28.6.05

OUIJA


No tiene más remedio que esconderse. Noelia está cansada de los sustos de su hermano, pero esta vez será distinto. Ella sabe que Carlitos suele subir al desván con su amigo David después de merendar. Tienen que creer que están solos en la casa. Le ha dicho a su abuela que se va con Julia a jugar a la plaza. Carlitos sabe que cuando la yaya Herminia se vaya, tendrán toda la vivienda para jugar a su antojo.
- ¿Te gusta el pan con tomate para el jamón, David?.
- Si señora - le responde a la abuela de Carlitos.
- Bueno, aquí tenéis todo preparado, yo me voy a casa de la Tomasa a jugar a las cartas. No hagáis diabluras.
Carlitos y su amigo se miran con complicidad, ahora que están solos podrán disfrutar a sus anchas.
Suben por la escalera de madera. En el tablón del sexto escalón sobresale un hierro herrumbroso. Ya se lo conocen, incluso la abuela. Basta con tener cuidado.
En el desván se encuentran a sus anchas. Está lleno de baúles y recuerdos de la familia, también hay una alacena donde Herminia guarda bajo llave el embutido.
El primo de David es mayor, por lo menos tiene quince años y ha estudiado en la ciudad con los Maristas. Ayer por la noche les contó como se construía una güija para contactar con los muertos. Dice que en el colegio consiguieron hablar con Don Juan de Austria y que les contó que los Turcos volverían a invadir Europa. También les dijo que si se concentran mucho pueden traer de vuelta a un ser querido, pero que a cambio, un mortal debería pagar con su vida.
- Aquí esta la carpeta de dibujo de mi madre, con ella podremos hacer la ouija.
- Pero a tu madre no le gustaría que tocaras sus cosas para esto, y menos ahora que está en el cielo. - David está un pelín cagado.
- Calla tontolpijo, no ves que es mejor. Tu me quieres ayudar ¿no?. - David no contesta, se limita a poner cara de besugo; no es un chico muy despierto sea cual sea la circunstancia. - Para que vuelva mi mamá tendremos que ofrecerle al espíritu otra vida, tenemos que pensar muy bien a quien ha de llevarse. - le explica Carlitos.
- Pero eso es asesinato, iremos al infierno. - Su labio inferior amenaza pucherito.
- Que no, tonto. El espíritu se encarga de todo. El se llevará al que nosotros digamos. Nosotros sólo seremos instrumentos de Dios para que vuelva mi madre. - Muestra las palmas como señal de franqueza,
El suelo del desván está lleno de porquería, pero ya se sabe que al los críos les da igual llenarse de mierda. Sobre él disponen la improvisada ouija con sus letras y toda la pesca. El vaso es una copa de brandy. Como la tarde está un pelín avanzada, tienen que encender un candil.
- Tenemos que pensar muy bien a quien mandamos llevar. ¿Qué te parece a Franco?, mi papá decía que algún día le llegará su hora. Lo decía antes de que se lo llevaran a la cárcel. - enarca las cejas como diciendo, “que buena idea”.
- A tu padre se lo llevaron por castrar a mi tío durante la guerra, que lo sabe todo el pueblo. - le responde sapientín David.
- No es verdad, es un preso “piloto” que me lo dijo el herrero. - le espeta con el tono de “ tonto que no te enteras”.
- Se dice “político”, que mi padre sabe que es la excusa que dan todos los delincuentes. El herrero es un rojo que ya caerá ya. Mi padre conoce los “expecientes” de todo el pueblo, que por algo es el Alcalde. -
- Pues si eres tan listo, ¿ por que no propones tu a alguien? - Se rinde finalmente Carlitos. De paso le otorga a David el marrón de decidir quien será la víctima y si por eso hay que ir al infierno que vaya él.
- Bueno, que se lleve al maestro. Don Matías siempre nos pega con la regla y encima se ríe el muy abusón.
- Pero a mi me tiene mucha simpatía. Lo dices por que me tienes envidia de que saque dieces y tu no. - Carlitos se está cabreando.
- Pues elige, tu mamá o Don Matías. - El odio ha envalentonado a David, la fuerza del rencor se impone sobre el natural canguelil del hijo del Alcalde.
- Está bien, no se hable más.
Se colocan en posición. Sus dedos están sobre la copa de brandy y entonan la cantinela de “espíritu ven”, “espíritu ven”.
Mientras tanto, Noelia se había quedado dormida en la alacena. Tiene la llave entre sus manos. Fue fácil quitársela a la abuela. Una rata trepa por el banco sobre el que se ha dormido y le hace cosquillitas en las piernas. Al despertarse nota algo entre su falda y se la sube. Un alarido de espanto se oye en el desván. Noelia intenta abrir la puerta pero se olvida que se ha cerrado con llave para que los niñatos no entren.
David y Carlitos están petrificados, no pueden creer lo que han oído. Noelia recuerda lo de la llave. Con los nervios tira un montón de botes de conserva al suelo levantando una gran polvareda. Parte del polvo emerge por debajo de la puerta que comunica con el desván. A los chavales les da la impresión de ver un bruma infernal emergiendo de allí. Finalmente, llena de suciedad y telarañas consigue abrir la puerta. Es demasiado, Carlitos y su amigo salen en estampida del desván. David tropieza y cayendo de morros se raspa todo el muslo con el clavo del sexto escalón.
Se levanta y sigue su huida hacia la salida. Cuando van a irse oyen a Noelia.
- Que soy yo, idiotas, que sólo trataba de asustaros. ¿ A que jode Carlitos?, ¿ a que jode?.
Carlitos le va a responder, pero ve la pernera de David llena de sangre.
- David, vamos a lavarte la herida. Te daré un pantalón mío. Sobre todo que no se enteren tus padres, si no, te harán preguntas y como eres tonto seguro que metes la pata.

