa relación por que Maru Higradonar, el aspirante, le da asco.
Este individuo sin escrúpulos se empeña en probar la mercancía a la que aspira vía retaguardia. Como nuestra virginal novia de cuarenta años, no está de acuerdo, se desata la ira de Maru que les rompe los cristales a pedradas, de vez en cuando.
- Deberías poner algo de tu parte Anad - dice su madre.
- Tu sabrás lo que haces - se interpone la ancianísima abuela - , pero no ganamos para cristales.
- Es un bestia, yo tengo estudios y espero algo mejor que ese patán. - Intenta mantenerse firme Anad.
La discusión se prolonga durante horas y poco a poco la cansina propaganda materna comienza a hacer mella.
- ¡Jo!, mamá, es que ese sátiro no quiere esperar a la boda para catarme.
- Pero tonta, sólo por detrás. Tu virtud seguirá intacta. - Argumenta la madre.
- Ñam, dam,¡ asco de vida !- rezonga la abuela.
Sopla el viento helado del Himalaya haciendo penetrar la gélida lluvia por los quebrados cristales que, de nuevo, fueron rotos por la ira de Maru, ayer por la tarde.
- Soy muy anciana para soportar estas inclemencias, - finge llorar la matriarca - menos mal que el año que viene ya no estaré aquí.
- No te pongas así mamá - dice la madre de Anad - , verás como tu nieta entra en razón. Todo el mundo tiene que poner algo de su parte para llegar a un punto de encuentro. - Se gira hacia su grácil retoño y le expone:
- Anad Somatamarab, piénsalo. En vez de dejarte dar por detrás casi todos los días, consiente la sodomía casi todas las noches, hasta que se fije la fecha de la boda.
La confusión mental de la joven y virginal casadera va en aumento. ¿Será verdad que ella es la intolerante?. ¿No ocurrirá que no quiere ceder en nada?. Mirémoslo bien. Ella no quiere casarse con Maru. Maru si quiere casarse con ella. La solución puede ser que ella también se case con él; estarían empatados.
Respecto a la virtud, contravenir el argumento de su madre, pese a ser extraño, podría considerarse una intolerante intransigencia para una liberal como ella. La verdad que ya no sabe ni lo que se dice pero...
- Está bien, mama. Acepto.
Se llevan a cabo los preparativos. Esa misma noche, Maru se cobra el primer plazo de lo estipulado: “decúbito prono te penetro”. El novio sigue juguetón.
- ¿Qué te chupe qué?.
Bueno, llegados hasta aquí no nos vamos a poner raritas ahora, piensa el juguete sexual de Maru.
Queda poco para la boda, todo está atado y bien atado, y los cristales son nuevos. La abuela esta a salvo de la intemperie, incluso puede que el año que viene siga ahí.
- Nietecita mía, la boda ya es irreversible, ¿verdad?. - Pregunta con dulzura.
- Si abuela. - Contesta una triste novia ultrajada y humillada.
- Nietecita, reina, agáchate a mi altura.
Es obediente y cuando cree que va a recibir un beso a modo de bendición, de la matriarca, obtiene un mamporro que le rompe dos dientes. La desconcertada Anad se queda en el suelo viendo puntos.
- ¿Por qué le haces eso a la niña? - se indigna la madre.
- ¡Joder!, si se hubiera dejado dar por culo hace años, ¡la de resfriados que me habría ahorrado!.
- Si, - asiente la hipócrita madre - para llegar a según que acuerdos, algunos podrían haberse ahorrado los inconvenientes de los prolegómenos. De todos modos, a diferencia de nuestro Alcalde negociando con la mafia de los Neo-Parvati, Anad no presumirá de haber llegado a una solución maravillosa. De hecho se parece a ti. No para de repetir: “asco de vida”. Pero bueno, a nosotras no nos rompen los cristales. ¡Blank! - sonido de cristales rotos.
- ¿Es que la torpe de tu hija no sabe hacer una comida decente?.- Grita un colérico Maru.

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