Han pasado tres días y están jugando al marro con las chicas. El hijo del Alcalde cojea y sus amigos se le ríen.
- Corres menos que las chicas. ¡David es chica!, jo, jo,¡David es chica!,jo, jo. - Canturrea Blas, el inevitable tonto del pueblo. Sabido es que si en un municipio faltare uno, se fabricaría aunque fuera a puro de hostias en las meninges. Tiene que haber campanario, Ayuntamiento, escuela, boticario y tonto del pueblo. Alguno de los otros elementos puede fallar, el último no. Compruébenlo, preguntenle a cualquiera que halla vivido en una localidad rural si faltó alguna vez dicha institución.
David cae al suelo y sus amigos comienzan a asustarse, sobre todo Carlitos. El viejo Gregorio se acerca
- ¡Rediós!, este niño está enfermo, está ardiendo.

Se descubrió el pastel. Aunque no ha cogido el tétanos, la infección le deja entre la vida y la muerte. El párroco Justino le da la Extrema Unción después de confesarlo. Afortunadamente la juventud se abre paso al infortunio y todo vuelve a la normalidad.

Tres meses después, en el Palacio Episcopal de Zaragoza.
- ¡Tu eres tonto de baba!- el Obispo da vueltas de un lado a otro mientras las campanas del Pilar refuerzan sus cultos argumentos. Tu eres tonto de baba, claro - añade ya más tranquilo.
- Pero Monseñor, el secreto de confesión...
- ¡¿Qué secreto ni que Hos..?!, ni que Hos- tras - en tono más bajo.
- Bueno al final se lo he contado a usted, Monseñor.
- ¡Jo-robados!, después de tres meses. Justino, Justino. Que eres muy simplón. En estos tiempos no se puede ir por ahí ¡hala!, como un pajarito. ¿No te das cuenta que todo ha podido ser un plan de su padre para quitarse de en medio al hijo del Alcalde?. Aquí hay algo político.
- Hombre, son niños. Yo conozco a Carlitos desde que nació y...
- Y nada Justino, y nada. - Da dos palmadas y entra un ordenanza.
- Samuel, vamos a almorzar aquí, que nadie nos moleste. ¿Por donde iba?. ¡Ah si!. Tenemos que avisar al Alcalde, tenemos que abrir una investigación. Esto puede ser gordo, muy gordo. Mira, mejor cogemos y nos vamos los dos al pueblo. Estas cosas las prefiero llevar en persona. Además, aquí la vida es muy aburrida.

Llevan más de dos horas en casa del Alcalde y éste no lo ve claro.
- Pero Monseñor, el padre de Carlitos ni siquiera es preso político, está en la cárcel por cortarle los coj... , los testes a mi hermano, pero es que los dos eran muy bestias. No veo, en cualquier caso, la forma de se pudiera poner en contacto con su hijo. A diferencia de su mujer, una santa que en paz descanse, él es analfabeto. David es muy amigo de Carlitos. Creo que no hay motivos para preocuparse.
- Usted sabrá, pero ya le he dicho el juego masónico-irreverente al que estaban jugando cuando ocurrió todo. - Le advierte el Obispo.
- Pero según el Padre Justino, ese juego se lo enseño mi hijo mayor... ¿Está insinuando que somos una familia de masones?. - el Alcalde se pone colorado.
- De ese tema ya he hablado yo con el director de los Maristas, por cierto, compañero mío de promoción. No, por favor, ya se que ha debido ser influido por alguna mala compañía en el colegio, pero ya nos haremos cargo, ya...
- Bueno Monseñor, de verdad, creo que el asunto no tiene más enjundia.
- Esperemos que así sea, de todos modos he avisado a la Guardia Civil para que venga por aquí a investigar, creí que era mi obligación.

Una vez despedido Monseñor llega la patrulla. Bueno, una patrulla de dos, que al fin y al cabo es Domingo.
- Buenas tardes Sargento - dice el Alcalde que los estaba esperando en la plaza.
- Muy buenas señor Alcalde, nos manda el señor Obispo para ponernos a su disposición y lo que Vuecencia quiera mandar.
- Ha sido todo un malentendido, vamos a mi casa, tomaremos un vino con algo para empapar y ya está - resuelve el Alcalde.
- Pues muchas gracias señor Alcalde.
Cuando empieza a anochecer y antes de irse, el Sargento parece dudar y finalmente dice:
- Señor Alcalde, ¿Nos podría hacer un favor?
- Diganme, aquí estamos siempre dispuestos a ayudar a la Benemérita.
- Es que la rueda trasera de nuestra motocicleta parece que pierde aire y querríamos arreglarla. Si no el Comandante nos echará la bronca por no llevarla a punto.
- Faltaría más. ¡Josefina! - grita - ¿Ha llegado la señora?
- No señor - responde la sirvienta
- Bueno, da igual. Si llega antes de que vuelva le dices que enseguida estoy aquí, ¿de acuerdo?.
- No hace falta que se moleste - le dice el Sargento.
- No es molestia.
- De verdad, díganos donde podemos ir y ya nos apañamos.
- Está bien, la casa más alejada al final del pueblo es la del herrero. Si le dicen que van de mi parte les arreglará la rueda sin problemas.

Cosme, el herrero, limpia siempre su escopeta los Domingos. Hay que estar preparado, siempre ojo a vizor. “Negras tormentas ...” canturrea.
Un ruido de motor se aproxima, por la ventana ve al side-car que se detiene junto a su puerta. ¡Joder!, la Guardia Civil. Han venido a por el, no le cogerán con vida. Con rapidez y determinación abre la puerta y dispara sobre los guardias, después sale corriendo como alma que lleva el diablo hacia el río.
- ¡Joder!, me ha llenado el hombro de postas. - se queja el Sargento.
- ¡Alto a la Guardia Civil! - le grita el Cabo al fugitivo.
Inician su persecución campo a través, el Sargento no puede correr muy rápido por el dolor de las perdigonadas. Llegando al río ven a unos matorrales moverse.
- ¡Sal de ahí malnacido!, ¡sal con las manos en alto!.
Ven algo brillante asomar aunque está anocheciendo, puede ser la escopeta. Esta
vez no se la juegan. El Cabo saca su pistola y dispara. Acto seguido oyen un grito, femenino...
Acuden corriendo y ven a Don Matías, el maestro, con la mirada fija y un hilo de sangre en su frente; está muerto. Han confundido su paraguas con un arma. A su lado, la histérica que grita es la mujer del Alcalde que temblorosa se sube sus bragas.
- Quédate aquí que ahora vuelvo. - Le dice el Sargento al Cabo.
Al poco vuelve con una pala que ha cogido del cobertizo del herrero, quien a estas horas debe andar por Tarazona camino de los Pirineos.
- Cava tú que yo tengo el hombro hecho polvo.
- Mi Sargento, ¿y la señora?.
- No dirá nada, ¿verdad “Alcaldesa”?. Venga, echemosle tierra al asunto y aquí paz y después gloria. Aun llegaremos ha tiempo para echar la partida. ¡Vaya tarde de Domingo, joder!.

Después de jugar con David y otros chavales, Carlitos vuelve a su casa. Ya es de noche y su abuela estará preocupada. Por el camino se encuentra a su hermana Noelia y entran juntos sin hacer mucho ruido porque la yaya estará ya dormida. Cuando cierran la puerta oyen unos pasos.
- ¿No le vais a dar un beso a vuestra madre?.


En un pueblecito de Aragón, Febrero-Mayo de 1943.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

... ya sé que soy la oveja negraaaaaaaaa ...

(otro aparecido)

PERCEBE dijo...

Que no Marto, que los braquicéfalos no conjuran en tu contra.